Hoy vamos a hablar de propósitos. Cuando nos enfrentamos a una determinada sesión fotográfica debemos de tener claras nuestras intenciones, podemos optar por algo convencional o estimulante, por expresar y evocar o simplemente documentar, que el concepto sea claro o ambiguo, debemos definir de la misma forma el estilo y, por último, decantarnos por la improvisación o la preparación.
De todos los propósitos citados me gustaría desarrollar con vosotros la improvisación, que será el tema central de este artículo. “Un día a bordo del Nashira I” cuenta mi historia en uno de los barcos que navega entre aguas de Tenerife y La Gomera con la finalidad de avistar cetáceos, experiencia inolvidable que finalizó con una sorpresa final no esperada, ¿me acompañas?
Un Día A Bordo Del Nashira I: Avistamiento De Cetáceos.
Son las 9:30 am, suena el despertador y, tras un copioso desayuno, me cercioro de recoger todo el material fotográfico necesario previamente preparado el día anterior. La cita con el barco estaba fijada para las 11:30 am, pero aún nos quedaba una hora de camino desde El Médano hasta Puerto de Santiago y convenía no demorarse en exceso. Vamos a hablar de improvisación porque este tipo de viajes están completamente programados, no podía elegir los momentos de luz adecuados, ni la trayectoria del barco con la finalidad de buscar mejores ángulos, sólo disponía de la cámara como instrumento de trabajo y mi capacidad de abstracción para convertir (o al menos intentarlo) momentos “prefijados” en imágenes especiales.
Llegamos a Puerto de Santiago con cierta expectación, para algunos de nosotros era la primera ocasión de ver cetáceos en total libertad, de “re-vivir” momentos tiempo atrás creados en la memoria gracias a los apasionantes documentales que se encargan de acercarnos hasta casa la magia del océano, y no defraudó.
Comienza El Viaje
El escenario de nuestra excursión no podía ser más inspirador, los Acantilados de los Gigantes, paredes basálticas infinitas de hasta 600 metros completamente verticales, no en vano en tiempos de los guanches se los denominó “Muralla del Infierno”.
Abajo, a la derecha, puede apreciarse uno de los barcos que realizan avistamientos frente a las paredes verticales de Los Gigantes.
En la agencia nos aseguraban los avistamientos y, efectivamente, no se hicieron esperar. Tras aproximadamente 15 minutos navegando comenzamos a ver aletas dorsales emergiendo de las profundidades, la sensación era mágica. Había varios barcos cubriendo la zona y a menudo podía escucharse a través de los walkies “hemos visto movimiento en la zona”, en equipo siempre se trabaja mejor pensé.
Vista de las aguas abiertas entre Tenerife y La Gomera.
Fotográficamente aun estaba aclimatándome a la situación, la emoción de “ver” a veces impide centrarte en el plano artístico pero, aun así, existían ciertos elementos con los que poder componer: De un lado teníamos los acantilados, del otro, mar abierto y la Gomera al fondo, todo mezclado con un ir y venir de delfines y calderones que simpáticamente parecían acercarse a saludar.
Emergencia de una de las especies que habitan Los Gigantes, el Calderón.
En el camino pudimos deleitarnos también con otras especies, como ésta tortuga.
Grupo de delfines nadando junto al barco.
Parada En Masca
Llegamos al ecuador del viaje y la programación nos acercó esta vez al corazón de los acantilados, concretamente al final de la ruta que se adentra a través del barranco de Masca donde pudimos pisar tierra firme, comer y darnos un refrescante baño mientras compartíamos sensaciones de la primera parte.
Vista de la llegada al barranco de Masca.
Serían las 16:30 pm cuando el barco volvió a recogernos para reanudar los avistamientos, dejamos atrás los acantilados y volvimos a mar abierto. Ya tenía cierta experiencia del primer contacto, la luz estaba cambiando gracias a que se habían agolpado algunas nubes en la zona y las condiciones parecían tornarse favorables. Mientras tanto, llamó mi curiosidad que algunas aves (la mayoría gaviotas) nos seguían mar adentro. Inmediatamente comencé a imaginar composiciones en las que poder incluirlas, siempre me han gustado las aves en fotografía de paisajes y conseguir integrarlas junto a los acantilados sería increíble.
Una Oportunidad Para Improvisar
¿He dicho que sería increíble? ¡Alguien debió escucharme! Pocos instantes después una gran bandada de aves se arremolinó sobre el barco, quedé abrumado ante semejante escenario. Mientras el resto de pasajeros se deleitaba avistando cetáceos yo decidí centrarme en esta nueva oportunidad, el paisaje parecía de película y me obligó a improvisar. Había aves al fondo, en planos medios y en primer plano casi rozando el barco, ¡es hora de emplear al angular! Pensé.
La utilización del angular introduce perfectamente al espectador en la escena.
¿Os acordáis del artículo sobre “10 claves para añadir más emoción a tus fotos”? La situación reunía tres de las condiciones: teníamos aves como complemento al paisaje, posibilidad de incluir potentes primeros planos y la opción de introducir al espectador en la escena gracias a la utilización del angular, ¡adelante!
Recuerdo que realicé muchas fotografías del momento, todo era vertiginoso (el movimiento del barco, el ir a venir de las gaviotas…) y componer no era fácil pero, a pesar de todo, creo que el espectáculo final mereció la pena y supuso un ejercicio de improvisación muy bueno. Llegaron las 17:30 y partimos de nuevo rumbo al puerto, allí nos esperaba un buen café y muchas anécdotas que contar en buena compañía.
Y vosotros, ¿tenéis alguna excursión que os haya marcado? ¿Alguna anécdota en ellas? ¿Os habéis visto forzados a improvisar en alguna ocasión?