La forma en la que fotografiamos es tan importante como aquello que fotografiamos, y afecta sin duda alguna a nuestra experiencia fotográfica. ¿Te suena la práctica del mindfulness? Pues en este artículo la vamos a relacionar directamente con nuestra mayor pasión, la fotografía.
Abordaremos esta disciplina desde un punto de vista diferente en el que seremos conscientes y focalizaremos nuestra atención en aquello que nos mueve a realizar fotografías, y en cómo nos sentimos cuando los hacemos. ¿Quieres descubrir esta nueva forma de explorar la fotografía? ¡Pues quédate conmigo!
La Parte Zen de la Fotografía
¿Qué es para ti la fotografía? ¿Tu objetivo (nunca mejor dicho) es exclusivamente lograr una imagen buena? ¿O para ti la palabra fotografía también engloba la experiencia misma? Expresarse a través de ella, planificarla, disfrutar a la hora de tomarla, fijarse en cada detalle...
Porque la fotografía queridos amigos, no es tan solo una bonita afición o profesión, sino que también habla de quienes somos realmente. A través de nuestras imágenes podemos mostrar nuestros gustos, nuestra forma de ver el mundo o incluso nuestra forma de interactuar con él.
Hay una práctica conocida como mindfulness, también denominada atención plena o conciencia plena, que consiste en "prestar atención a los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y al ambiente circundante, sin juzgar si son adecuados". Hoy lo que haremos será aplicar esta práctica a la fotografía y ver en qué puede beneficiarnos.
A continuación, voy a dejarte una lista de las principales cualidades de un fotógrafo consciente o fotógrafo zen.
1. Curiosidad
Punto número uno, la curiosidad. Si hay algo que nos fascina de los niños es la emoción y la pasión con la que se enfrentan al mundo. Para ellos todo es asombroso, sienten curiosidad por detalles que a nosotros nos pasan totalmente desapercibidos, y eso les permite estar en constante aprendizaje.
La fotografía tiene el poder de acercarnos al mundo con otros ojos, permitiéndonos descubrir lugares nuevos y conocer a gente nueva, pero no solo eso. Como ya te hemos dicho en muchas ocasiones, a veces el reto más grande radica en que acudiendo a los lugares de siempre y estando con la gente de siempre, sepas apreciar nuevos detalles que antes te pasaban desapercibidos.
Y es que con la cámara en la mano, podemos convertirnos en auténticos exploradores del mundo, pero para ello tenemos que dejar salir al niño que llevamos dentro. Porque solo siendo curiosos nos atreveremos a explorar nuevos caminos o a entablar conversaciones con personas con las que nos cruzamos cada día y que podrían inspirarnos para nuestra próxima estupenda fotografía.
También siendo curiosos trataremos de encontrar nuevos puntos de vista para encuadrar nuestras imágenes, y esperaremos el mejor momento y la mejor luz del día para dispararlas y obtener resultados distintos a los que estamos acostumbrados. Incluso nos atreveremos a probar nuevas técnicas fotográficas.
La cámara sin duda puede abrirte muchas posibilidades y nuevas formas de ver las cosas, pero solo si tienes la curiosidad necesaria para hacerlo y estás dispuesto a contemplar todo lo que te rodea desde perspectivas diferentes a las que estás acostumbrado.
2. Intuición
Seguir al corazón y no a la razón a veces es el mejor camino a seguir. ¿Cuántas veces te hemos dicho que sigas las reglas de composición a la hora de encuadrar tus imágenes? ¿Y cuántas otras veces te hemos dicho que no las sigas?
Está claro que las leyes, reglas o recomendaciones nos ayudan y guían en infinidad de situaciones, no en vano son como conclusiones extraídas del trabajo de muchos profesionales que se han resumido en pequeñas claves de aquello que funciona mejor. Pero eso no quiere decir que siempre haya que seguirlas, porque no todas las fotografías tienen que ser igual, ni tampoco que expresar lo mismo. Y a veces, el contenido prima más que el continente, y es ahí cuando romper una regla si es lo que necesitamos estará totalmente justificado.
Por supuesto lo aconsejable es que conozcamos bien esas reglas para tener esos conocimientos adquiridos, pero que a la hora de disparar nuestras tomas tengamos el poder de equilibrar nuestro lado más analítico con nuestra visión más artística.
Si tenemos que usar una regla se usará, pero no pensando en que tenemos que hacer la foto siguiéndola, sino que nos salga de manera natural porque así nos lo pide la toma. Y si tenemos que romperla, pues se romperá, porque las reglas no son inquebrantables y a veces rompiéndolas es como obtendremos el mejor resultado.
3. Búsqueda de la Belleza
Un buen fotógrafo sabe buscar la belleza en cualquier rincón por muy feo que parezca, porque tiene el poder de apreciarla donde otros no la ven. La belleza en fotografía no tiene ningún canon, o al menos no debería tenerlo en el sentido clásico.
¿Acaso no puede ser bella una fotografía con una gran carga emocional y una iluminación dramática a pesar de que el sujeto que aparece en ella no sea un modelo de pasarela? ¡En absoluto!
Buscar la belleza significa encontrar algo interesante en lo que otros descartan, y eso es lo que diferencia a los grandes fotógrafos.
Imagina un escenario con dos rosas. Una de ellas en su apogeo y con un color potente, mientras que la otra ya está marchita. Cualquiera que pase por allí se sentirá indudablemente más atraído por la rosa sana, pero ¿acaso la rosa marchita no sigue siendo preciosa? ¿No podemos buscar la manera de crear el clima perfecto o centrarnos en el detalle idóneo para que una fotografía de ella exprese más belleza que la otra rosa?
Se dice que la belleza está en los ojos de quien mira, y no podría ser más cierto. Trata de no quedarte en lo evidente, y mira más allá.
4. Atención Plena
Vivimos en un mundo en el que todo va super rápido y nosotros vamos siempre con prisas y acelerados. Eso nos imposibilita disfrutar plenamente de lo que estamos haciendo, y la fotografía no es ninguna excepción.
¿Cuántas veces os habéis ido de viaje, y al bajar del coche habéis sacado la cámara y empezado a disparar capturas a diestro y siniestro para que no se os escapara nada? ¿Quién no lo ha hecho?
Queremos foto de todo, cuantas más mejor. ¿Acaso cantidad es mejor que calidad? ¿En qué momento hemos llegado a pensar eso?
Al igual que ocurre con nuestra vida, en fotografía también tenemos que pisar un poco el freno. Dejar de obsesionarnos con intentar capturarlo todo con la cámara, y aprender a disfrutar del momento que estamos viviendo y de la fotografía que vamos a sacar.
¿De qué te servirán las miles de fotos que puedes hacer en ese viaje? ¿Qué vas a hacer con ellas? ¿No será mejor tener menos pero que estas estén hechas con mayor mimo?
Piénsalo. Al hacer ese viaje, puede que estés visitando sitios en los que nunca has estado, así que disfrútalos con tu mera presencia también. No los vivas exclusivamente a través de la cámara. Y cuando vayas a realizar tu captura, simplemente tómate tu tiempo, mira a tu alrededor y vive el momento. De esa forma, seguro que descubrirás algún detalle que te ha pasado a primera vista desapercibido y que es el responsable de que la foto que vayas a realizar sea especial y no una más.
Al final no se trata de estar en mil lugares y tener miles de fotos, se trata de vivir y disfrutar del lugar, y gracias a ello sacar la foto que quieres porque estarás mirando en la dirección adecuada.
5. Actitud Positiva
La actitud que tenemos frente a las cosas es muy importante. Ser positivos e intentar ser respetuosos con los demás nos hará conectar mejor con el entorno que nos rodea y sobre todo con la gente.
Si nos llevamos esto al campo de la fotografía... ¿Cómo podemos aplicarlo? Pues te voy a poner un ejemplo sencillo. Puedes ser la clase de fotógrafo que acude a un paisaje de ensueño, realiza su foto, y a continuación arranca las flores que ha incluido en su encuadre para que nadie más pueda sacarlas. También puedes ser un fotógrafo callejero que empieza a retratar a la gente sin importarle si esta se siente incómoda. O un fotógrafo de retrato que realiza las tomas de sus modelos con intención de menospreciarlos. O incluso un fotógrafo nocturno que realiza su foto y una vez termina, si ve que hay otros fotógrafos en el mismo lugar, saca su linterna para molestar y que los demás no puedan conseguir una buena toma.
¿Crees que esto es impensable? Pues te diré que no, aunque lo que se puede conseguir con esta actitud desde luego no será gratificante. La clave está en sumar, no en restar.
La posibilidad de trabajar o compartir afición con otros compañeros fotógrafos es en realidad un regalo, y tenemos que saber apreciarlo. Un grupo de personas que sienten pasión por lo mismo, que pueden estar horas y horas hablando de fotografía sin aburrirse, compartiendo experiencias, ayudándose el uno al otro... Incluso el hecho de enfrentarse a las mismas escenas será como un reto para sí mismos con el fin de encontrar el mejor encuadre y la composición perfecta, algo que seguramente no haríamos si fuéramos solos.
Así que sí, en vez de ver la parte negativa, respira y saca tu mejor sonrisa, porque centrándose en el lado bueno de las cosas seguro que ganas mucho más. Si disfrutas con lo que haces quédate con eso. No tienes por qué compararte con los demás ni entorpecer su trabajo.
6. Búsqueda de la Sencillez
Como fotógrafos, cada vez que encuadramos estamos decidiendo qué es lo más importante de una escena, y en qué tiene que fijarse el espectador cuando observe nuestra fotografía. Por lo tanto, encuadrar significa elegir y destacar una de entre las muchas opciones que tenemos.
Pero elegir no siempre es fácil. Debemos enfrentarnos al caos que nos presenta la vida y saber simplificarla para centrarnos en aquello que realmente merece la pena. Puede ser una historia, una emoción o una idea.
Lo que está claro es que debemos hacer un ejercicio de reflexión, y pensar qué es lo que estamos fotografiando y por qué. ¿Qué nos mueve a apuntar con la cámara hacia esa dirección? ¿Qué queremos transmitir con esa fotografía?
Puede parecer difícil, pero a veces hacerse esas preguntas antes de disparar sin más, nos ayudará a que la imagen tenga un mayor sentido y transmita de forma más efectiva aquello que queremos, evitando distracciones innecesarias.
Además, para evitar las distracciones tenemos muchos recursos fonográficos a nuestro alcance, como por ejemplo acercarnos al sujeto, utilizar ángulos diferentes, buscar el minimalismo o incluso utilizar profundidades de campo escasas. Los recursos los tienes, pero primero tienes que decidir qué es lo importante y cómo vas a mostrarlo en tu imagen.
7. Empatía
También relacionado con el trabajo junto a otros compañeros fotógrafos, es aconsejable que seamos tolerantes. Cada uno sigue su propio camino y a su propio ritmo.
Eso quiere decir, que igual tenemos compañeros que acaban de empezar y llevan un ritmo de aprendizaje más lento, y otros que nos llevan bastante ventaja. ¿Pero qué más da? Podemos aprovechar esto para intentar ayudar a aquellos que tienen menos conocimientos que nosotros, e inspirarnos en los que tengan más.
Porque aunque no te lo creas, aprenderás siempre algo nuevo tanto en un caso como en el otro, ya que cada uno ve el mundo través de sus propias experiencias, y si las compartimos podremos beneficiarnos todos.
8. Aceptación de Sí Mismo
Y por último, otra de las cualidades de un fotógrafo zen es que sabe aceptarse a sí mismo y reconocer en qué punto se encuentra. No debemos obsesionarnos con el fotógrafo que queremos ser, ni compararnos con otros compañeros que sean mejores que nosotros, porque eso no nos beneficiará en absoluto. Si siempre estamos pensando en lo que queremos ser y no en lo que somos acabaremos estresados e insatisfechos con nuestro trabajo.
Como te decía antes, cada uno sigue su propio camino, un camino único, lleno de experiencias únicas que harán que avances y aprendas de un modo distinto al que lo hará otro compañero.
Hay que reconocer en qué punto estamos en este momento y qué nivel de habilidades fotográficas tenemos. ¿Qué se te da bien? ¿Qué te gusta fotografiar? Pues hazlo. Seguro que en el camino aprendes cosas nuevas y te atreves a experimentar con técnicas que desconocías.
Dentro de un año, cuando eches la vista atrás, te darás cuenta de que has cambiado y crecido como fotógrafo, pero no hay por qué correr. Disfruta del viaje que es la fotografía, porque lo importante no es el destino, sino el camino que hay hasta llegar a él.
¿Te Animas a Buscar el Fotógrafo Zen que Llevas Dentro?
Sé que no te he contado nada que no supieras ya, pero a veces hay que pisar el freno y aprender a ser conscientes de lo mucho que disfrutamos de esta pasión que nos une llamada fotografía.
Que fotografiar no significa colocarse la cámara frente al rostro y disparar sin más. Fotografiar implica poner el alma y el corazón en cada foto, expresar cómo nos sentimos ante las cosas, probar técnicas nuevas, buscar la mejor composición para transmitir lo que de verdad queremos en nuestra captura. Fotografiar también significa disfrutar de lo que hacemos, ser curiosos y buscar la belleza donde otros no lo hacen.
Todo esto y más es lo que engloba la palabra fotografía, pero ¿eras consciente de ello? ¡Saca al fotógrafo zen que llevas dentro y sé consciente de cada momento que conforma la experiencia fotográfica!