Hoy te quiero enseñar 7 de mis fotografías de paisaje favoritas. No solo las he elegido porque me encantan, sino porque creo que cada una de ellas tiene una historia diferente sobre cómo la capturé, desde la planificación, el encuadre y el disparo, hasta el revelado y el procesado posterior.
Todas ofrecen algo diferente que contar, por eso he decidido enseñártelas, analizarlas y explicarte paso a paso cómo las hice. ¿Te quedas?
1. Detrás de Seljalandsfoss
Si tuviera que hacer un top 3 de mis fotografías favoritas, esta estaría entre ellas sin duda. Esta cascada es una de mis favoritas de Islandia, Seljalandsfoss, porque puedes pasar por detrás de ella. La primera vez que fui a Islandia en 2014 me enamoré completamente de ella y cuando volví en 2018, en un viaje mucho más largo y organizado, me pregunté si al amanecer o al atardecer se podría fotografiar el sol justo en frente de ella.
Consulté la app Photopills y efectivamente, al atardecer el sol caía perfecto justo en frente de ella, así que ya planifiqué de antemano la fotografía gracias a esta aplicación. Eso va a ser algo muy importante en muchas fotografías de paisaje, planificarlas de antemano para saber cómo vamos a encontrar situado el sol, la luna o incluso la vía láctea. Así ya podemos organizar el viaje para ir a cada lugar a una hora específica y poder conseguir exactamente la luz y el encuadre que tenemos en mente.
Algo que también es interesante decir de esta fotografía es que fue difícil disparar una larga exposición. Yo soy muy amante de la larga exposición diurna, sobre todo cuando hay ríos y cascadas en la captura. Y por supuesto, quería fotografiar esta preciosa cascada haciendo efecto seda, por eso usé mi filtro ND1000. Sin embargo, fue bastante complicado disparar una larga exposición y, si os fijáis en los datos exif de la foto, veréis que solo pude disparar 6 segundos. ¿Por qué?
Pues porque estamos detrás de una cascada bastante grande y eso significa que allí dentro literalmente llueve, sobre todo los días en los que hay bastante viento (muy normales en Islandia). Intenté hacer exposiciones más largas, de 20 o 30 segundos, pero fue imposible mantener mi cámara seca durante tanto tiempo. Al final, después de mucho intentarlo, conseguí disparar tan solo 6 segundos. Con más segundos la fotografía era completamente inservible.
Afortunadamente, con cascadas tan potentes enseguida se crea el efecto seda, incluso con pocos segundos de exposición, porque la corriente va muy rápido y con mucha fuerza, así que es mucho más sencillo que el agua quede suave aun con pocos segundos.
Finalmente, también me gustaría hablaros del procesado de esta fotografía. Al estar disparando a contraluz y dentro de una especie de cueva (la parte trasera de la cascada), es imposible obtener una fotografía con una exposición equilibrada. Obtenemos irremediablemente una fotografía con una exposición muy descompensada, con un cielo muy brillante frente a un terreno muy oscuro.
Afortunadamente, disparar en RAW nos da un margen de corrección muy grande para corregir este tipo de fotografías, así que disparé con una exposición media, en la que no se quemara el cielo pero tampoco quedaran las sombras completamente negras, para después equilibrar la exposición en el procesado, subiendo las sombras y bajando las altas luces.
2. San Juan de Gaztelugatxe
En mi visita al País Vasco en 2018 sabía que Gaztelugatxe era una parada obligatoria, porque había visto muchas fotografías preciosas allí. Al igual que en la fotografía anterior, también me pregunté por dónde saldría y se escondería el sol, para ver si coincidía bien en la zona y planificar así la ruta para ir a una hora u otra.
Casualmente, justo en la época en la que íbamos (junio) el sol se escondía exactamente por detrás de la isla. Así que de nuevo gracias a Photopills planifiqué esta fotografía antes incluso de salir de viaje, algo ideal para planear la ruta desde casa.
Ya tenía más o menos el encuadre en mi cabeza pero obviamente tampoco conocía el lugar, así que nada más llegar allí empecé a mirar a ver qué encuadre me gustaba más. Esto lo hago siempre cuando llego a un lugar que me gusta, primero encuadro con la mirada, después encuadro con la cámara en la mano y ya decido qué objetivo usar, y finalmente ya planto el trípode (en el caso de necesitarlo).
En este caso sí que lo iba a necesitar porque quería hacer una larga exposición para suavizar las olas del mar. Sin embargo, cuando monté el trípode me di cuenta de que el muro que había delante de mí me molestaba muchísimo. Con la cámara en la mano no le había prestado especial atención, porque era bajo y no me molestaba, pero aunque fuera bajo me impedía colocar el trípode lo suficientemente adelantado como para conseguir el encuadre que quería. Con el muro de por medio no podía captar las rocas de la costa ni el arco más cercano del puente.
Así que cuando nos topamos con estos imprevistos toca improvisar y experimentar. Salté el trípode por encima del muro y le giré la barra central para conseguir sacar la cámara por delante del muro y que así no me molestara para encuadrar. Eso sí, he de reconocer que el trípode no estaba todo lo seguro que debería, así que para evitar sustos y disgustos no solté la cinta de la cámara en ningún momento, por si acaso las patas del trípode se resbalaban de repente. Por supuesto, nuestra seguridad y la de nuestro equipo deben ir por delante de cualquier fotografía.
Otra cosa interesante que contar sobre esta foto es que no es una sola fotografía, sino que es un bracketing de exposición. Al igual que ocurría con la fotografía anterior, al estar disparando a contraluz obtenemos una fotografía con una exposición muy desequilibrada.
En este caso opté por disparar 4 fotografías diferentes con distintas exposiciones, para obtener la información de todo el paisaje bien expuesto, y después ya las fusioné todas usando Lightroom.
Finalmente, cabe destacar que en el procesado le di un estilo orange teal para jugar con el contraste de los tonos del atardecer, tal y como te explicábamos en el artículo "Consigue Fácilmente el Efecto Orange Teal con Lightroom y Photoshop".
3. Post-boda en los Westfjords
Esta fotografía es muy especial para mí, porque es una fotografía de mi luna de miel en Islandia. Como veis, decidimos llevarnos los trajes de novios para intentar hacer una "auto-postboda" allí. Y eso es precisamente lo que os quiero explicar de esta captura, que es un autorretrato.
Coloqué la cámara sobre un trípode, la programé para que disparara con 30 segundos de retardo y, además, la programé para que disparara 10 fotografías seguidas, con un intervalo de unos segundos entre cada una de ellas para que nos diera tiempo a hacer varias poses en un mismo disparo. Después yo me coloqué dentro del encuadre y me puse el vestido de novia. Con el vestido ya no me podía mover ni un paso, la movilidad de esa falda gigantesca es bastante complicada y más en terreno rocoso.
Así que ahora le tocaba el turno a mi marido: pulsó el botón de disparo y vino rápido en esos 30 segundos para colocarse en su sitio dentro del encuadre. Después hicimos diversas poses en las 10 fotografías que disparó la cámara.
Además, algo que también quiero contaros de esta fotografía es precisamente el juego que tiene con el encuadre. Porque aunque parece que estamos ahí al borde de un acantilado peligroso, nada más lejos de la realidad. Ese "acantilado" realmente es una roca no demasiado alta al lado de un fiordo, no era para nada un lugar peligroso. Pero desde la ventanilla del coche vimos su potencial y decidimos parar.
Jugando con el teleobjetivo y el encuadre conseguí que pareciera que estábamos mucho más altos y al borde de un precipicio, consiguiendo así una fotografía mucho más épica en un lugar que así a simple vista no decía nada. Por eso es importante tener el ojo fotográfico despierto y siempre a punto para descubrir fotografías en lugares donde aparentemente no hay nada de interés.
De esta "auto-postboda" también hay otra fotografía que os quería enseñar, por lo curioso de sus parámetros. La hicimos de la misma manera que la anterior, con el trípode y el disparo retardado de la cámara.
Como veis, es una fotografía con efecto seda pero nosotros no salimos trepidados. ¿Es posible o es un montaje? ¡Pues es 100% real! Si os fijáis en los datos exif, la fotografía solamente tiene 1 segundito de exposición, por lo que se puede aguantar perfectamente sin moverte y no salir trepidado.
¿Y con 1 segundo ya conseguimos efecto seda? En esta cascada sí, y en cualquiera que sea lo suficientemente potente. Skógafoss es una cascada muy grande, muy caudalosa y que baja con mucha fuerza. Eso implica que con 1 simple segundo ya consiga hacer efecto seda, gracias a su gran potencia y velocidad.
4. Dentro de Skógafoss
Esta fotografía la hice el año pasado, y también tiene mucho que contar. Skógafoss es una de las cascadas más famosas de Islandia y ya la tenía más que vista y fotografiada. Pero había algo que siempre me había hecho ilusión hacer allí: una fotografía desde dentro del río.
Para hacer fotografías desde dentro de un río es necesario usar un vadeador. Es una prenda que lleva una especie de botas de agua unidas a un pantalón impermeable que se sube hasta el pecho. Con esta prenda no te mojas aunque tengas el agua hasta la cintura, pero eso sí, es una prenda muy pesada, por lo que llevarla en el equipaje del avión es prácticamente imposible.
Afortunadamente tengo un amigo viviendo en Islandia y cuando le conté mi idea me prestó su vadeador. Eso sí, un vadeador de hombre con un pie de la talla 44, cuando yo uso una 39... He de reconocer que entre lo que pesaba y lo grande que era, me costó mucho entrar al río sin caerme; estaba asustadísima por si tropezaba y me caía al agua con la cámara y el trípode, pero bueno, ya estaba allí en medio, ¡no había marcha atrás!
Cuando ya se me había quitado un poco el miedo de repente llegó otro susto: ¡venían directos hacia mí unos trozos de hielo enormes que flotaban en el agua del río! Yo no sabía qué esperar, no sabía si me iban a hacer daño al golpearme, si me iban a tumbar o a romperme el equipo.
Cuando uno de ellos me alcanzó solo pude agarrar el trípode con todas mis fuerzas, afianzar mis pies en el fondo del río y rezar por que el golpe no fuera fuerte. Afortunadamente, en cuanto el hielo me rozó se deshizo... ¡era como granizado! ¡Menos mal! Visto en perspectiva, realmente no fue para tanto, pero esos segundos antes del impacto os puedo jurar que me moría del miedo. No por mí, porque pegarme un culazo y mojarme era lo de menos. Pero si se me hubiera caído la cámara al río, me da un infarto.
Una vez pasado el susto, ya pude explayarme con las fotografías dentro del agua. Falqué bien las patas del trípode entre las rocas del fondo y pude disparar una larga exposición de 30 segundos sin problema. Para ello utilicé un filtro ND1000, para poder disparar una larga exposición diurna. Lo único malo fue que la orilla estaba repleta de gente. Skógafoss es una cascada muy famosa y muy accesible, por lo tanto es muy turística. Nunca la vais a encontrar vacía.
Así que lo que hice fue disparar diversas fotos para tratar de conseguir más zonas de la orilla despejadas, y así después "reconstruir" la orilla sin gente quedándome con los trocitos sin gente de cada una de las tomas. Incluso así, hubo trocitos que tuve que clonar con las herramientas de clonado y corrección de Photoshop, porque no hubo manera de conseguir varios trozos de la orilla libres de gente en ninguna de las tomas.
Gracias a estas técnicas pude conseguir una fotografía libre de turistas... excepto una. Si os fijáis, decidí dejar una chica al fondo, justo en frente de la cascada. ¿Por qué? Pues porque como ya vimos en el artículo "¿Por Qué mis Fotografías de Paisaje no son Atractivas?", muchas veces no podemos apreciar la magnitud de un paisaje enorme en una fotografía, porque no hay una referencia clara de tamaño que nos indique cuán grande es ese lugar. Así que colocando en el encuadre una figura reconocible (en este caso, una persona), nuestro cerebro dota de tamaño al paisaje instantáneamente y así sí puede apreciar de forma automática el gran tamaño de esta cascada.
5. El Salto de Strokkur
Esta fotografía me gusta mucho y además la he elegido por una razón: porque su captura es totalmente diferente a cualquier fotografía de paisaje que os haya enseñado hasta ahora. Las fotografías de paisaje suelen ser relajadas y en la mayoría vamos a poder hacer larga exposición con toda la tranquilidad del mundo. Sin embargo, esto es un géiser (el géiser Strokkur de Islandia), así que su duración es un instante. Por lo tanto los parámetros de la cámara cambian radicalmente.
Para poder capturar el salto de este géiser tuve que configurar la velocidad de obturación muy rápida y tuve que colocar la cámara en modo ráfaga. Pero aun así, no es fácil cazarlo. Este géiser salta cada 10 minutos aproximadamente pero como todo en la naturaleza, no es exacto. Tú lo miras y va haciendo pequeños amagos, ves el agua removerse mucho y dices: vale, está a punto de saltar. Entonces te pones a disparar la ráfaga súper rápida de tu cámara como una loca. Y cuando llevas ya 200 fotos vacías dices... bueno, voy a parar de disparar porque esto no salta. ¡Y cuando paras es cuando el géiser decide saltar! ¡Ley de Murphy!
Afortunadamente el géiser salta cada 10 minutos, así que tampoco es un drama perderse uno de sus saltos. Pero sí he de reconocer que fue complicado cazarlo y que disparé 300 o 400 fotos totalmente vacías hasta que conseguí capturar su salto.
Al igual que en la fotografía anterior, este géiser también es un lugar muy turístico y además se puede rodear casi completamente, por lo que lo puedes ver desde cualquier ángulo. Y eso significa que en cualquier encuadre vas a tener a gente en medio de tu captura. Pero bueno, ¡es lo que hay! Ya he aprendido a resignarme con estas cosas, cuando visitas lugares tan turísticos no te queda otra que aceptar que luego te tocará ir borrando a turistas de tus fotos.
Y eso fue lo que hice, con las herramientas de clonado y corrección de Photoshop luego terminé de dejar limpia la fotografía.
6. Lírida en Cap de Creus
Esta fotografía es uno de mis paisajes nocturnos favoritos. Esta estrella fugaz fue, sin duda, mi mayor y más bonita casualidad fotográfica.
Había ido al Parque Natural de Cap de Creus a fotografiar la lluvia de estrellas de las Líridas. Esta lluvia de estrellas es una de mis favoritas de todo el año porque su radiante es la constelación de Lira, que cae bastante cerca del centro galáctico de la vía láctea. Esto significa que hay una mayor probabilidad de conseguir una estrella fugaz junto a la vía láctea que en otras lluvias de estrellas.
Así que allí estaba yo, encuadrando la vía láctea en mi toma y haciendo pruebas de ISO para ver qué parámetros decidía usar finalmente. Mi intención era decidir qué parámetros usar y ya programar la cámara con un intervalómetro para disparar cientos de fotos y rezar por que alguna estrella fugaz cayera dentro del encuadre.
Y en una de esas pruebas de ISO, de repente, una luz increíble surcó el cielo: la estrella fugaz más grande que yo he visto en toda mi vida. Tan grande fue, que su estela se quedó marcada en el cielo un par de segundos hasta que desapareció. En ese momento yo tenía el corazón en un puño... ¿la había pillado? No hay cosa que más rabia dé en fotografía nocturna que ver una estrella fugaz grande y que no te entre en el encuadre. Estaba casi segura de que sí había entrado pero hasta que no la vi en la pantalla de mi cámara no respiré. Y en ese momento salté, grité y hasta se me saltaron las lágrimas.
Desgraciadamente la capturé mientras hacía pruebas de ISO y estaba disparando a ISO 8000: demasiado elevada. El resto de fotografías de la noche las disparé a ISO 6400, después de las pruebas decidí que ese era el término medio ideal entre marcar la vía láctea y sacar demasiado ruido en la toma. Pero a ISO 8000 sí obtuve más ruido del que me hubiera gustado.
Aun así, después de usar las herramientas de reducción de ruido en el procesado y de retocar la fotografía por zonas usando las máscaras de luminosidad, conseguí que la vía láctea se marcara bastante y sin obtener un ruido demasiado exagerado.
7. Centro Galáctico de la Vía Láctea
Y hablando de fotografías de estrellas, os quería mostrar para terminar esta otra captura, que también es una de mis nocturnas favoritas. Aunque realmente ya no es un paisaje en sí, sino más bien una astrofotografía, porque es un detalle del centro galáctico de la vía láctea. Pero os la quiero mostrar, no solo porque me parece preciosa sino porque también tiene mucha miga que explicar.
Si os gusta la fotografía de estrellas, seguro que sabéis que a causa de la rotación de la Tierra las estrellas empiezan a dejar traza a los pocos segundos de la captura. Cuanta mayor sea la distancia focal a la que disparemos, más pronto empezarán las estrellas a dejar de ser puntos y convertirse en rayitas en nuestra captura. Si disparas con un objetivo gran angular, podrás disparar unos 25 o 30 segundos antes de que las estrellas empiecen a dejar traza. Pero esta fotografía está disparada con un objetivo 50 mm. ¿Cómo pude disparar tanto tiempo de exposición y conseguir que las estrellas aparezcan como puntos?
La respuesta es: gracias a una montura ecuatorial. Ya os expliqué lo que era una montura ecuatorial y cómo usarla en el artículo "Empezando con la Astrofotografía solo con tu Cámara, un Teleobjetivo y una Montura Ecuatorial Barata". Básicamente es un aparato motorizado que se coloca entre la cámara y el trípode y que compensa el movimiento de rotación de la Tierra, dándonos así la posibilidad de disparar muchos más segundos sin que las estrellas dejen traza.
Además, esta fotografía tiene algo más que creo que es interesante comentar: no es una sola fotografía, sino que son 10 fotografías apiladas. ¿Qué significa esto?
En fotografía nocturna solemos tener siempre problemas con el ruido, no solo por el uso de ISOs altas sino también a causa de las exposiciones largas. Uno de los métodos más efectivos, es apilar en el procesado varias fotografías iguales para quedarnos con lo igual y desechar lo diferente.
El ruido, al ser un patrón generado aleatoriamente, será diferente en todas las fotografías y, por tanto, al apilarlas se verá enormemente reducido. Y algo que también eliminaremos gracias a este apilado (porque también es diferente en todas las fotografías) son los satélites y aviones que inevitablemente vamos a capturar cuando fotografiamos el cielo nocturno.
Ya te explicamos paso a paso la técnica del apilado en el artículo: "La Guía Definitiva para Reducir el Ruido de tus Fotografías". Gracias al apilado podemos reducir el ruido de la fotografía de una manera increíble y, por tanto, seremos capaces de contrastar y forzar más el procesado de la fotografía.
Gracias a esto pude conseguir resaltar muchos detalles del bonito centro galáctico de la vía láctea sin que eso significara generar un ruido horrible que estropeara la fotografía.
Esa misma noche, también con la montura ecuatorial y el 50 mm, conseguí otra toma que me pareció increíble y os la quiero mostrar también. Mi primera fotografía de un cometa, el cometa Neowise, que nos visitó el verano de 2020. Jamás creí poder capturar un cometa tan solo con mi equipo normal, un 50 mm. básico y una montura ecuatorial de poco más de 300€.
Sin duda, si os gusta la fotografía de estrellas, la montura ecuatorial es una pequeña gran inversión por todo lo que nos ofrece.
¿Cuál es tu Favorita?
Espero que mi experiencia disparando estas fotografías no solo os haya parecido interesante sino que os haya hecho descubrir nuevos conceptos y técnicas para aplicar en vuestras futuras fotografías.
¿Cuál os ha gustado más?