Decir que algo es indiscutible es negar la posibilidad de debate. Lo indiscutible tiene base en la evidencia, por lo que si algo es evidente no es discutible.
Nunca me he parado a contar cuantas cosas son indiscutibles en relación con la fotografía. En un recuento rápido se me ocurren varias: como que subir la ISO empeora la relación señal-ruido en toda la imagen, que el conocimiento es importante, o que la fotografía es una afición cara…
Aunque hay una cuestión sobre la que no necesito pararme a pensar, la tengo grabada a fuego. No es otra que la experiencia sensorial que proporciona una fotografía impresa, en buena calidad y con un buen tamaño, es mucho más placentera que la obtenida al verla en un monitor, por bueno que este sea.
El consumo de la fotografía
No deja de sorprenderme como se consume la fotografía.
El nivel de esfuerzo que aplicamos los que realizamos fotos en todo el proceso, pocas veces se ve recompensado con un consumo adecuado de nuestras fotos. Me explico.
Como decía, el esfuerzo es importante. Desde la concepción de la idea, la planificación de los desplazamientos o viajes, los preparativos, la misma toma y, por supuesto, el procesado.
Si ahora nos fijamos en el consumo de las fotos que se comparten, aunque sin cifras exactas es difícil realizar análisis globales, me atrevo a aventurar que simplemente observando nuestro entorno más cercano, a aquellos que conocemos y, en particular, a los que siguen nuestras publicaciones, podemos concluir que el móvil es la herramienta estrella. Al menos en mi caso así lo observo y puedo constatar que la mayor parte de mis conocidos utilizan sus móviles como principal dispositivo de acceso a mis publicaciones. Pocos acceden a ellas a través de un dispositivo tipo tableta o un monitor semidecente y muy pocos –me atrevo a decir que ninguno- lo hacen con uno calibrado.
Observo con incredulidad como para consumir telebasura casi todos utilizamos 40 pulgadas o más y para la fotografía menos de 6, en general; 10, el que usa una tableta; y, unas 22 como media, los que lo hacen a través de monitores de ordenador.
Un bálsamo para ego
La llegada de la era digital se ha llevado por delante la necesidad de imprimir las fotos. En la era analógica tampoco se imprimían todas, ya que las diapositivas eran una opción alternativa a la impresión que contaba con muchos adeptos.
Quizá lo bueno que ha traído la era digital en relación con la impresión es precisamente eso, la eliminación de la necesidad de imprimir todas las fotos, reservándose esa circunstancia para fotografías excepcionales, no sólo por su calidad técnica –incluyo la compositiva, el momento y cualquier otro aspecto que queráis contemplar-, también por valor sentimental.
Por tanto, la ventaja fundamental es que solo se imprimen aquellas que merecen la pena, la nata del asunto, con lo que tu ego sale reforzado cuando observas un buen resultado.
Papeles y papeletas
Descartando algunas posibilidades artísticas y ciñéndonos al papel, debemos considerar que hay papeles y papeletas. No es lo mismo un papel fotográfico de primera calidad que otros más parecidos al papel del periódico.
¿Por qué si tenemos una buena fotografía, sobre la cual hemos trabajado intensamente, en lo primero que piensa mucha gente es en ahorrarse unos pocos euros cuando realmente la mayoría imprimen una de cada 10.000 fotografías?
Hay que considerar que la diferencia entre un papel normalito –no voy a decir malo- y uno decente, en una impresión a 20 cm por el lado largo de la imagen, es irrisoria. Estamos hablando de un coste, con un papel de primera línea, que podría situarse entre los 6 u 8 €.
Por tanto, si lo que quieres es disfrutar de una experiencia sensorial plena, debes documentarte y buscar empresas que realicen impresiones de calidad en papeles también de calidad.
Otros aspectos que afectan a la calidad
La toma. Por supuesto, una buena exposición es importante para garantizar buenos resultados en la impresión. Un selfie realizado con la cámara frontal de un móvil, el que sea, en el interior de un pub o discoteca, no se aproxima a un estándar de calidad adecuado, sobre todo si pensamos en imprimir la foto a un tamaño de ciertas dimensiones.
El ruido. Relacionado con el punto anterior. Aunque el grano que muestre la imagen también depende de la distancia de visionado. Hay quien para observar la foto se acerca a un palmo para buscar vestigios de…, no sé que.
El procesado. Es difícil arreglar una foto mal realizada. No me refiero a la composición, sino a la exposición. Se puede recuperar algo las luces y las sombras, pero no hacer milagros. Además, ciertos procesos aplicados durante el procesado generan imágenes poco realistas o con artefactos que molestan al ser visualizadas: halos y perfilados excesivos por exceso de nitidez, por ejemplo.
La gestión del color. Es un aspecto complejo, pero fundamental. Sin una gestión adecuada, la impresión resultante puede no ser la adecuada. Para los que os iniciéis en este asunto, basta con que localicéis una empresa seria que os informe sobre la mejor forma de preparar el archivo.
Es tu trabajo
Las fotografías que me han pedido para utilizar en algunas publicaciones o páginas web, las he cedido sin mayor problema. Pero se me encienden todas las alarmas cuando alguien me dice que quiere imprimir una de mis fotos.
Lo primero que pregunto es dónde la van a imprimir. Y lo segundo para qué. Si no me satisface la respuesta, la condición es que la imprimo yo, sobre todo si la foto va a estar colgada en algún salón a la vista de los visitantes. No quiero ver la copia impresa con dominantes de color, ni brillos, ni una impresión en un papel de periódico.
Resumiendo
La fotografía impresa es la máxima expresión de la fotografía, el culmen de tu trabajo, la mejor forma de disfrutarla y una experiencia muy gratificante.
Imprime alguna de tus fotos para ti en un tamaño medio –30 cm por el lado largo es un buen tamaño-. Hace tiempo que he decidido imprimir un par de fotos de cada viaje, de cada concierto,…, además de las que ya imprimo por cuestiones familiares.
Busca una empresa que imprima con calidad, que gestione el color y que te pueda ayudar en la preparación de los ficheros para la impresión.
Hazte con un book de tus trabajos, viajes, fotos gastronómicas, conciertos…, impresos en buen papel y a un buen tamaño.
Mira las fotos en papel y disfruta. Muestra a los demás estas fotos impresas, verás cómo cambia su expresión.
Y, por último, recuerda que un equipo reflex modesto –de entrada- puede costar 400 €; la impresión de un par de fotos en un buen papel de vez en cuando no te arruinará.
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