¿Quién diría que, relajado en la terraza de casa, pudiera surgir de repente una sesión abstracta? El ojo fotográfico no descansa, es algo que llevo comprobando desde hace algún tiempo, quizá desde que me interesa la creación de imágenes. Líneas, texturas, colores, luces y sombras, resultan innumerables los motivos que a lo largo del día pueden llegar a captar nuestra atención, y este hecho nos conduce a una simple reflexión: la fotografía surge en cualquier momento y cualquier lugar.
En el artículo que nos ocupa haremos un breve repaso al proceso creativo que se extiende desde la localización del motivo a fotografiar hasta el resultado final de la serie obtenida, paso a paso, pero quizá debamos repasar previamente algunos conceptos relacionados con lo abstracto, los detalles sin contexto, ¿te animas?
Entendiendo la abstracción
La abstracción supone una corriente artística en sí misma y nos brinda un enorme campo de experimentación, de creatividad, debemos dejarnos llevar por las cualidades de los objetos, permitir que nos atrapen y saber ordenar lo que percibimos en el marco de la composición con la finalidad de expresar, conmover y encarcelar al espectador de la misma forma que el motivo fotografiado lo hizo con nosotros.
Según el diccionario de la Real Academia la palabra abstraer significa: “Separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción”. Es decir: crearemos imágenes a través de la selección de las partes.
Una vez maduradas ciertas nociones básicas sobre fotografía abstracta, ¿qué tal si nos adentramos en cómo surgió esta sesión y los resultados obtenidos?
El proceso creativo
¿Método? ¿Pasos a seguir? ¡Olvídate de eso! El proceso para lograr imágenes abstractas resulta puramente personal, a cada uno de nosotros nos pueden llamar la atención motivos muy diferentes incluso enfocando en la misma dirección, podríamos estar retratando un mismo objeto y obtener resultados completamente dispares, se trata de una conexión íntima entre nosotros y las cualidades disponibles.
Aprender técnica básica en fotografía, imagino que al igual que en otros muchos campos, no supone actualmente un gran esfuerzo gracias a internet: existen cientos de tutoriales sobre cualquier aspecto o modalidad a la que queramos acercarnos, por no hablar de la posibilidad de practicar con el ya clásico “ensayo/error” que nos permite ver nuestro resultados y corregirlos “in situ”, hecho impensable décadas atrás.
Precisamente, éste es el principal motivo por el cual existen en la red infinidad de imágenes técnicamente buenas o muy buenas, pero muy pocas que realmente se introduzcan dentro de nosotros para hacernos sentir, y precisamente este pequeño grupo de imágenes son las que resultan muy difíciles de conseguir, son las que llevan detrás un proceso creativo elaborado, y es que el ojo fotográfico afortunadamente no podemos ejercitarlo a la misma velocidad que el aprendizaje de una técnica concreta, se trata de un viaje a lo más profundo de nuestra mente inquieta, matemática, impredecible e intuitiva.
Toma 1: Fotografía general
En la imagen general o de ambiente que se muestra a continuación, podemos comprobar la ingente cantidad de elementos disponibles y, resulta curioso, mientras escribo estas líneas y repaso las fotografías obtenidas, sigo descubriendo temas que en aquel momento no supe percibir. Quizá, y se trata de una conclusión muy personal, éste sea el mejor ejemplo para ilustrar lo comentado en el párrafo anterior: las sensaciones que nos transmiten determinados objetos nos atrapan, ponen a trabajar nuestro ojo fotográfico y nos aíslan del contexto más inmediato.
En aquella ocasión mis sentidos viraron directamente hacia las luces y sombras que se creaban, por efecto de dos fuentes diferentes de luz, en los palés apoyados en la pared del fondo. Sin embargo, realizando un pequeño recorrido visual a través de la escena, seguro que encontraréis motivos que por sí mismos pudieran protagonizar una sesión abstracta: la barandilla, las formas onduladas del borde de la manta y su motivo rayado, la maraña de ramas perteneciente al arbusto a nuestra derecha o la ondulante ropa mecida por el viento.
¿Te ha llamado la atención algún otro motivo? O ¿quizá te has parado a mirar a tu alrededor en este mismo momento, en la misma habitación en la que te encuentras? ¡Vamos bien entonces!
Toma 2: Acercamiento y exploración de nuestro objeto
Antes de continuar leyendo os sugiero que os detengáis en la siguiente imagen, dedicad un minuto a recorrerla pensando en las posibles abstracciones que podríais crear a partir de lo que vuestros ojos perciben.
¿Ya? A continuación os muestro a dónde viajaron los míos.
Ésta es la vista acotada que tiene el objeto protagonista: existen degradados, luces y sombras definidas, líneas, gamas cromáticas, una amplia variedad de texturas. En el momento de ejercitar nuestra mente abstracta, nuestro ojo suele ir desde lo más general hasta lo más concreto, los detalles más pequeños. Los círculos señalan algunas de las zonas que lograron captar mi atención al presentar ciertas cualidades o, simplemente, por organizarse de una forma determinada. Quizá hayáis coincidido conmigo, quizá no, ésa es la magia de las diferentes formas de “ver” entre comillas.
Toma 3: Acotando las composiciones
Vista ligeramente más reducida de la escena anterior: se torna algo icónica, menos elementos disponibles, ubicamos los listones de madera en puntos que nos resulten agradables.
Toma 4: Color
Sumergiéndonos en la escena, pronto descubrimos que entran en juego dos fuentes de luz con propiedades diferentes: una fría y otra cálida.
Toma 5: Líneas
Líneas verticales y horizontales confluyen, se mezclan, el formato cuadrado también ayuda a componer la escena.
Toma 6: El punto
Un punto de luz aislado también puede ayudarnos a formar una imagen, quizá de mayor simplicidad que las anteriores.
Toma 7: Perspectiva
Vista en perspectiva a través de los dos palés: tenemos color, líneas y un ángulo diferente al resto.
Antes de finalizar el artículo me gustaría subrayar algo: ésta no ha sido una una masterclass sobre cómo obtener imágenes increíbles a partir de la abstracción, de hecho, ni siquiera las imágenes expuestas llegan a convencerme a mí, aunque sí considero que son perfectamente válidas para ilustrar el texto.
La meta tras escribir estas palabras no es otra que hacer una llamada de atención a la posibilidad de fotografiar escenas de nuestro entorno cotidiano, a veces incluso sin salir de casa, profundizar en cómo determinadas luces, colores o formas geométricas aparecen de repente y que con una pizca de abstracción puedan llegar a convertirse en motivos a los que enfocar.
Y no me gustaría despedirme sin algo de inspiración.
¿Queréis conocer algunos autores en cuyos trabajos podáis inspiraros?
Llegados a este punto, espero que algunos de vosotros os hayáis detenido a observar, aunque sea de reojo, la habitación o lugar en el que os encontréis en busca de detalles en los que poder sumergiros. Recordad que la fotografía se manifiesta allá donde existe luz, y quién sabe los matices que puede servirnos en bandeja con sólo fijar la vista en los detalles sin contexto, en cualquier momento, en cualquier lugar.