Hace unos días publicábamos un artículo con los diferentes tipos de foteros que podían existir y consejos para vivir la fotografía de una manera diferente. La verdad es que eso era sólo el inicio de un artículo más largo y del que hoy os traemos la segunda parte.
Tan sólo queda puntualizar que estos artículos en absoluto son redactados con la intención de clasificar o etiquetar a las personas, simplemente buscan reflexionar sobre la relación que cada uno de nosotros tenemos con la fotografía. ¡Empezamos con esta segunda tongada de tipos foteros! ¿Te identificas con alguno?
¡Qué pereza! ¡Una cámara!
Para formar parte de este tipo de foteros es indispensable disponer de, al menos, dos cámaras de fotos. Una sencillita (una compacta o la cámara del teléfono móvil) y una más compleja (una réflex, por ejemplo). El caso es que estas personas prefieren disparar con la cámara sencilla porque les da pereza ponerse a trabajar con la compleja. Les da pereza llevarla con ellos, sacarla de la bolsa... Al final acaban sacando todas las fotografías con una compacta o con el teléfono, y acaban olvidando que tienen una cámara mejor disponible.
El consejo:
El único consejo que se le puede dar a este tipo de foteros es que, cuando se trate de hacer fotografías, dejen la pereza en casa. Aprenderán y disfrutarán más la fotografía si aprenden a utilizar una cámara que tenga funciones manuales.
Si dispones de una cámara así, ¿cómo vas a tenerla olvidada en casa? Es cierto que llevar siempre encima una cámara réflex puede ser agotador y un poco engorroso así que no es malo llevar una compacta chiquitina siempre encima o, incluso, hacer las fotos más "improvisadas" con el teléfono. ¡Pero que esto no se convierta en tu rutina fotográfica!
¿Qué es eso? ¿Una cámara?
Este tipo de personas siempre disparan con la misma cámara. Quizás porque no tienen otra, quizás porque, simplemente, están enamorados de su compañera fotográfica y no quieren serle infiel. El caso es que sólo hacen fotos con una cámara (sea el teléfono móvil, sea una compacta o sea la réflex de más alta gama).
El consejo:
Abandona tu cámara por un día. No te preocupes: ella estará ahí esperándote cuando decidas volver. Estás tan acostumbrado a tu cámara que, quizás sin serlo consciente, te estás cerrando puertas creativas con ella.
Investiga con nuevas cámaras, intercambia tu cámara con algún amigo, proponte disparar, durante unos días, sólo con el teléfono móvil o prueba las cámaras lomográficas. Se trata de romper, por un tiempo, los clichés fotográficos que puedas tener y que, sin darte cuenta, condicionan tu manera de hacer fotografía. Cualquier cosa que haga fotos puede ser la cámara perfecta para tomar alguna imagen en concreto, ¡no te cierres en banda e investiga!
El disparador compulsivo
Este fotero es de "dedo suelto". Siempre tiene la cámara lista y puede volver de un paseo fotográfico con dos mil fotografías. Nunca se le escapa nada y su modo de disparo favorito es el modo ráfaga. Le gusta volver a casa y sentarse frente al ordenador para revivir cada uno de los segundos que ha pasado en su paseo fotográfico. Todo está documentado y mueve grandes cantidades de megabytes fotográficos.
El consejo:
Creo que no voy a decir nada que no se haya dicho antes. Disparar a todo lo que se mueve no es un buen ejercicio fotográfico porque nos convierte en fotógrafos vagos: hacer fotos a todo para, luego, mirar si hay alguna foto buena.
Aprenderás más si te dedicas a fotografiar sólo aquello que realmente te llame la atención. Así, poco a poco, irás entrenando tu ojo fotográfico y creativo. En este artículo vimos algunos ejercicios que pueden ayudarte en ese aspecto. Uno de ellos, además, consiste en realizar un número concreto de fotografías, como si dispararas con una cámara analógica. Sin duda, ¡es una buena manera de perder esa manía de disparar a lo loco!
Sólo disparo si vale la pena
Este es el caso contrario. Estos foteros sólo hacen click cuando tienen delante una obra de arte. Valoran todas las posibilidades antes de hacer la fotografía y nunca aprietan el disparador si no están completamente seguros de que el resultado final les va a gustar.
El consejo:
Vivir la fotografía de esta manera es muy positivo porque, como ya hemos dicho antes, se entrena el ojo al máximo y conseguimos aprender a hacer una "fotografía selectiva" de sólo aquello que realmente puede darnos un resultado artístico bueno.
Sin embargo, estar tan condicionado al resultado final puede conseguir que tu relación con la fotografía sea más tensa y que, incluso, llegues a abandonarla porque "tus fotos no son lo suficientemente buenas". En estos casos, puede ser recomendable salir a pasear con la cámara de una manera distentida, sin miedo a "disparar por capricho".
El artista del retoque
Este fotero se pasa más rato delante del ordenador que detrás de la cámara. Él toma la imagen y luego, hace con ella lo que quiere. No se conforma con retocar las curvas o el contraste. Él tocará cada uno de los posibles controles de su programa de edición, en muchas ocasiones consiguiendo un resultado que poco tendrá que ver con la imagen original que sacó de la cámara.
El consejo:
No te obsesiones con el retoque. Aprenderás más fotografía si te centras en conseguir un buen resultado ya desde la cámara que fabricándolo después en el ordenador. Creo que el "sobre-retoque" es una etapa por la que todos hemos pasado: hdr escandalosos, sobresaturaciones, megacontrastes.
Creo que es parte del proceso de aprendizaje fotográfico aprender a diferenciar un buen retoque de un retoque excesivo. En absoluto quiero desmerecer a los artistas digitales que crean verdaderas obras de arte en su ordenador! Pero si hablamos de fotografía, estaremos de acuerdo en que la fotografía se hace con una cámara de fotos, no con un ordenador, ¿no?
El purista del retoque
Al contrario que en el caso anterior, este fotero no toca el ordenador más que para vaciar las tarjetas de memoria. Su trabajo empieza y termina en la cámara.
El consejo:
Es cierto, acabamos de decir que sólo se hace fotografía con una cámara de fotos, pero el retoque ha existido desde el principio de los "tiempos fotográficos". Procesar una fotografía es, en mi opinión, totalmente necesario. Sobretodo si disparamos en raw.
No se trata de realizar una obra de arte digital (aunque podemos hacerlo si esa es nuestra disciplina artística) sino de acabar de calibrar valores que, por lo que sea, no son como nos gustarían en la fotografía original. Se trata de perfeccionar la imagen resultante de la cámara, de hacerla más tuya, algo que a veces es muy complicado, o incluso imposible, de conseguir sólo con la cámara.
Dale una oportunidad al retoque, recuerda que el límite lo pones tú y si crees que para ser fiel a tu manera de ver la fotografía, el retoque debe quedarse en ajustar el balance de blancos (por ejemplo), adelante.
El señor "esta no, esta tampoco"
Estos foteros nunca están contentos con su trabajo. Sacan la cámara a pasear muy a menudo pero, a la hora de la verdad, no enseñan sus fotografías porque no acaban de estar convencidos de ellas.
Incluso puede darse el caso de que sí le gusten sus fotos pero por miedo a las críticas, a no ser demasiado bueno o a que su trabajo no guste lo suficiente, no se anima a enseñarlo, así que sus fotos quedan criando polvo en el fondo de algún disco duro.
El consejo:
Compartir es la mejor manera de aprender. Así que no te cortes en enseñar tu trabajo (¡y menos todavía si sí estás contento con él!). No sufras por "no ser suficientemente bueno" o porque "tu trabajo no guste".
Tampoco debes tenerle miedo a las críticas, porque una crítica bien hecha puede enseñarte mucho. Así que tanto si no estás muy contento con tus fotografías como si sí lo estás pero no te acabas de animar a enseñarlas, hazlo! Te ayudará a mejorar tu técnica y tu ojo fotográfico.
Además, el hecho de enseñar tu trabajo te empujará a sacar más fotografías para poder seguir enseñándolas, así que practicarás más. Y practicar más suele ir acompañado de mejorar.
Don "esta sí y esta, también"
Al contrario que el fotero anterior, este enseña absolutamente todas las fotos que hace. Sale de paseo fotográfico y publica en su galería o blog doscientas o trescientas fotografías. No tiene por qué ir relacionado con ser un Disparador compulsivo pero si se unen ambos tipos en un solo fotero, el resultado puede ser una exageración de fotografías publicadas. Una ola de imágenes (seguramente muy parecidas entre ellas) que esperan comentarios, críticas y revisiones.
El consejo:
Sé selectivo. Si eres capaz de deshechar fotografías, sólo publicarás las mejores. Y eso te hará mejor fotógrafo. No sólo de cara a tus posibles seguidores (sólo enseñarás tus mejores fotografías), también mejorarás de manera real porque aprenderás qué fotografías son mejores y a la larga, aprenderás a hacer esas "mejores fotografías" sin tener que compararlas con el resto de imágenes que hayas tomado ese día.
Un buen ejercicio puede ser ir publicando, cada vez, menos fotografías. Al final serás capaz de resumir una salida fotográfica en una o dos imágenes solamente, imágenes que serán mejores técnica, artística y expresivamente que las doscientas fotos que publicabas antes.
Si te has fijado...
El consejo para un tipo de fotero siempre hace referencia al tipo de fotero contrario. Eso es porque, en mi opinión, uno no debe encasillarse nunca (y menos en fotografía o en el arte en general) así que si identificas estar en alguno de los tipos, prueba, por un día, a ser el tipo contrario. Esto te romperá moldes y esquemas mentales que puedas tener y además de mostrarte el mundo de la fotografía de un modo distinto a como lo ves normalmente, te dará un extra de creatividad.
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