Seguro que formas parte de esa mayoría de fotógrafos a los que les cuesta horrores hacer buenos retratos mientras viajan. Acercarte a gente que no conoces y preguntarles si les puedes hacer una foto, generalmente con la barrera del idioma por medio, puede ser un auténtico reto.
¿Y cómo haces un retrato que sea creativo y cuente una historia en lugar de una instantánea de esa persona?
Es más fácil de lo que parece.
A lo largo de mis viajes y de los años he desarrollado una técnica que me ayuda a vencer el miedo, tener más confianza y conseguir grandes retratos. Estoy convencida de que te será de gran ayuda en tu próximo viaje.
¿Cómo conseguir un retrato durante tu viaje?
Puedes recurrir a tres formas para conseguir un retrato durante tu viaje.
- Cruzándote con la gente que no conoces mientras explora un lugar y a la que le pides que te deje hacerle una foto, generalmente después de una interacción inicial. Así es como he captado la mayoría de mis retratos de viaje.
- Disparando sin haber tenido ninguna interacción con la persona, tratando de imitar un estilo de documental o reportaje. Es, quizás, el enfoque más común entre la mayoría de los fotógrafos (y puede que el tuyo también). El problema es que te resultará muy difícil captar expresiones faciales atractivas y tendrás poco control sobre los elementos de la escena, por lo que difícilmente conseguirás un buen retrato.
- Organizando una sesión mediante el pago a "modelos" (locales que se prestan) a cambio de su tiempo. Esto implica planificación previa y disponer de un presupuesto. Es algo que no he hecho nunca porque me parece excesivamente artificial. Sin embargo, es un recurso que utilizan algunos fotógrafos profesionales para ciertos proyectos o encargos.
Vamos a centrarnos en el primer método: aproximarse a extraños que te encuentras mientras viajas e interactuar con ellos.
Es, sin duda alguna, el más efectivo.
La clave está en la interacción
Es muy importante que pases algo de tiempo con tu sujeto potencial antes de sacar la cámara de la mochila y pedirle que te deje retratarlo. Aunque esos minutos (o más, en la medida de lo posible) no te dejen conocerlo más que superficialmente, te ayudarán a crear un vínculo especial que se verá reflejado posteriormente en el retrato.
Intenta no enseñar tu equipo fotográfico o mantenerlo en un segundo plano cuando entables una relación con tu sujeto potencial. De esta forma evitarás que se cree una barrera invisible entre vosotros o que se generen prejuicios antes incluso de que se produzca la interacción.
Asume que la foto es el último paso de esa interacción y que ese retrato que tanto buscas es un regalo que te va a hacer esa persona, por lo que no puedes precipitarte.
Primero interésate por ella, ya tendrás tiempo de hacerle la foto después.
Volviendo al equipo, trato de ser lo más prudente posible. Viajo con una cámara pequeña, una Sony a6000. Cuando quiero hacer retratos, uso un objetivo Sigma 30mm f/1.8, muy luminoso y discreto que me ayuda a no intimidar al sujeto. Dentro de tus posibilidades, trata de evitar usar un equipo que parezca un bazuca.
La paciencia es fundamental. Te llevará tiempo y persistencia establecer un vínculo con los locales. Seguramente necesites estar con ellos un buen rato hasta que esa oportunidad fotográfica que estás buscando surja.
Lo ideal es viajar solo para poder disponer del mayor tiempo y libertad posibles. Pero, si al igual que yo, prácticamente siempre viajas acompañado, tienes dos opciones.
- La primera es dedicar una parte de tu tiempo durante el viaje a merodear solo y por tu cuenta.
- La segunda es conseguir que la gente con la que viajas (sobre todo si viajas con tu pareja o un amigo) se involucren e interactúen también con los locales.
Establecer contacto visual con la gente, ser empático, interrelacionarte y, por encima de todo sonreír, son las claves para conseguir grandes retratos.
Si no existen problemas de comunicación verbal, estás en una situación ideal.
Por el contrario, si no puedes entablar conversación con un local, recurre a otros métodos. Puedes, por ejemplo aprender algunas palabras o expresiones en el idioma. Suele ser una buena forma de romper el hielo. Otra forma puede ser a través de gestos y mímica: puedes preguntarle a una persona por el tipo de ropa que lleva, un juego al que estén jugando unos niños o algo que esté comiendo alguien, por ejemplo.
La expresiones faciales y los gestos son la forma de comunicación no verbal más importante. Sonríe, crea un vínculo y muestra interés por tu sujeto potencial. Sé paciente y no te precipites en sacar la cámara a la vista.
Aprovecha cualquier oportunidad para interactuar y establecer un ambiente informal y relajado. Es la forma más sencilla y natural de conectar con la otra persona.
Una vez que has creado esa conexión y que se ha ido reforzando con el paso de los minutos, busca una oportunidad para preguntarle si le puedes hacer una foto. Puede ser después de haberlo hecho reír, por ejemplo, y bastará con que le hagas un gesto o una señal. Ese tipo de mímica es universal y cualquiera te entenderá.
Lo habitual es que esa persona asienta y te diga que sí. De no haber seguido los pasos previos, seguramente su respuesta hubiera sido otra.
Si, a pesar de todo, no quiere que lo retrates, ¡no pasa nada! Despídete educadamente y sigue caminando.
Busca una nueva oportunidad. Incluso si a primera vista es una persona que no te llama visualmente la atención, dirígete hacia ella e interactúa. Nunca se sabe lo que puede salir de ello. Puede que te invite a su casa, te dé una vuelta por su lugar de trabajo o te haga partícipe de una ceremonia.
Es más, el hecho de tener a esta persona de guía o anfitrión hará que pedirle el retrato a las personas de su entorno sea mucho más fácil. Dejarán de percibirte como una amenaza. Al mismo tiempo, desaparecerá la barrera del idioma ya que puede que incluso tu anfitrión te sirva de intérprete. Ahora las oportunidades fotográficas se han multiplicado.
Un gran retrato de viajes suele destacar por mostrar una cara con mucho carácter, atractiva, interesante, especial o peculiar. Si te cruzas con alguien cuyo rostro consideras que puede tener mucha fuerza en una foto, intenta imaginar cómo lo retratarías. Después, establece una relación con esa persona o su entorno. Sonríe, sé educado y respetuoso y casi siempre te encontrarás con un “sí” por respuesta.
Llegado a este punto, es el momento de tomar la iniciativa y dar algunas indicaciones para que esa persona colabore contigo y juntos podáis crear el retrato que tienes en mente.
Algunas ideas para reforzar tu composición
Cuando tienes ante ti a una persona dispuesta a dejarse retratar, es importante que ya tengas algunas ideas de cómo quieres que se coloque. En definitiva, cómo va a posar para ti.
En vez de hacer la foto en el lugar y posición en que está tu sujeto, pídele que se mueva y dale indicaciones. Conseguirás un resultado más artístico y que tenga más fuerza.
Echa un vistazo a tu alrededor y anticípate, tratando de buscar un buen fondo mientras evalúas la luz. Así visualizarás con más claridad la foto que tengo en la cabeza.
Además, si haces este pequeño trabajo mientras conversas con tu sujeto, una vez que te deje retratarlo, sabrás exactamente dónde quieres que se coloque y cómo. Eso te hará actuar con confianza y se convertirá en algo natural para tu sujeto, en lugar de algo forzado o incoherente.
Recuerda que lo más importante es que tu sujeto esté siempre cómodo mientras esté contigo. En el momento en que eso deje de suceder, se romperá la magia y se desvanecerá la oportunidad fotográfica.
1. Pide a tu sujeto que se apoye en una superficie
Una foto de una persona que esté de pie, completamente recta y tensa, con los hombros hacia abajo no va a crear ningún tipo de conexión con el espectador. Lo más seguro es que se quede frío al verla. Justo lo contrario de lo que buscas.
Pide a tu sujeto que se apoye en alguna superficie. Puede ser una silla, con el codo en la mesa, contra una pared, sentado en unos escalones. En realidad, cualquier cosa vale.
Este truco es especialmente útil si tienes pensado hacer un primer plano de esa persona. De esta forma conseguirás que se postura se muestre relajada y cercana en la imagen final.
Además de ayudar a que tu sujeto se relaje, el hecho de que se apoye en algo facilitará que se quede quieto evitando movimientos bruscos de la cabeza o los brazos.
Es un detalle insignificante pero es mucho más efectivo de lo que parece.
2. Usa el entorno para crear un contexto
Otro truco es pedirle a tu sujeto que coja algo o interactúe con su entorno. Puede ser cualquier objeto: una herramienta de trabajo, un producto que esté vendiendo, por ejemplo. También puedes pedirle que entable una conversación con alguien que se encuentra cerca o que trabajen de forma conjunta.
En realidad, cualquier fórmula es válida para hacer que esa persona esté encuadrada dentro de un entorno. Ese conjunto de sujeto y entorno te ayudarán a crear un contexto y, por lo tanto, una historia.
No hubiera sido lo mismo si le hubiera pedido a este joyero que posara fuera de la tienda, recto y delante del escaparate, que tal y como aparece aquí: contando sus pulseras y examinando los productos justo antes de abrir la tienda.
3. No interrumpas su actividad
De nuevo, el hecho de que tu sujeto esté llevando a cabo una tarea, sea la que sea, te permitirá relatar la historia que hay detrás de esa persona.
Puede que te encuentres con que la persona ya está haciendo algo mientras te acercas a ella. Trata de interactuar con ella sin distraerla demasiado, que continúe naturalmente con lo que está haciendo. De esa forma el retrato no será forzado si no completamente natural.
Y, por encima de todo, respeta su trabajo y recuerda que esa persona está ahí ganándose la vida. No es un modelo que tienes a tu disposición para llevarte una foto de recuerdo a casa.
4. Trabaja la expresión de tu sujeto
La sonrisa perfecta de dientes blancos es estupenda pero no refleja más que un estado de ánimo. Si recurres una y otra vez a este artificio, te encontrarás con que todos tus retratos son más o menos iguales y no transmiten más que una única emoción: alegría.
Está bien, no me malinterpretes. Pero al cabo de la décima sonrisa, tus retratos se volverán repetitivos.
Tienes que intentar justo lo contrario: captar un abanico de emociones lo más amplio posible. Y eso incluye todo lo que te puedas imaginar. Desde la tristeza a la seriedad, pasando por la concentración, la melancolía, la soledad, el aburrimiento, el cansancio o incluso la furia si se da el caso.
Puede resultar interesante decirle a tu sujeto que no sonría. Esa seriedad puede ser el reflejo de muchos sentimientos como la reflexión o la meditación.
O incluso puedes pedirle que mire hacia otro lado. Señala hacia dónde quieres que mire y prueba a hacer el retrato desde varios ángulos. Verás cómo cambia el resultado.
¿Plano abierto, primer plano o algo intermedio?
En realidad, depende de lo que busques.
- El plano abierto te permite incluir más información en el encuadre sobre el sujeto y su entorno: dónde se encuentra, qué hace, quién es…
- El primer plano te da la posibilidad de profundizar sobre un rostro que te ha llamado poderosamente la atención, ya sea por un rasgo que lo caracteriza o una expresión única.
- El plano intermedio es la combinación de ambos. Puedes incluir algo del entorno dejando que el peso principal en la imagen recaiga sobre el sujeto.
Lo ideal es que decidas qué tipo de plano vas a usar mientras interactúas con tu sujeto. De esta forma tendrás la idea clara desde el principio y sabrás cómo y dónde debes posicionarte para conseguir el retrato que buscas.
Trata también de poner en práctica algunas reglas que, aunque sean básicas, le darán un toque de calidad a tu retrato.
- Usa la regla de los tercios y evita colocar al sujeto en el centro de la imagen, a menos que tengas una buena razón para ello.
- Deja espacio entre la cabeza de tu sujeto y el borde superior del encuadre.
- Parece absurdo pero no cortes excesivamente los hombros o la cabeza de tu sujeto aparecerá flotando en tu foto y el resultado será poco armonioso.
- Del mismo modo, ten cuidado a la hora de cortar otras partes del cuerpo. Si lo haces, que no parezca que le has amputado un brazo o un pie.
- Si vas a hacer un retrato ladeado o de perfil, deja espacio suficiente entre los ojos del sujeto y el borde de la imagen. Este espacio negativo ayudará a guiar la mirada del espectador.
- Y por último, ¡no tengas miedo a romper ciertas reglas si crees que esa composición le da más fuerza al retrato!.
Ten especial cuidado con los ojos
Los ojos son el epicentro de cualquiera de tus retratos y por eso merecen una sección aparte en este artículo.
Hay un dicho popular que establece que “los ojos son espejo del alma”. Seguro que no es la primera vez que lo lees.
Es completamente cierto.
Si quieres conseguir un gran retrato, es esencial que los ojos del sujeto aparezcan nítidos y definidos.
Si usas el enfoque automático de tu cámara, puede que se sienta tentado de enfocar algo más cercano, como puede ser la nariz. ¡Asegúrate de que esto no ocurre!
Algunas cámaras más recientes tienen un sofisticado sistema de autoenfoque que les permite reconocer rápidamente la cara de un sujeto e incluso sus ojos. Pero si tu cámara no tiene esta herramienta, no te preocupes. Tiene solución.
Configura tu cámara del siguiente modo:
- Modo de enfoque: AF-S si tu sujeto va a permanecer relativamente quieto. La otra opción es AF-C si vas a fotografiar a un niño o anticipas que habrá movimiento.
- Área de enfoque: Punto único.
- Prioridad en la toma: Enfoque (determina que sólo podrás hacer la foto si la escena está bien enfocada).
Por regla general, y siempre y cuando el rostro de tu sujeto no esté justo enfrente del objetivo, debes enfocar al ojo que esté más cercano a tu cámara.
En cuanto a la composición, no es necesario que tu sujeto mire directamente a la cámara en todos tus retratos. Recuerda el consejo sobre el entorno y crear contexto. En muchas ocasiones, tu sujeto estará mirando en otra dirección.
Cuando eso ocurra, es importante que dejes espacio negativo en la dirección en la que mira el sujeto. Invariablemente el espectador de tu foto dirigirá su mirada en la misma dirección, preguntándose hacia dónde mira el sujeto y por qué. Si no lo haces, la foto perderá fuerza y puede que incluso no funcione.
¿Cuándo deberías de evitar hacer un determinado retrato?
¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que quieres hacer un retrato pero, por alguna razón, dudas entre sacarlo o no?
Quizá sea porque hay algo en esa situación que no te parece adecuado y, tras una breve consideración, decides apagar tu cámara y seguir caminando. O, por el contrario, a pesar de que algo te incomoda, decides seguir adelante y hacer el retrato.
Lo cierto es que un retrato tiene también una parte de ética.
Y como casi todo en Fotografía, hasta dónde debes (o puedes) llegar depende de ti.
Cuando estás de viaje, y sobre todo dependiendo del destino, te enfrentarás a escenas muy delicadas en las cuales tu sujeto puede encontrarse en una situación desfavorecida, o sea víctima de algún tipo de discriminación, injusticia o prejuicio.
El hecho de tener el privilegio de poder contar esa historia trascendental depende del sujeto y de cómo te relaciones con él. De ahí la importancia de que te comportes con respeto, sensibilidad y, por encima de todo, empatía. Ponte en su lugar, ¿cómo te sentirías si fueras tú el que está delante de la cámara?
Por último, piensa que posiblemente, a través de tu retrato y de esa historia que quieres contar puedas contribuir a cambiar lo que has presenciado.
Por eso, antes de disparar, hazte siempre esta pregunta: “¿Me gustaría que me hicieran esta foto?”
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