Si te apasiona la fotografía y estás tratando de mejorar poco a poco leyendo artículos, viendo tutoriales, comprando equipo nuevo y probando nuevas técnicas, es posible que en alguna ocasión hayas pensado que no avanzas tanto como te gustaría. Y es que mejorar requiere tiempo, práctica y paciencia.
¿Pero y si estás teniendo algún mal hábito que te impide seguir creciendo como fotógrafo sin saberlo? En este artículo hemos querido recopilar los malos hábitos fotográficos más comunes, para que puedas identificarlos y corregirlos cuanto antes.
1. No Pensar Antes de Disparar
El primer y peor hábito de todos: disparar demasiado y sin pensar. Sobre todo cuando estamos empezando, todo nos llama la atención y todo lo queremos plasmar en una fotografía. Esto se intensifica todavía más cuando hacemos alguna salida fotográfica a algún lugar atractivo. Sin embargo, antes de pulsar el botón de disparo como un descosido, sin casi mirar por el visor (o la pantalla LCD), párate y piensa: ¿qué es lo que quiero transmitir?
En fotografía no basta con pulsar el botón. A no ser que estés fotografiando algo muy fugaz e inesperado, no será recomendable que dispares una foto en pocos segundos. Hay que detenerse primero y analizar el entorno, hacer primero la foto "con tus ojos". Prestar atención a todos los elementos y decidir qué composición, plano y encuadre le sentarían mejor a la toma. Debes visualizar la fotografía antes de dispararla y después analizar la imagen resultante para asegurarte de que has conseguido exactamente la toma deseada, o darte cuenta de en qué has fallado para repetirla corrigiendo lo que no te haya gustado.
Después, en casa también toca reflexionar. Mira todas las fotos que te has traído y elige las que realmente te gustan, las que de verdad consideras buenas fotos. Si eres de los que dispara sin pensar, te darás cuenta de que más de la mitad de esas fotos no merece la pena o no refleja la belleza del lugar. Poco a poco irás aprendiendo qué elementos quedan bien en fotografía y qué elementos solo son bonitos de ver en el momento, o de qué manera captarlos para realmente conseguir una toma interesante.
Así es como poco a poco aprenderás que merece más la pena disparar 20 fotos bien pensadas que 200 sin ton ni son.
2. No Cuidar la Exposición
Es cierto que disparar en formato RAW nos da un margen para poder equivocarnos. Sí, se pueden salvar fotografías subexpuestas o sobreexpuestas gracias al RAW, pero no es esta su función. Su función es garantizarte que en el revelado dispongas de toda la información posible para ajustar la toma a tu gusto, como se hacía en el revelado analógico.
No dejes que la seguridad que da disparar en RAW te impida prestar atención a la exposición y a los parámetros, porque no todo tiene arreglo y no todo queda perfecto. Una toma bien expuesta de base siempre tendrá una mejor calidad y un menor ruido que una fotografía mal expuesta.
Además, si subexpones o sobreexpones demasiado corres el peligro de perder información que no podrás recuperar en las sombras o en las altas luces respectivamente. Después estas zonas, por mucho que las edites, quedarán planas y sin textura o mostrarán aberraciones, ruido o problemas con el color, por culpa de esa pérdida de información.
Así pues, antes de disparar asegúrate de estar en el modo adecuado y de ajustar todos los parámetros correctamente para exponer tu toma lo mejor posible. Por supuesto, siempre habrá situaciones extremas en las que no podrás exponerlo todo bien, como por ejemplo fotografías donde haya un gran contraste entre las luces y las sombras. En esos casos, siempre podrás exponer correctamente los tonos medios, procurando no subexponer ni sobreexponer en exceso el resto de la toma, y posteriormente ajustar la fotografía en el revelado del RAW. Esa sí es su función.
3. No Prestar Atención a la ISO
Este mal hábito deriva directamente del anterior. Si no prestas atención a los parámetros que estás usando a la hora de disparar, muchas veces no te darás cuenta de que la ISO está demasiado alta para la situación en la que te encuentras.
Muchas veces queremos disparar tan rápido que solo nos fijamos en el exposímetro de la cámara y lo ajustamos rápidamente si es necesario usando lo más rápido: las ruedas de velocidad de obturación o de diafragma. Así, olvidamos comprobar si el exposímetro estaba marcando que la toma quedaba sobreexpuesta porque habíamos subido la ISO anteriormente por algún motivo. Este error te dará como resultado una fotografía con un ruido que podrías haber evitado, simplemente mirando atentamente la pantalla de tu cámara antes de disparar.
Lo ideal para que no te ocurra esto, a parte de prestar atención a los parámetros que estás usando, es que cada vez que tengas que usar una ISO alta por algún motivo, cuando termines de fotografiar la bajes otra vez al mínimo. Así aunque no te fijes en la ISO porque necesites disparar muy rápido, no usarás ISOs demasiado altas sin motivo.
4. No Fijarte en el Fondo de tus Fotografías
El fondo es tan importante como el resto de la fotografía, pero a veces estamos tan centrados en sacar perfectamente el centro de interés que olvidamos mirar más allá. Recuerda que el fondo es parte de la fotografía y de él también dependerá que obtengas una fotografía mediocre o una buena fotografía.
Así pues, fíjate bien en el fondo antes de disparar, mientras estás encuadrando y componiendo a través del visor o la pantalla de tu cámara. A veces simplemente con desplazarte un par de pasos o girarte te darás cuenta de cuánto mejora tu fotografía por el mero hecho de haber cambiado el fondo.
Intenta que en el fondo no haya elementos que capten la atención, así como colores llamativos o contrastes lumínicos que puedan distraer. Procura que el fondo acompañe al centro de interés pero que no le robe protagonismo. Si lo ves necesario, juega con la profundidad de campo para desenfocarlo y que así la atención recaiga mucho más sobre tu centro de interés.
5. No Mirar los Bordes del Encuadre Antes de Disparar
Este mal hábito deriva directamente del anterior. De la misma manera que estar tan atentos al centro de interés hace que no prestemos atención al fondo, tampoco solemos tener en cuenta los bordes del encuadre.
Cuando estés encuadrando y componiendo través del visor o de la pantalla LCD de tu cámara, no te fijes solo en la posición del centro de interés en el encuadre, sino en todos los límites del propio encuadre. Muchas veces te darás cuenta de que estás cortando alguna parte interesante o que te entra en el encuadre algún elemento indeseado.
Cuando encuadres en fotografía de retrato, además, ten en cuenta los tipos de plano y recuerda no cortar nunca a la persona por las articulaciones.
6. Sujetar Mal la Cámara
Muchas veces puede que notes una falta de nitidez en tus fotografías. Es posible que te estén saliendo movidas simplemente porque no estás sujetando la cámara como toca.
Debemos sujetar la cámara de manera que ganemos la mayor estabilidad posible, para evitar la trepidación. Recuerda que una cámara réflex no se coge como una compacta, sino que requiere ambas manos. Además puedes seguir una serie de consejos para ganar estabilidad, que ya te contamos en profundidad en nuestro artículo: "Descubre Cómo Sujetar Correctamente tu Cámara y Di Adiós a las Fotos Movidas".
- Pega los codos al cuerpo.
- Usa tu rostro como punto de apoyo cuando mires por el visor.
- Dispara con la espalda recta.
- No juntes las piernas del todo ni descargues el peso solo en una de ellas.
- Flexiona ligeramente las rodillas.
- Busca puntos de apoyo.
7. Dejar Guardada la Cámara por Miedo a que se Rompa
No me malinterpretes, no te estoy diciendo que no debas cuidar tu cámara y tu equipo. Lo que sí te digo es que no deberías renunciar a tomar fotos increíbles por sobreproteger tu cámara o por no contar con los debidos elementos para protegerla. Está claro que bien guardada en el armario o en la mochila la cámara no corre riesgo de romperse o estropearse, pero la compraste para hacer fotos, ¿no?
Siempre y cuando tengas cuidado, no debería ocurrir nada. Simplemente procura estar en un terreno estable cuando la uses y guardarla cuando tengas que desplazarte. También asegúrate de contar con accesorios que te ayuden a proteger tu equipo, como una buena mochila fotográfica, un trípode estable o incluso una armadura protectora.
Proteger los objetivos también será muy importante. No renuncies a cambiarlos por miedo a que se te caigan o a ensuciar el sensor de la cámara. En nuestro artículo "Mis 5 Consejos para Cambiar el Objetivo de tu Cámara de Forma Rápida y Segura" te explicamos cómo poder cambiar de objetivo sin riesgos ni problemas. Además, también te contamos en nuestro artículo "8 Cosas que Puedes Hacer para Proteger el Objetivo de tu Cámara" los mejores consejos para poner a salvo tus objetivos sin tener que dejarlos guardados.
¡Atrévete a sacarle el máximo partido a tu equipo sin miedo!
8. No Planificar tus Tomas con Anterioridad
Muchas veces vemos fotografías increíbles y nos frustramos por no poder conseguir algo parecido. Sin embargo se nos olvida pensar que muchas de esas fotografías no son fruto de la suerte ni de la casualidad. Tienen detrás toda un proceso de planificación.
Cuando vayas a hacer una sesión o una salida fotográfica, no vayas a la aventura. Busca referencias y analiza el lugar, aunque no puedas ir físicamente a él. Encontrarás en internet muchos blogs de fotógrafos viajeros que comparten sus experiencias, e incluso puedes consultar Google Maps o Google Street View para "ir virtualmente" al lugar. Así nada te pillará por sorpresa y podrás planear tomas interesantes antes de estar allí.
También será importante conocer de antemano la iluminación del lugar. Busca por dónde y cuándo sale y se pone el sol para acudir a la hora y a la zona adecuadas.
9. No Poner la Suficiente Dosis de Paciencia
Este punto va íntimamente ligado a anterior. Esas grandes fotografías que tanto nos frustra no conseguir no solo tienen un proceso de planificación detrás, sino también una gran dosis de paciencia. Paciencia en la preparación de la foto y paciencia esperando a que se diera el momento ideal o a que ocurriera lo inesperado.
Paciencia de repetir la toma muchas veces hasta conseguir el resultado esperado, e incluso paciencia también a lo largo del tiempo para poder repetir la fotografía en las condiciones perfectas.
10. Disparar Siempre Desde el Mismo Ángulo
Estamos acostumbrados a disparar a nuestra altura, quizás se deba a nuestra tendencia natural al mínimo esfuerzo. Por eso, si no prestas la debida atención es muy probable que te sorprendas a ti mismo disparando siempre desde la situación más cómoda. Y esa no siempre va a ser la que nos proporcione una fotografía más buena.
Así que analiza bien el lugar antes de disparar y busca el tipo de plano o el ángulo más interesante, aunque requiera agacharse, subirse a una roca o rebozarse por el suelo. ¡La fotografía resultante hará que merezca la pena el esfuerzo!
11. Creer que tus Fotografías No Necesitan Procesado
Una fotografía no está terminada justo después de soltar el botón de disparo. Al igual que antiguamente había que revelar los negativos, hoy en día realizamos ese proceso digitalmente editando la fotografía para darle el aspecto deseado. A este proceso se le conoce comúnmente como "revelado digital", porque precisamente hacemos lo mismo que se hacía en el cuarto oscuro, aplicado (claro está) al formato digital.
Hay muchos aspectos de nuestra fotografía que no podemos decidir a la hora de disparar como el contraste, la saturación, la tonalidad de los colores, la nitidez, etc. Todos estos aspectos se aplican automáticamente desde la cámara cuando disparamos en JPG. Es cierto que puedes elegir algunos perfiles diferentes para tratar de personalizar un poco este proceso, pero son muy limitados. Por eso siempre será más recomendable disparar en RAW y aplicarlos nosotros mismos de manera manual mediante el revelado.
Si quieres aprender lo básico para empezar a revelar tus fotografías, te recomiendo que le eches un vistazo a nuestro artículo "Cómo Retocar una Fotografía en Lightroom en 10 Pasos".
12. Sobreprocesar tus Fotografías
También existe el mal hábito contrario al que acabamos de ver: sobreprocesar las fotografías. Por supuesto cada fotógrafo es libre de revelar sus fotografías como guste, pero sí es cierto que a veces pecamos sin darnos cuenta de exagerados a la hora de revelar nuestras fotografías.
Parámetros como el contraste, la claridad o la saturación suelen proporcionar bastante fuerza a la fotografía, y por eso a veces se nos va la mano con ellos. Sin embargo no nos damos cuenta de que aplicados en exceso pueden llegar a arruinar nuestra toma. Lo mismo pasa con efectos y técnicas como por ejemplo el suavizado de piel, el dodge and burn o el HDR.
Siempre es mejor procesar tus fotografías con mesura, a no ser que estés buscando conseguir un efecto más abstracto o creativo. Recuerda que normalmente el mejor retoque es el que no se nota.
¿Algún Otro Mal Hábito?
Seguro que si no tienes ninguno de estos malos hábitos, has reconocido a tu "yo del pasado" en alguno de ellos, ¿verdad? Son vicios que poco a poco vamos superando a medida que aprendemos y practicamos. Lo importante es siempre pensar antes de disparar para conseguir exactamente la fotografía que hemos visto en nuestra mente y plasmarla tal cual en la realidad.
¿Se te ocurre algún otro mal hábito fotográfico? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!