La fotografía es luz, ¿cuántas veces habremos oído esto? En nuestros inicios la mayor preocupación suele centrarse en que las imágenes no salgan movidas, cómo encuadramos de forma básica, velocidades de obturación y demás aspectos técnicos que, lógicamente, conviene controlar. Sin embargo, siempre he pensado que cuando realmente comenzamos a disfrutar es en el momento en el que nos olvidamos de la técnica y pasamos a observar la luz: ese fenómeno en continuo cambio, lleno de matices y con una capacidad para sorprendernos que a veces no contemplamos.
Por otro lado, existe igualmente cierta tendencia por “tener” como sinónimo de avance en la materia: Cámaras mejores, objetivos punteros o equipos de strobist complejos. Lo respeto, cada uno enfoca su afición en el plano que desea. Si habéis leído algunos de mis artículos me iréis conociendo y tengo una opinión firme al respecto: Si la fotografía es luz, ser fotógrafos significa ser maestros en el análisis y entendimiento de ésta, cómo influye sobre objetos, qué propiedades posee según las condiciones planteadas y de qué forma podemos aprovecharla en nuestros proyectos. Tengo un equipo limitado, quiero considerarme por encima de todo un cazador de luz y hoy vamos a hablar de la fuente más versátil que existe, la luz natural. ¿Te atreves a convertirte en un auténtico cazador de luz? ¡Sigue leyendo!
Momentos del Día: Color y Sombras
La luz natural tiene como fuente un único punto, el sol (también podríamos considerar la luna, pero no vamos a abordar ese tema aun). Sin embargo, se trata de una fuente de luz en continuo movimiento y externa a la tierra, por tanto, se van a presentar una serie de factores que van a cambiar sus propiedades dependiendo del momento del día en el que nos encontremos: afectará el ángulo de incidencia, la presencia de nubes, niebla, polvo e incluso la propia atmósfera, que será la que nos proporcione luz “ambiente” en determinadas situaciones. ¿Lo vemos en un esquema?
¿Os suena la hora azul? ¿la hora dorada? ¡Todas ellas dependen de la luz natural! Y poseen características propias.
Horas Centrales
Cuando el sol se encuentra en el ecuador de su recorrido a través del cielo la luz se torna excesivamente fuerte, se crean sombras duras y el contraste general de la imagen aumenta. Cuando comencé a interesarme por la fotografía, uno de los consejos más habituales era precisamente evitar este horario pero, ¿siempre? ¡Ahora no lo creo! Intento adoptar una postura lógica al respecto: conviene analizar las propiedades de la luz y tratar de concluir si es adecuada o no para nuestro propósito, ¡no vale de nada descartar luces sin un motivo!
Las horas centrales de luz también potencian la viveza de los colores, en este caso el verde en el claro de luz inmerso en el valle.
Otra de las posibilidades cuando nos enfrentamos a condiciones de luz agresivas consiste en “moldearla” a nuestro gusto a través de difusores, reflectores o el apoyo de flashes, como en las imágenes que se muestran a continuación.
Golden Hour: Amaneceres y Atardeceres
Se trata de uno de los momentos del día mejor valorados, ¡no sin razón! Suele ocurrir en la mayoría de aspectos de nuestras vidas, valoramos especialmente lo escaso, especial o efímero y atardeceres y amaneceres reúnen las tres condiciones.
Cuando disparamos en la hora dorada los contrastes se suavizan y podremos incluir de forma sencilla planos en sombra y con luz directa sin poner en apuros al rango dinámico de nuestras cámaras. Fotografía de Addison Monahan.
Las cualidades de la luz en esta ocasión resultan bien diferentes: matices cálidos, sombras suaves y contraste moderado. También denominada “golden hour” u hora dorada, se trata de un momento del día fundamentalmente aprovechado por paisajistas, aunque para retratos también es muy agradecida.
La Hora Azul: Alba y Crepúsculo
En realidad denominamos crepúsculo a ambas situaciones, ese momento en el que aun no ha salido el sol y ya se ha puesto, ese momento en el que pasamos de la total oscuridad a comenzar a atisbar los primeros rayos de luz reflejados en la atmósfera y viceversa.
Personalmente es uno de los que más me gustan, apenas dura media hora y el mundo es azul, ¡la hora azul! Nuestra fuente principal desaparece y lo que nos ilumina esta vez son sus residuos, una fuente tan amplia como el cielo, más tenue pero tremendamente envolvente.
Fotografía de Evgeny Tchebotarev
Técnicamente, su mayor peculiaridad radica en la posibilidad de realizar exposiciones prolongadas por lo que será habitual la utilización de trípode en el caso de paisajes o cierto aumento de ISO para disparos a pulso.
Cuando disparamos en la hora azul en entornos urbanos podremos conseguir atractivas condiciones lumínicas mediante la mezcla de ambas fuentes. Sólo dispondremos de unos minutos, el momento justo en el que las intensidad de luz entre cielo y arquitectura se equiparan.
Los Días Nublados
Me encanta fotografiar en horas centrales de días nublados. Mezcla las propiedades de la hora azul con las de medio día, el cielo se convierte en un difusor de luz infinito con la intensidad justa para el desarrollo de cualquier disciplina. Por otro lado, el contraste se reduce considerablemente y los volúmenes se torna suaves. Por sus características, se suele considerar adecuada para macro-fotografía y retrato femenino.
La Niebla
La luz natural es especial en condiciones de niebla. En cierto modo podría considerarse una potenciación de las propiedades de días nublados: aun menos contraste, mayor suavidad pero con cierta disminución del chorro de luz, lo que nos obligará a utilizar trípode o aumentar el ISO.
¿Lo Resumimos?
- Horas centrales: Luz intensa, blanca y de alto contraste.
- Amanecer y atardecer: Intensidad media, cálida y de contraste moderado.
- Alba y crepúsculo: Baja intensidad, fría y de bajo contraste.
- Días nublados: Luz intensa, blanca y de bajo contraste.
- En condiciones de niebla: Intensidad media, blanca-azulada y de bajo contraste.
Y vosotros, ¿prestáis atención a las cualidades de la luz natural?