Que las cámaras digitales nos han hecho cambiar la forma de hacer fotografía creo que es algo en lo que todos coincidimos. Nos ha dado innumerables ayudas y aumentado en gran medida las posibilidades que nos ofrece. Sin embargo, los que hacemos carrera y pasión de este arte sabemos que una buena fotografía nace de la mente del fotógrafo, y por lo tanto no debe ser la cámara la que tome las decisiones por nosotros.
Para llegar a un punto intermedio surgieron los modos semiautomáticos, aquéllos que, dadas una sensibilidad y exposición que queremos, nos permitían elegir la velocidad de obturación o la apertura de diafragma y la cámara elegía el parámetro restante para conseguir la exposición deseada. ¿Pero entonces estamos dejando a la máquina que elija cómo hacer la foto? Sí y no. Lo dejamos a su elección, pero sólo porque juzgamos que no es relevante el tercer parámetro. Y por eso muchos fotógrafos profesionales cuando necesitan velocidad de actuación utilizan los modos de prioridad.
Pero el caso es que el que escribe estas líneas encuentra ambos modos poco prácticos. Jamás los he usado dado que siempre quiero controlar velocidad y diafragma, ya que ambos influyen determinantemente en la creación de mi fotografía. Por ello siempre he utilizado el modo M, de manera que me aseguro de tenerlo todo bajo control.
¿Qué hago cuando necesito rapidez de actuación sin pensar en que quede bien expuesta mi foto? Configuro el ISO en automático. Y os voy a exponer todos mis argumentos para demostraros por qué este uso lo encuentro tan efectivo.
La Sensibilidad es el Único Parámetro No Creativo
Como he dicho, me imagino muy pocas situaciones en las que no quiera controlar la velocidad y el diafragma, pues los dos tienen efectos importantísimos sobre la definición de mi fotografía. Si repasamos cómo afecta cada parámetro:
- Velocidad obturación: controla exposición (mediante el tiempo que está entrando luz) y estática de la foto.
- Apertura de diafragma: controla exposición (mediante el área por la que está entrando luz) y profundidad de campo (zona enfocada).
- Sensibilidad: controla exposición (mediante la ganancia eléctrica en la señal del sensor) y… ¿Ruido?
¿Cuál de estas variables preferiría no controlar? ¿Cuál es menos importante para mi fotografía? Con la velocidad defino si quiero una foto congelada o en movimiento, barrido, larga exposición… Con el diafragma elijo si quiero tener enfocada toda la escena o hacer destacar uno o varios sujetos, además de controlar si quiero buscar la máxima nitidez de mi objetivo. ¿Pero y la sensibilidad? ¿Qué sensibilidad quiero para mi foto? Pues el caso es que, en la mayoría de los casos, y siempre hablando desde mi opinión personal, mi respuesta será “la que me diga el exposímetro que necesito”.
Es decir, yo suelo definir los parámetros creativos y después, leyendo el exposímetro, ajusto la sensibilidad que me falta para la exposición correcta. Y tras años siguiendo estos pasos me dije ¿por qué, si es la cámara la que me dice qué sensibilidad necesito, no dejo que sea ella la que la ponga directamente? Y entonces empecé a darme cuenta de lo rápido que podía trabajar así, preocupándome solamente por los ajustes que determinan mi fotografía sabiendo que siempre quedará bien expuesta.
Cobra especial sentido si tenemos en cuenta que la mayoría de las cámaras incorporan ruedas muy a mano que por defecto controlan velocidad y diafragma, pero para modificar el ISO tenemos que pulsar un botón no siempre muy accesible, y en el peor de los casos hasta entrar en el menú. Con este método, en cambio, podemos cambiar velozmente de una foto de retrato rápida y con mucha apertura para enfoque selectivo, a una foto de calle con todo enfocado, o una foto de barrido… No sabremos a qué sensibilidad se han disparado, ¿pero importa realmente si ha sido a ISO100 o ISO800?
A esta pregunta alguien puede contestar que sí que importa la sensibilidad, porque en valores altos se genera ruido electrónico y perdemos calidad en el color y rango dinámico. Y desde luego que tiene razón, pero con los sensores que hay hoy en día, incluso una cámara de iniciación tiene una calidad más que aceptable hasta ISO 1600 (no digamos ya las profesionales que llegan cómodamente a ISO 12800), y sólo en condiciones de luz muy adversas tendremos que superar esa cifra. Y de ser así, podremos ganar luz variando obturación o diafragma, pero siendo nosotros los que elegiremos de cuál parámetro queremos sacrificar. Además, el ruido es algo que se puede paliar mediante algoritmos informáticos que mejoran cada día. Sin embargo, una foto movida o desenfocada no hay algoritmo que lo salve, al menos a día de hoy.
No, Por Supuesto Que No Se Puede Usar Siempre
Y por eso quiero advertir a toda persona que se esté iniciando en la Fotografía que no use esta opción desde el principio. Es fundamental interiorizar profundamente cómo se relacionan los tres parámetros básicos y entender cómo funciona el exposímetro. Después, y sólo después, podremos permitirnos relajarnos respecto a la sensibilidad en los escenarios que sabemos que podemos hacerlo.
Porque hay muchas situaciones en las que no se puede usar. Por citar la más clara, jamás podremos usarlo en estudio. Lógico, pues ahora contamos con otro parámetro que podemos controlar: la potencia de los flashes, que además la cámara no tiene por qué saber cuál es. Por eso en estudio siempre fijamos la sensibilidad nominal para obtener la máxima calidad.
Tampoco podremos usarlo cuando sepamos que el fondo o luz de la escena puede engañar a nuestro exposímetro. Esto es, cuando haya fondos muy claros o muy oscuros que cambien con frecuencia sin que lo ajustemos en la exposición. En ese caso, el exposímetro puede ajustar la sensibilidad demasiado alta o demasiado baja, dejando nuestro sujeto mal expuesto.
¿Cuándo es especialmente útil? Seguro que los fotógrafos de bodas ya se lo imaginan: en el reportaje social, donde tenemos muchas condiciones de luz cambiantes en poco tiempo. En un instante estamos haciendo fotos a una persona al sol y un momento después a gente a la sombra. Una a los novios al lado de una fuente de luz y seguidamente a los invitados sin iluminación… O bien en fotografía callejera, donde encontramos escenas iluminadas de manera distinta a cada paso.
En estas situaciones, podremos estar preocupándonos sólo de adaptar la obturación y la profundidad de campo con las ruedas, según nos reclame la foto que tenemos en la mente, sabiendo que siempre saldrán bien expuestas. Para mí, en otras palabras, esto significa que nos permite centrarnos en la creatividad y olvidar un poco la técnica. Y eso me parece una maravilla.