Cuando empezamos a aprender algo nuevo, antes de ser libres en esa materia, evidentemente, debemos dominar la teoría. Debemos saber cómo se hacen las cosas, debemos saber las normas, las reglas y las orientaciones. Lo mismo pasa con la fotografía.
Antes de convertirnos en fotógrafos debemos dominar la técnica: saber cómo funciona la luz, cómo exponer una imagen correctamente, cómo componer de una manera atractiva cualquier imagen que vayamos a realizar. Pero la fotografía no termina aquí, la fotografía no es sólo técnica y, en realidad, el hecho de centrarse demasiado en la técnica fotográfica puede llevarnos a no evolucionar dentro de este arte.
Apostar seguro con las reglas de composición
Como ya hemos visto en la introducción, todos somos conscientes de que dominar la parte más teórica (y técnica) es muy importante para aprender a desenvolvernos con soltura en cualquier materia que estemos estudiando. En el caso de la fotografía no es distinto, la luz es la base de todo y aprender a dominarla es lo que, sin duda, nos dará los cimientos para, más adelante, poder jugar con ella a nuestro antojo.
Lo mismo pasa con todas las reglas (u orientaciones) de composición. ¿Qué son en realidad? Efectivamente, son pequeñas directrices que nos ayudan a ordenar los elementos que haya en nuestra imagen con el objetivo de hacernos conseguir imágenes más atractivas al ojo humano. Pero nada más. Seguir las reglas de composición es apostar sobre seguro, es no arriesgarse. Y no arriesgarse, en realidad, también tiene sus riesgos.
Creo que la siguiente metáfora me ayudará a explicar todo esto de una manera más llana: cuando jugamos al parchís, existen las casillas que son "seguros". Cuando decides colocar tu ficha en una de estas casillas, el jugador contrario no puede "matar" tu ficha: estás seguro. Pero para poder avanzar en el juego, en un momento u otro deberás abandonar ese seguro. Arriesgarte y acercarte, poquito a poco, a tu objetivo final: el centro del tablero.
Las reglas de composición, en mi opinión, son como esas casillas de seguro: si las aplicas correctamente en tus imágenes, tus fotografías serán correctas, estarás "a salvo fotográficamente". Pero si te mantienes siempre en las casillas de seguro, si siempre aplicas las reglas de composición en tus fotografías sin plantearte si deberías hacerlo o no, no podrás avanzar nunca en fotografía. No podrás acercarte nunca a tu objetivo final: ser un buen fotógrafo.
Experimenta con las reglas de composición para descubrir si funcionan para tu fotografía o, por el contrario, te limitan. Conoce bien todas las reglas para, llegado el momento, poderlas romper adecuadamente.
La obsesión por los datos exif
Los datos exif son una serie de metadatos que la imagen almacena cuando tomamos la fotografía. Si tienes curiosidad sobre los datos exif, hablamos de ellos hace tiempo en este artículo. ¿Para qué sirven los exif? El principal uso que tienen es mostrar los parámetros con los que se tomó la fotografía: la distancia focal del objetivo, la apertura del diafragma, la velocidad de obturación, la sensibilidad iso... incluso podemos saber por los exif si el flash funcionó para esa foto o con qué programa se ha editado la imagen.
Los datos exif son muy útiles cuando empezamos a hacer fotografía, especialmente para hacer una aproximación al hecho de exponer manualmente nuestras fotografías: un buen ejercicio puede ser intentar hacer tu propia versión de fotografías que hayas visto y de las cuales sepas sus datos exif para, así, poderlos usar tú también y ver el efecto de éstos en tu propia imagen.
Sin embargo, considero que llega un momento en la vida de cualquier aficionado a la fotografía en el que los datos exif dejan de aportar información. A medida que te vas adentrando en el mundo de la fotografía, deberías aprender a vivir sin tener esos datos. Es cierto: en algún momento puede interesarte el hecho de saber cómo se tomó tal o cual fotografía pero en la mayoría de veces puedes llegar a saberlo sin tener los datos exif delante. Por poner un ejemplo:
¿Quieres saber cómo se tomó esta fotografía y no tienes a mano los datos exif? Basta con leer la imagen detenidamente:
- De entrada, lo primero que podemos decir es que el flash no se disparó. Si así hubiera sido, las sombras del suelo y la pierna del corredor estarían iluminadas frontalmente. Al saber que no hubo flash, sabemos que había una luz del sol directa filtrada por las ramas de un árbol.
- Por el ángulo que abarca (podemos descubrirlo gracias a la cantidad de reja que vemos) podemos decir que el objetivo usado fue un gran angular.
- Además, se usó un diafragma muy cerrado, pues está perfectamente enfocada tanto la pierna del corredor como los edificios del fondo.
- Respecto la velocidad de obturación, podemos decir que seguro fue rápida. Principalmente porque el corredor, que está en movimiento, está congelado.
- ¿Y la sensibilidad iso? Pues bien, sabemos que había mucha luz (iluminación directa del sol), que se utilizó un diafragma muy cerrado y que la velocidad de obturación fue rápida. Seguramente se usó una sensibilidad iso media: no puede ser iso 100 porque al cerrar diafragma y aumentar la velocidad de obturación, la fotografía necesita más luz para no quedar subexpuesta. No puede ser iso 1000 porque al ser luz diurna directa del sol, en la escena ya había bastante iluminación. Podríamos decir que, seguramente, se usó un iso 400 aproximadamente.
Los datos exif generan una especie de obsesión porque nos dan toda la información que queramos conseguir de una manera automática, sin esfuerzo alguno. Es natural que, si tenemos algo a mano, no trabajemos demasiado para conseguirlo. Pero si "dependemos" de los datos exif, no aprenderemos nunca a leer las fotografías para aprender de ellas. Y saber leer bien una fotografía (no sólo para averiguar cómo fue tomada si no también para entender lo que significa) es muy importante para terminar tomando mejores imágenes.
Fotografías imperfectas que tienen personalidad
Hoy en día estamos acostumbrados a ver fotografías "perfectas". Pero una exposición correcta, el enfoque adecuado y una composición atractiva no lo son todo. En un artículo anterior vimos algunas razones por las que no deberíamos preocuparnos tanto por tomar buenas fotos y es que no deberíamos caer en el error de descartar una fotografía sólo porque esté mal expuesta, desenfocada, trepidada o con una composición que no sea la adecuada. Deberíamos leer la fotografía, ver si tiene personalidad, si transmite algo, si cuenta una historia. A veces, puede ser mucho mejor una fotografía que a primera vista nos pareció "imperfecta", que una imagen estupenda a nivel técnico.
Y esto sirve no sólo a la hora de decidir si una imagen ajena es buena o no. También sirve para nuestras propias fotografías: para decidir si damos por válida una imagen o si la borramos de la tarjeta de memoria. Incluso para decidir que queremos realizar una fotografía borrosa o trepidada porque creemos que, así, la fotografía será más expresiva.
Como dice Michael Freeman en su libro La visión del fotógrafo, "El fotógrafo debería hacer un juicio crítico, no técnico". Nos dicen que el horizonte siempre tiene que estar recto para que una fotografía sea correcta. Si tu decides que tu imagen será mejor con el horizonte torcido, adelante. Eso sí, nunca dejes que el horizonte se tuerza por error, por equivocación o por descuido. Lo mismo con cualquier otra regla de composición: si las rompes, que sea queriendo y con un fin determinado.
En resumen
Hay muchísimas cosas que nos limitan fotográficamente: el escenario en el que trabajemos, las terceras personas implicadas en nuestra fotografía, nuestro equipo fotográfico... incluso el tiempo meteorológico puede impedir que hagamos la fotografía que queremos hacer.
Ya tenemos suficientes limitaciones como para incluir algunas más. Las limitaciones de tipo técnico sólo deberían servirnos como orientación, como ideas que te ayuden a organizar conceptos. Pero nunca deberían ser una cárcel de la que no puedas salir. Sé libre con tu fotografía, experimenta, descubre qué funciona y qué no funciona y, sobre todo, sé tú mismo con tu cámara.