La fotografía deportiva puede parecer que es un área sencilla, en la que obtener fotos espectaculares sea lo normal, pero no es así. Aparte de necesitar un buen equipo fotográfico, conocer el deporte y practicar mucho puede marcar la diferencia. Si además nos centramos en los deportes indoor, o a pista cubierta, la cosa se complica aún más.
Yo siempre digo que lo importante es el fotógrafo y su manera de ver las cosas, y no la cámara o el equipo que tiene. Sin embargo, cuando te pones a hacer este tipo de fotos te das cuenta de las limitaciones que tienen los equipos de gama baja o media.
Como comentaba, los deportes que se celebran en pista cubierta tienen el hándicap de la poca iluminación que hay, a pesar de los grandes focos que suelen iluminar los recintos. A esto hay que sumarle que tenemos que utilizar velocidades de obturación medianamente altas, por lo que no nos quedará más remedio que subir el ISO.
El Equipo Fotográfico
Lo que suele marcar la diferencia en estos eventos suele ser:
- el objetivo utilizado
- el número de fotos que puede disparar en modo ráfaga nuestra cámara
- el valor ISO más alto al que podemos obtener una buena calidad.
Por lo que al objetivo se refiere, lo normal es utilizar un teleobjetivo, es decir, cuanto más zoom tenga mejor, como mínimo 300mm, aunque lo habitual suele estar en 400mm o más. También es útil tener un zoom medio para sacar algún plano general, o en el caso de tener muy cerca la acción. En este tipo de fotografía, la idea es conseguir primeros planos de los protagonistas; además, normalmente no podemos estar muy cerca de los jugadores.
Otra característica que marca la diferencia suele ser su apertura máxima, ya que no sólo son más luminosos, sino que conseguimos menos profundidad de campo, centrando la atención en el jugador, aislándolo del resto. Lo ideal sería tener un objetivo que tenga f2.8 a la máxima apertura, sin embargo se puede disparar a f5.6 sin problemas.
En deporte se suceden acciones muy rápidas, que pueden durar menos de un segundo, para lo cual hay que estar atento. En estos casos, no es suficiente disparar a una velocidad de disparo muy rápida para congelar la acción, sino tener una ráfaga lo suficientemente grande como para poder captar el instante justo dentro de la acción. Lo ideal sería disparar 5 fotos por segundo en adelante. Hay muchas cámaras de nivel medio que disparan 7 u 8 fotografías, siendo las profesionales las que llegan a 10.
Hemos dicho que tenemos poca luz, por lo tanto abriremos el diafragma a tope. Si queremos congelar los movimientos tendremos que usar velocidades de obturación no muy lentas, por ejemplo, 1/500 en adelante. A menos que queramos obtener algo de movimiento en la imagen, por lo que 1/250 estaría bien.
Pero a pesar de todo, las fotos salen subexpuestas, así que no nos queda otro remedio que subir nuestro ISO. En mi caso, lo normal suele ser ISO 1600, habiendo disparado a ISO 6400.
Otro elemento que suele ser indispensable es el monopie, ya que estos objetivos son muy pesados y sería imposible estar más de un rato disparando a pulso. Con este accesorio, es más fácil seguir la jugada y disparar sin apenas trepidación.
Ah, casi se me olvida, no hay que olvidarse de llevar varias tarjetas de memoria. Hay que recordar que se disparan muchas ráfagas y no puedes estar todo el rato mirando las malas y borrando, por lo que es fácil llenar la tarjeta de memoria.
Configurar la Cámara
Lo primero que vamos a hacer es configurar el disparo en modo ráfaga. Además, al menos en mi opinión, hay que asegurarse de que estamos trabajando con tipos de archivo JPEG, ya que ocupan menos memoria que los RAW. De lo contrario no podríamos llegar al número máximo de fotos por segundo que soporta nuestra ráfaga.
Al trabajar con JPEG hay que asegurarse de que el balance de blancos está bien configurado, ya sea introduciéndolo manualmente o dejándolo en auto.
Otro aspecto es el modo de enfoque, que tenemos que cambiar a modo SERVO, de manera que podremos mantener el enfoque sobre el jugador durante la jugada.
Solo falta por seleccionar el tipo de medición. Yo siempre utilizo la medición puntual, y más cuando disparo en JPEG, puesto que con estos archivos es más difícil recuperar las altas luces, y con este tipo de medición me aseguro que exponer bien lo que más me interesa. Aunque la ventaja que tiene fotografiar en interiores es que la iluminación es estable, por lo que una vez hecha la exposición no será necesario volver a cambiarla continuamente.
Un último consejo sería el de disociar el enfoque y el disparo en distintos botones. Esta opción no está disponible en todas las cámaras, pero si la tenéis os lo recomiendo, no sólo para este tipo de fotografías, sino para todas. Lo que conseguimos con esto es poder enfocar pulsando un botón, y poder disparar con otro distinto. De esta manera, cuando tengamos el foco sobre nuestro sujeto, podremos soltar el botón del enfoque, y disparar cuando queramos, que el sujeto seguirá enfocado.
La Ubicación
Un factor que determinará el resultado de nuestras fotografías será la ubicación. Si realizamos las fotografías desde nuestro asiento, lo normal es que todas las fotografías sean iguales, además, estaremos condicionados por el sitio. En estos casos, lo único que podemos hacer es esperar a un momento en el que suceda algo diferente, o tratar de movernos, ya que en ocasiones podemos encontrar otros asientos libres.
Si disponemos de acreditación, entonces tenemos la posibilidad de disponer de una situación más privilegiada, más cercana, aunque rodeado del resto de fotógrafos, con lo que el encuadre será parecido. Aquí es donde la experiencia puede marcar la diferencia.
Lo normal, teniendo acreditación, es poder moverse por el complejo, variando los puntos de vista.
¿Y Ahora Qué?
Ya tenemos el material necesario y hemos configurado la cámara, ahora solo falta conseguir la foto. Como siempre digo, lo primero que hay que hacer es observar la acción. Dependiendo del deporte, verás que se suceden ciertas acciones de manera repetitiva por lo que piensa en lo que quieres fotografiar y espera al momento adecuado.
Como comentaba antes, intenta moverte y cambiar de posición, sino todas tus fotografías parecerán iguales.
Intenta captar momentos únicos e irrepetibles, como el golpeo de una pelota en tenis, el momento en el que un futbolista hace un disparo o un jugador de baloncesto encesta. Seguro que no te sale a la primera, por lo que hay que intentarlo una y otra vez.
Cuando llevas tiempo fotografiando el mismo deporte tienes que hacer uso de la imaginación y probar cosas nuevas. Cuando cubro algún partido de tenis y ya he conseguido las fotografías que necesito, comienzo a probar cosas nuevas, como pueden ser pillar la bola justo cuando bota el suelo, o en el momento del saque, prestar atención a los recoge pelotas, intentar fotografiar cuando la pelota golpea en la red, captar algún gesto o tic del tenista, o incluso estar un rato fijándome en el público para fotografiar un momento único.
Y si no, ¿qué tal si improvisas y pruebas cosas nuevas? Igual te sorprende el resultado.
Mientras estuve cubriendo el Valencia Open 500, me di cuenta de que el conocimiento del deporte que estás fotografiando es muy importante, ya que te ayuda a seguir el juego, te permite imaginar posibles situaciones que pueden darse, te ayuda a saber dónde colocarte, o a pensar en encuadres que de otra manera sería más difícil que se te ocurrieran.
Es cierto que muchas veces la suerte marca el hecho de conseguir una fotografía increíble, sin embargo, la intuición y la experiencia ayudan a que eso suceda.