El trabajo de McCurry se podría redondear con una única palabra: impecable. Sin embargo para entender su arte no sólo hay que basarse en su extraordinaria técnica.
Tal vez sea necesario pensar en un ingrediente básico que forma parte de la personalidad de este fotoperiodista: la empatía. ¿Quieres acompañarme en este recorrido por su obra?
Cada vez que admiro el trabajo de este importante personaje de la fotografía de finales del siglo XX y principios del presente, tiendo a guardar mi cámara con la idea no volver a hacer ninguna foto más para dedicarme simplemente a disfrutar de la gran capacidad que tiene su mirada. Sin embargo, a los pocos minutos de haber abandonado mi equipo, lo recupero pronto porque McCurry tiene el don de animar, de invitar a seguir creando y creyendo.
Su propio trabajo es así: pese a las situaciones en las que en algunos momentos ha fotografiado, donde la esperanza es la última de las invitadas a participar, logra colar un atisbo de optimismo de gran tamaño. Tal vez sea el manejo de la luz y el color, la composición o el momento perfecto, pero yo me quedo con esa capacidad innata que tiene para estar cerca de la gente con la que casi logra radiografiar el corazón.
Primeros momentos
Desde el comienzo de su vida profesional la vida de McCurry ha estado ligada al mundo de la imagen. Estudió Historia de la Cinematografía en la Universidad de Pensilvania, su estado natal, aunque recibió finalmente el diploma en Artes Escénicas en el año de 1974.
Sus primeros momentos como fotoperiodista transcurrieron en un periódico local de Pensilvania (The Daily collegian), aunque pronto viajó con rumbo a Asía, el que será durante toda su carrera el continente predilecto de su cámara, para trabajar como fotógrafo independiente en la India, donde comenzó a sembrar y cosechar uno de sus consejos más repetidos: “Si eres paciente, la gente olvida tu cámara y deja aflorar su alma”.
Pero su carrera se tornó a ser reconocida a nivel internacional cuando cubrió la guerra de Afganistán entre los años de 1978 y 1992, tiempo en donde también cubrió el eterno conflicto entre Irak e Irán y la guerra del Golfo, provocada por Bush padre.
Para penetrar a territorio afgano se vistió con la vestimenta local de aquella región y de esta forma, logro entrar a Paquistán y después al territorio controlado por los rebeldes afganos, prácticamente minutos antes de que entrara el ejército ruso. Los carretes logró sacarlos del país escondidos entre su ropa, cosidos entre los pliegues: fueron las primeras fotografías que dieron la vuelta al mundo mostrando los inicios de aquella invasión. Aquel año, su trabajo no dejó ninguna alternativa para designar al ganador de la medalla de oro del premio Robert Capa de aquel tiempo: McCurry la obtuvo en la categoría al mejor reportaje fotográfico del extranjero.
©Steve McCurry
Y la historia que ha transcurrido a partir de entonces salta de un premio a publicaciones en los mejores medios internacionales, y viceversa. Ha sido el mejor Fotógrafo del Año, según la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa (EEUU), y el premio de World Press Photo se le da bien. Lo ha ganado hasta en cuatro ocasiones. Desde 1985 es fotógrafo habitual de National Geographic y es miembro de la agencia Magnum, a quienes provee incansablemente todas aquellas fotografías provenientes de su mirada intensa y amorosa, donde los actores siempre van de la mano con el contexto, algo que sin duda ayuda a quienes miramos la imagen, a empaparse del lugar que McCurry está narrando. Y nunca es difícil encontrar en su trabajo una gran sonrisa en personas que están viviendo una situación compleja, o una emoción intensa en un momento en que aparentemente no sucedía nada. Esa es la magia de la “óptica” de este artista, más allá de saber que trabaja con Nikon y por momentos con una Hasselblad.
(Retrato de Steve McCurry)
La niña afgana
Si a estas alturas aún no identificas a este autor, tal vez sea momento de hablar de la foto más famosa que ha logrado. Un verdadero icono de la fotografía contemporánea. Se trata del retrato de una pequeña niña de Afganistán que tuvo que huir de su país y trasladarse a los campos de refugiados en territorio paquistaní. Fue ahí, en aquel laberinto de tiendas de campaña, donde McCurry la fotografió, logrando sacarla de su gran timidez y donde seguramente sintió, desde el mismo momento del clic, que esa imagen no sólo sería portada de alguna edición de National Geographic (junio de 1985, para ser precisos) sino una estampa de su propio trabajo y del fotoperiodismo actual.
En aquel momento, esta niña, llamada Sharbat Gula, tenía doce años. Era 1984 y no volvió a saber de ella hasta el año 2002, cuando se reencontraron ambos iconos. Ella convertida en una mujer de 30 años y McCurry en una figura imprescindible de la fotografía. Supo entonces que Sharbat se había casado pocos días después de haber posado frente a su cámara, y que era madre de tres hijos. Esta mujer no se enteró hasta aquel momento que su rostro era famoso en muchas partes del mundo.
Aquel día Steve volvió a fotografiar a Sharbat, 17 años después. Puedes entrar a la web de National Geographic y ver a esta mujer a sus 13 y 30 años, ambas fotos realizadas por supuesto, por McCurry.
El mundo de McCurry
Encontrar el trabajo de este fotoperiodista estadounidense es simplemente sencillo. Se trata de un profesional muy activo tanto en los medios impresos como en internet, e incluso, se organizan exposiciones con su trabajo de forma habitual por diferentes puntos del planeta.
Si te interesa un excelente libro sobre su obra, Phaidon cuenta con una edición impecable, o bien, si quieres escuchar el trabajo de McCurry en su propia voz puedes ver un vídeo en Youtube (con subtítulos en español) donde narra algunas de sus imágenes más importantes. También puedes ser testigo de cómo utilizó el último carrete de Kodachrome, aquella mítica película de diapositiva del siglo pasado. Un documento poético para cerrar el ciclo de quienes comenzamos la fotografía en carrete.
Pero también vale la pena acercarse a su propia web, donde se encuentra gran parte de su trabajo, complementada por un blog en el que semana a semana se aborda su trabajo desde distintas temáticas. Para aprender de su obra y de la fotografía en particular, es un documento invaluable, donde cualquier fotógrafo, ya sea amateur o profesional, puede tener la oportunidad de ver en cada imagen, la magia que McCurry logra obtener en sus imágenes, fruto de la interacción genuina entre él y el sujeto.
©Steve McCurry