Es una de las maniobras más temidas. Especialmente cuando empezamos a dar los primeros pasos de madurez en la fotografía y nos aventuramos a separar las lentes del cuerpo de nuestra cámara por primera vez. Pensamos que podemos romper algo o que al volver a colocarlas no funcionarán bien nunca más. Y no es sino hasta después de mucho recorrido que comprendemos que ésta es precisamente la razón de ser de las cámaras réflex o las cámaras sin espejo: la posibilidad de cambiar de objetivo tantas veces como queramos según nuestra necesidad.
Sin embargo, aunque es algo que haremos miles de veces y se convertirá en un hábito cotidiano (especialmente para los amantes de la calidad de las ópticas fijas), cambiar el objetivo no deja de ser una maniobra que entraña cierto riesgo al dejar ambos (cuerpo y objetivo) expuestos a unas condiciones para las que no han sido pensadas.
El cuerpo deja una ventana abierta al polvo y la humedad, al igual que los contactos electrónicos y lente posterior del objetivo que carecen de los tratamientos protectores de la lente frontal. Sin olvidar que si no lo sujetamos bien y se nos cae al suelo… Bueno, se forma un nudo en el estómago solo de pensarlo, ¿verdad?
Te Interesa Aprender (y Practicar) el Cambio de Objetivo con Normalidad
Por ello, debemos procurar que nuestros movimientos sean rápidos, eficientes, prácticos y seguros. Cada uno habrá desarrollado su manera de hacerlo, y no pretendo hacer afirmaciones categóricas sobre cuál es la mejor manera. Pero después de ver a muchos fotógrafos hacer auténticos malabares con sus objetivos, sujetándolos con el codo, con el cuello, cambiando la cámara de mano, descolgando la correa…
Creo que pocos se han detenido a optimizar sus hábitos de trabajo. Y por ello voy a intentar daros mis mejores consejos sobre cómo afrontar este proceso de la manera más rápida y a la vez segura que he desarrollado. Me parece algo que, una vez cogida la memoria muscular, mejora nuestra forma de trabajar de manera global.
Encima solo el Equipo Esencial y Siempre Accesible
Mi primer consejo pasa por aligerar el peso que llevamos encima. Es habitual que a una sesión de fotos llevemos varios objetivos, flashes, disparadores, baterías, trípode… Y nuestra mochila o maleta de transporte será de unas dimensiones generosas. Sin embargo, podemos saber cuáles serán los elementos que más usaremos según las condiciones de la sesión. Tal vez sepamos que el 90% de las fotos las haremos con 2 ó 3 objetivos determinados.
Pues bien, yo aconsejo llevar una bandolera con esos 2 objetivos extra, de manera que los tengamos siempre accesibles con la mano. Si no son teleobjetivos no deberían pesar mucho más de un kilo entre los dos y se pueden llevar perfectamente colgados del hombro sin cansar.
De este modo encontramos la solución óptima entre llevar encima una pesada mochila con todo el equipo y que además nos tenemos que quitar cada vez que queremos coger algo, y tener que perder tiempo en ir al lugar donde tenemos todas las cosas si no llevamos nada encima. Además, para este uso no hace falta que gastemos grandes cantidades de dinero en una mochila profesional: podría valer cualquier bandolera o bolso en la que podamos acoplar una funda acolchada. Estas protecciones se venden por unos de 20€ en Amazon, o en tiendas de fotografía.
Considera Usar una Correa de Mano o Grip
Mi segundo consejo, éste mucho más personal y no necesario, es usar una correa de mano o grip en la cámara. Nada me ha dado más libertad de movimiento y seguridad al sujetar la cámara, y casa perfectamente con la técnica que os muestro en este artículo pues nunca suelto la cámara con la mano derecha y puedo preocuparme solo del cambio con la izquierda.
La Técnica: Una sola Mano y siempre Bien Sujeto
Partiendo de la posición en la que estamos trabajando, mano derecha cogiendo el cuerpo de la cámara y la izquierda bajo el objetivo, bajamos la cámara hasta una altura cómoda, apuntamos el objetivo un poco hacia abajo y colocamos la mano izquierda esta vez sobre el objetivo, con la punta del dedo pulgar en el botón de liberar objetivo.
Agarramos firmemente el objetivo con toda la mano, y solo cuando notemos que lo tenemos bien sujeto, presionamos ligeramente el botón. Basta empujar un poco con la punta o la uña. El resto es un movimiento suave de muñeca en sentido horario hasta que el objetivo quede totalmente separado.
Cabe señalar que al presionar el botón parece que no estamos centrándonos en sujetar bien porque no abarcamos todo el diámetro con el dedo gordo. Bien, no hay problema porque solo necesitamos presionar al principio, aún nos queda un cuarto de vuelta hasta que el objetivo esté suelto y podemos aprovechar antes de girar para sujetar firmemente.
El Cuerpo Hacia Abajo
También es importante dejar el cuerpo de la cámara mirando hacia abajo. De este modo evitaremos que se depositen partículas de polvo durante los segundos que quede expuesto. Solo lo levantaremos un poco cuando volvamos a poner el segundo objetivo si necesitamos ver dónde coinciden los puntos. A medida que cojamos práctica apenas necesitaremos mirar estos puntos, lo sabremos simplemente viendo el objetivo que además por costumbre dejaremos siempre en la misma posición, listo para colocar.
Un Vídeo Vale más que Mil Imágenes
Como puede no quedar claro del todo por qué recomiendo esta forma de cambiar objetivos, he hecho un pequeño vídeo en el que poder ver este proceso. Podéis ver que lleva poco más de 5 segundos, de los cuales la mitad es realmente el tiempo que se tarda en intercambiar las tapas traseras de los objetivos. Si tuviésemos mucha prisa porque nos arriesgásemos a perder el motivo de la foto, podemos saltarnos esta parte reduciendo el tiempo a apenas 3 segundos.
Pero en otro caso yo no recomendaría olvidar poner las tapas traseras, pues a diferencia de las lentes frontales que están más preparadas para las inclemencias, llevan parasol y tienen una gran superficie, las lentes traseras son más delicadas y pequeñas, de manera que desperfectos o polvo tienen mucha más repercusión. Por ello, es recomendable llevarlas siempre protegidas.
Espero que os haya parecido útil y que os ayude a sentiros más seguros en este proceso. ¿Vosotros conocéis una manera más rápida y eficaz de cambiar los objetivos de nuestra cámara? Contádnoslo en los comentarios, nos encantará conocerlas.