El verano es una de las épocas del año en la que más nos apetece hacer fotos, porque suele coincidir con la época vacacional y además, tenemos más tiempo para practicar con la cámara y disfrutar de nuestras aficiones.
Sin embargo, muchas veces no tenemos una playa cerca para poder hacer un buen posado veraniego, nos sale un día nublado o lluvioso o simplemente no podemos viajar. Es en esos casos es cuando nos toca buscar alternativas y si podemos pasar un rato divertido en familia, ¡pues mejor!
En el artículo de hoy, vamos a intentar recrear una sesión playera en nuestra propia casa. Obviamente, nunca vamos a obtener el mismo resultado que en una ubicación real, pero lograremos tomas muy simpáticas y llenas de color, al estilo de los comerciales de los años 50. ¿Quieres saber cómo he conseguido hacer estas fotos? ¡Te lo cuento!
El Reto: Recrear un Exterior en un Interior
Este es el primer verano de mi hijo Xavier y, coincidiendo con que cumple 9 meses, quería aprovechar para realizar una sesión de fotos Sitter. Este tipo de sesiones se suelen realizar entre los 7 y 11 meses, cuando los bebés ya se mantienen sentados perfectamente e incluso gatean (aunque mi hijo me temo que esto último aún lo tiene como tarea pendiente...)
El problema es que llevar a un bebé tan pequeñito a la playa, con el Sol y el calor, me parecía un poco precipitado. Así que, se me ocurrió la idea de crear nuestra propia playa en casa y ahí es donde surgió el reto de recrear un espacio exterior dentro de un interior (en concreto, en nuestra propia casa).
Ya había realizado antes una sesión newborn y otra de 3 a 6 meses, pero este desafío me ha resultado un poco más complicado. No solo he encontrado más problemas a la hora de iluminar, sino que a la hora de dirigir a un modelo tan inquieto la cosa también se ha complicado bastante más. Veamos paso a paso cómo llevé a cabo la sesión y entenderéis a qué me refiero.
Ambientación del Set
Lo primero que hice fue adquirir un fondo fotográfico estilo playero por Internet, que me costó alrededor de unos 15-20 € en Amazon y que tenía un tamaño de 150x 210 cm. Estas medidas indican que se trata de un fondo vertical, es decir, que además de fondo, incluye una parte de suelo donde poder ubicar al niño sin necesidad de añadir arena u otros elementos.
Además del fondo, también me hice con algo de atrezzo que ambientase todavía más la escena: cubos y palas de playa, una toalla infantil y unas hojas tropicales decorativas. En cuanto a vestuario, un bañador, un pelele y unas gafas de sol serían más que suficiente.
A la hora de montar el set, utilicé una mesa para elevar al bebé y que me resultase más cómodo hacer fotos sin tener que agacharme demasiado. Hasta ahora me había funcionado bien, teniendo un adulto supervisando al bebé, por supuesto.
Sin embargo, al trabajar con un bebé más mayor, con muchísima más movilidad, recomiendo montar el set directamente en el suelo y prescindir de una cama o una mesa elevada para evitar accidentes. Ya os adelanto que a mitad de sesión tuvimos que trasladarnos al suelo porque nos sentimos más seguros.
Pruebas de Iluminación
Una vez montada la escena, llegaba el momento de elegir la iluminación y ahí es donde dediqué la mayor parte del tiempo, a realizar pruebas hasta encontrar la luz más adecuada. Obviamente, si queremos recrear la iluminación que hay en una playa, el Sol debe de ser el protagonista, pero ¿Cómo podemos simularlo?
La luz del Sol en retratos la reconocemos por ser muy intensa, por tener una dirección cenital y por generar grandes contrastes proyectando sombras marcadas en el rostro de los retratados. Esa es la teoría, pero ¿y la práctica?
No sé muy bien por qué, en mi mente yo tenía una idea equivocada del Sol. Desde el primer momento, cuando imaginaba cómo hacer esta sesión, pensaba en utilizar un anillo de luz con el difusor de color naranja, un flash con geles de color amarillo... En definitiva, luces con colores tan cálidos como el fuego del propio astro rey.
Pero mi sorpresa fue que, al hacer las primeras fotos de prueba con nuestro querido amigo el orangután, los resultados que obtenía eran terribles y para nada me daban la sensación de estar en una playa a pleno sol, ni siquiera en un atardecer.
Después de hacer varios intentos con luces continuas y un reflector dorado, me di por vencida. La luz continua no era lo suficientemente intensa, ni siquiera quitando los difusores, así que decidí probar con un flash externo. Primero probé combinándolo con luces cálidas e incluso usando geles de color, pero finalmente con su luz original y, por fin, encontré mi luz de Sol.
Equipo Necesario Definitivo
Por tanto, nuestro Sol ficticio principal iba a ser un flash externo disparado a distancia en un trípode de iluminación. Lo coloqué a unos 45º de forma cenital, por lo que tuve que elevar el trípode todo lo posible y redirigir la antorcha del flash hacia abajo.
Como no quería que el destello del flash fuese demasiado directo e intenso, coloqué un paraguas a modo de difusor, aunque también podría haber utilizado un softbox. El caso es que me sirviese para atenuar la intensidad de la luz y, a la vez, la hiciese más homogénea.
Para poder disparar el flash externo de forma remota, tuve que utilizar un trigger o disparador inalámbrico para flash. Este accesorio es el que permite que podamos disparar nuestras fotos a la vez que el flash se dispara, sin necesidad de que lo tengamos montado en nuestra zapata.
El equipo fotográfico utilizado fue mi cámara réflex y una lente 35mm. Suelo usar siempre esta focal fija porque me aporta mucha luminosidad y para el espacio que yo tengo disponible donde monto el set es la distancia focal perfecta.
En cuanto a la intensidad del flash, hice varias pruebas y decidí que trabajaría con una intensidad bajita, de 1/128 o 1/64 como máximo. Al ser un espacio pequeño y estar colocado tan cerca de la escena, no necesitaba más y tampoco quería incomodar demasiado al bebé.
Finalmente, coloqué un reflector dorado a modo de contraluz, para darle algo de volumen a la figura del niño y separarlo del fondo. Para poder sujetarlo, utilicé un cabezal tipo pinza que se puede instalar fácilmente en un trípode de iluminación común.
El Momento de la Sesión
Cuando ya se izó la bandera azul en nuestra playa (es decir, que ya teníamos la iluminación bien clara) llegó el momento de zambullirnos en la sesión. Como es bien sabido, trabajar con niños es muy complicado y no es posible controlar la situación, por lo que cuanto menos dure la sesión mejor.
Tendremos unos 15-20 minutos disponibles antes de que el bebé se canse, se aburra o se ponga a llorar y sea imposible seguir haciéndole fotos. Por tanto, deberemos de ser rápidos y tratar de lograr nuestras tomas lo antes posible sin dejarnos ninguna pose o esquema de iluminación por probar.
Al traer al pequeño, lo primero que nos daremos cuenta es de que con el peluche todo era mucho más sencillo... Al haber elementos de atrezzo en la escena será más difícil llamar su atención y no podremos evitar que el niño quiera sostenerlos, lanzarlos y (faltaría más) metérselos en la boca.
Así que, en vez de querer quitárselos, prueba a dárselos y que juegue con ellos. Debes asumir que la interacción con los elementos que tenga a su alcance formarán parte de tus composiciones e incluso se convertirán también en los coprotagonistas de la escena.
En lo que a parámetros se refiere, la máxima velocidad que me permitía el flash era de 1/250, aunque me ayudaba a congelar la escena, así que no obtuve prácticamente ninguna foto movida a pesar del continuo movimiento del niño.
La apertura de diafragma necesitaba que fuese reducida para desenfocar el fondo lo máximo posible, pero a la vez sacar nítido al niño, por lo que no la bajé de f/3.2. Y, finalmente, la ISO la mantuve alrededor de 400, por lo que el ruido tampoco fue un problema.
En cuanto a las poses, es obvio que la pose sentado hacia la cámara será la estrella. Intenta, eso sí, no situarlo en el centro de la composición y que no esté del todo frontal a la cámara. Mejor si lo colocamos un poco de lado y dejamos aire en un lado del encuadre, para respetar la ley de la mirada y la regla del movimiento.
Otra postura muy habitual es la de sentarlo de espaldas a la cámara. Si llamamos su atención se girará hacia nosotros y obtendremos tomas muy bellas, que tendrán un aspecto más casual e improvisado. Puedes probar también a ponerlo boca abajo y que gatee hacia ti, pero en mi caso no era una opción viable.
A lo largo de la sesión, fui cambiando los esquemas de iluminación entre el flash y la luz continua del anillo, eso sí sin difusor, para que tuviese una mayor intensidad, más similar a la luz de flash. Aunque las luces continuas al final las utilicé más como luces de ambientación para poder ver y grabar la sesión.
Finalmente, como ya te he adelantado antes, decidimos trasladar el set al suelo y prescindir de la mesa. De este modo pudimos trabajar mucho más tranquilos, aunque siguiera siendo necesario que un adulto se ocupase exclusivamente de la seguridad del niño (algo que es absolutamente imprescindible en cualquier sesión con bebés).
En este caso, bajamos todas las luces hacia abajo y trabajamos sentados en el suelo. El efecto que conseguimos haciendo esto, es que la luz del Sol ficticio fuese todavía más cenital y un poco menos intensa, logrando tomas muy bellas.
También prescindimos de gran parte del atrezzo e incluso probamos a usar otro outfit veraniego. Lo cierto es que al tener una mayor libertad de movimientos y menos estímulos, el niño estuvo más simpático y miró mucho más a cámara.
Revelado y Retoque Final
Después de realizar una selección de las mejores tomas, pasé a revelarlas en Capture One (en tu caso, sería en el programa de revelado RAW que utilices). Lo primero que hice fue ajustar las altas luces y las sombras. Piensa que quiero recrear la iluminación de una playa pero que este sigue siendo un retrato de bebé, por lo que tampoco me interesa exagerar demasiado el contraste ente luces y sombras ni endurecer las facciones del niño.
El ajuste del balance de blancos también será clave para añadir algo de ambientación a la escena. Yo he optado por enfatizar un poco los tonos cálidos y así darle un ambiente más playero y que podamos sentir un poco de ese calorcito al observar la foto (aquel que buscaba con las luces cálidas y que no resultó al principio).
Seguidamente, crearé dos capas independientes para realizar algunos ajustes locales. Hemos trabajado con un fondo lleno de detalles y muchos elementos de atrezzo, así que necesito centrar la atención en el niño. Para ello, crearé una máscara radial interna que englobe al bebé para darle algo de enfoque y brillo, de forma que se focalice la atención en él.
Por otro lado, voy a dibujar otra máscara radial, en este caso exterior, para crear una especie de viñeteo en los bordes de la imagen, bajando tanto el brillo como la saturación y la claridad. También puedo crear otra capa más donde pintar los ojos del bebé y aclarar todavía más la mirada añadiéndole algo de fuerza.
Ahora exportaremos la imagen en TIFF para que se abra directamente en Photoshop y realicemos los últimos retoques. Aquí usaré el Pincel corrector puntual (J) y el Tampón de Clonar (S) para eliminar algunas dobleces que se ven en el fondo y en el suelo. De igual modo, estas herramientas nos servirán para eliminar los brillos en la boca del bebé (las babitas, para ser más exactos) así como legañas o rojuras que pueda tener.
Puedo usar el dedo de la herramienta licuar si hay arrugas demasiado grandes o que llamen la atención, como por ejemplo las que se han creado en la toalla al moverse el niño. Y, por último, puedo desenfocar un poco más el fondo, ya sea con la propia herramienta Desenfocar, o creando una nueva capa donde solo tengas el fondo seleccionado y se aplique un leve Desenfoque de lente.
1, 2, 3... ¡Splash!
Bueno, pues podríamos decir que reto conseguido, ¿no? Como he dicho al principio del todo, no podemos esperar obtener un resultado realista, pero lo que si pasaremos es un rato muy divertido con los peques de la casa capturando unas fotos muy fresquitas.
Lo cierto es que, cuanto más me adentro en el mundo del retrato con luz controlada y, más aún, en el mundo de la fotografía con niños, más respeto siento hacia los fotógrafos que se dedican exclusivamente a este género fotográfico. No resulta nada fácil controlar la luz, los parámetros, la composición y, a la vez, llamar la atención del niño velando por su seguridad.
Pero, de nuevo, me reitero en que la experiencia es muy gratificante y los resultados valen la pena ¿Tú qué dices? ¿Te animas a darte un chapuzón en casa? ¿Habrías planteado la sesión de otra forma o con otra iluminación? ¡Deja tu comentario!