Lo sé, lo sé: todos hemos sentido esa imperiosa atracción por las maravillosas máquinas que vemos en los escaparates de tiendas de fotografía o en las manos de grandes fotógrafos de National Geographic. Algunas pequeñas y exquisitas, como esos artículos de lujo que parece que sólo los privilegiados pueden vestir. Otras, grandes y poderosas, tanto que parecen asegurar que con ellas todas las fotos serán dignas de una valla publicitaria. Pero todas fuera de nuestro alcance, porque son tan atractivas como increíblemente caras.
Y eso te deja con un sentimiento de limitación e insatisfacción, y te hace pensar que por ello nunca podrás hacer fotos tan buenas como las de tus ídolos. Y eso es totalmente falso.
Hoy te voy a dar unos cuantos motivos por los que tu modesta cámara es más que suficiente para crecer como fotógrafo y por los que (probablemente) no necesitas pagar más dinero por una de esas grandísimas cámaras tan profesionales. Por supuesto, estoy pensando que eres un grandísimo aficionado a la fotografía y no un profesional dedicado con un uso exhaustivo de su cámara, pero aún así quizás te haga reflexionar sobre si realmente necesitas todo lo que se paga al comprar este equipo. No dejes de leer porque además te contaré una curiosidad sobre las cámaras que estás viendo sobre estas líneas.
1. No te hará hacer mejores fotos
Voy a hacer una diferenciación que es fundamental para entender este porqué: una mejor calidad de imagen no es lo mismo que una mejor fotografía. Lo primero es una apreciación objetiva que se basa en datos y números, y habla sobre algo que consigue la máquina; lo segundo es una cualidad subjetiva que se basa en lo que transmite y hace sentir al observador, y sólo lo puede conseguir el fotógrafo. ¿Hace falta que te diga cuál es el realmente valioso?
2. Los objetivos son mejor inversión
Probablemente lo hayas escuchado antes pues es una afirmación que mucho los más avanzados y, sin embargo, al principio cuesta creerlo. Los objetivos, a diferencia de las cámaras digitales, evolucionan muy lentamente y tienen una vida útil muy larga. Tanto, que un objetivo moderno con 7 años de uso aún tiene casi todo su valor, y otros con 50 años aún se usan aportando buenos resultados. Además, un mejor objetivo sí puede cambiar drásticamente tus posibilidades fotográficas al permitirte nuevas distancias focales, mayores aperturas de diafragma que aportan más luz y menor profundidad de campo, colores más naturales, mayor nitidez en todas tus fotos, estabilizador que te consiga fotos sin trepidar…
En cambio, una cámara digital tras 7 años de uso se considera obsoleta y al final de su vida útil, por lo que no es una inversión tan rentable. Además, a diferencia de los objetivos, una cámara superior no te abre un gran abanico de nuevas posibilidades fotográficas, como te voy a desarrollar a continuación.
3. Una cámara profesional y una básica tienen prácticamente las mismas funcionalidades
Puede que te parezca una locura, pero es así. Se me ocurren pocas funciones que pueda hacer una cámara réflex profesional y una básica no. Por citar algunas, podríamos hablar de microajuste de foco, opciones de bracketing, control de flashes TTL maestros, personalización de botones… Funciones muy específicas y que, en la mayoría de los casos, son opciones software, por lo que es decisión del fabricante no incluirlo en las gamas bajas. Las opciones fundamentales y que bastan para la inmensa mayoría de los casos como control de obturador, diafragma, ISO, RAW o AF son exactamente iguales en todas las cámaras réflex. Entonces, ¿qué hace la diferencia de precio entre cámaras de gama alta y baja, y por la que mucha gente paga?
4. Pagas por más botones
Una limitación que los dos principales fabricantes imponen en sus cámaras de gama baja son pocos botones y sólo una de las importantísimas ruedas dentadas.
Así, se aseguran que quien quiera un rápido control de las funciones de la cámara se vea obligado a aspirar a una cámara más cara donde sí se incluyan. Sin embargo, los fabricantes menos asentados que intentan hacerse un hueco en el mercado atajan por aquí, sabiendo que con algo sin apenas coste económico como es incluir un buen repertorio de botones personalizables y al menos dos ruedas dentadas en todas sus cámaras se ganan el aprecio de los usuarios.
5. Pagas por una construcción más sólida y hermética
Una cualidad innegable de las cámaras de gama alta es su buena construcción, la mayoría de las veces con una estructura de una aleación de magnesio, que es el metal más ligero que existe. Así, consiguen hacerla más resistente a cualquier golpe y al paso del tiempo, además de que normalmente se construyen de manera hermética para que no le entren agua al sufrir salpicaduras accidentales o lluvia. Esto es fundamental para aquellos fotógrafos que trabajan en condiciones adversas como fotoreporteros o fotógrafos de naturaleza. Pero debes preguntarte si tú necesitas realmente esta protección, cuál es la posibilidad de que tu cámara sufra un fuerte golpe o se moje, y si te merece la pena pagar por esta construcción.
6. A ISO 100 no hay diferencia de calidad apreciable
Y es que dos fotos una al lado de la otra, hechas con la misma configuración, a ISO 100, y con el mismo objetivo pero montado en dos cámaras de gama alta y baja, son prácticamente indistinguibles. A ISO nominal, cualquier cámara reflex actual arroja una altísima calidad, buen rango dinámico y colores. Algunas de mis mejores fotos, de las que estoy más orgulloso, las hice con mi primera cámara de gama baja y aún hoy las uso porque tienen una calidad más que buena ya que son de estudio, con la sensibilidad nominal y el objetivo en su punto dulce. Nadie, con solo mirarlas, podría decir si está hecha con una cámara barata. Y si es tu caso que casi siempre haces fotos con flash o con luz diurna, no notarás tampoco una gran diferencia cambiando el cuerpo de la cámara.
7. Son más grandes y pesadas
Y eso hace que muchos de los poseedores de grandes cámaras profesionales tengan que acabar comprando otra cámara más pequeña para poder llevársela de viaje o para hacer fotos casuales sin destrozarse la espalda. Un verdadero fastidio que los poseedores de equipos ligeros no sufren, y que también deberías contar como ventaja de tu cámara más modesta que perderías si te compras otra con más pretensiones.
8. Ninguna foto ha pasado nunca a la historia por su calidad de imagen
Y para terminar de cerrar estos motivos por los que no necesitas una cámara más cara, me remito al primero que te di para sacar un corolario: con una cámara mejor puede que consigas mayor calidad de imagen, pero pregúntate si realmente la necesitas. La inmensa mayoría de las fotos que hacemos no pasan nunca de las redes sociales, donde su resolución y compresión hacen que sea imposible apreciar todo el detalle que capta una gran cámara.
Si se imprimen, rara vez es para una ampliación que aproveche todos los megapíxeles que ofrecen las cámaras de alta resolución actuales. Y, aunque nuestras foto tuviera la altísima aspiración de ser expuesta en un concurso o galería, ¿quién ha alabado alguna vez una fotografía por su calidad de detalles? ¿Cuántas han ganado un premio por su definición?. En definitiva, sólo los profesionales que tengan que entregar fotos a un cliente que exija calidad de imagen necesitarían todo este potencial.
Y los motivos por los que sí podrías necesitar una cámara más cara
Por supuesto, si hay mucha gente que compra estas cámaras es porque tienen sus razones: que no cumplen la mayoría de los puntos antes expuestos. Es decir, que sí necesitan las funciones específicas que reservan para cámaras más caras, aprovechan todos los botones, necesitan una construcción hermética y resistente, no les importa que sean más pesadas y, sobre todo, necesitan la máxima calidad a ISO alto y la mayor calidad de imagen posible. Porque, al fin y al cabo, lo más importante de una cámara y por lo que pagamos más dinero es el sensor. Su resolución, rango dinámico, profundidad de color y sensiblidad a ISO alto es lo que determinará la calidad de las imágenes, y quien sepa aprovecharlo y apreciarlo, sabrá cuánto vale esto para él.
Y como te prometí, un dato curioso: las tres cámaras Leica de la portada son las cámaras más caras jamás vendidas. En total, se subastaron por 4.7 millones de dólares en 2012.
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