Si llegas al mundo de la iluminación artificial por primera vez, esa en la que se usan flashes o focos de estudio para añadir luz a la escena, es muy probable que pienses en la luz que estos focos te van a proporcionar. Luz difusa, reflejada, rebotada, difractada; luz y más luz, pero ¿qué hay de las sombras?
El punto de partida
Dominar la luz no es sencillo, requiere mucho conocimiento y mucha práctica. El flash de mano es el punto de entrada a la iluminación artificial de la mayor parte de los aficionados y de un buen número de fotógrafos profesionales.
Además de asequible, un flash de mano es también muy versátil y, por su puesto, portable. Es, por tanto, el compañero ideal para iniciar este viaje a través de la luz artificial, aunque no debemos desdeñar su potencial en etapas más avanzadas.
Por supuesto, tienen limitaciones, si bien no deben preocuparnos inicialmente.
La aproximación al flash es complicada y son muchos los que abandonan debido a las dificultades, sobre todo aquellos que tratan de aprender de forma autodidacta. Hoy día es fácil encontrar artículos, libros, videos, podcast… sobre su uso; Internet es una fuente inagotable de recursos. La dificultad está en filtrar, pero con un poco de tiempo es tarea fácil.
No voy a insistir con cuestiones ya mencionadas previamente en otros artículos, como qué es el número guía, cómo determinar apertura, potencia y distancia. Si no los tienes claros, debes afianzar esos conocimientos primero antes de avanzar con este artículo.
Para este artículo nos referiremos al flash siempre en modo manual y separado de la cámara.
No todo es luz
No, también existe la oscuridad. Y un poco antes de la oscuridad total nos encontramos con las sombras.
A la hora de iluminar, pocos piensan en las sombras. Y es que las sombras son la base sobre la que debemos construir la iluminación que deseamos obtener, tanto si partimos de una situación de oscuridad total, como si nos encontramos con más de una fuente de luz –la ambiente o la de otro foco.
Hablemos de retrato
Las sombras, su intensidad, son las que determinarán el contraste final de la imagen. Por tanto, para construir la imagen final es importante que determinemos que es lo que vamos a hacer con las sombras, dicho en lenguaje fotográfico, donde vamos a dejar las sombras y, en consecuencia, donde vamos a dejar las luces.
Lo primero que debemos considerar es el diafragma que queremos obtener en cámara. Esta decisión puede obedecer a diversas cuestiones: creativas, a limitaciones del objetivo utilizado, a necesidades “operativas” –por ejemplo que un espacio escaso nos obligue a la utilización de un diafragma cerrado para aumentar la profundidad de campo-, o simplemente a la imposibilidad de gestionar la iluminación ambiente.
El diafragma de las sombras siempre será menor que el de cámara. El de las luces será el mismo o un paso más abierto, dependiendo de si queremos un retrato con el tono de piel normal o más parecido al que se utiliza en fotografía de belleza que ofrece como resultado una piel más “limpia” de imperfecciones, más lavada, respectivamente.
Ya sabemos que la luz se suma. Si tenemos luz ambiente, la luz del flash supone una adición. Por tanto, en el lado de la figura donde impacta la luz del flash, tendremos que la resultante es la suma de la luz existente previamente (luz ambiente o base) más la que aporta el flash.
La luz base
Es la que determina el contraste de la escena. Es la que primero debemos establecer. Con ella vamos a decidir dónde dejamos las sombras, el nivel de las mismas. Cuanto más claras sean menos contraste tendrá la imagen, debido a la que las altas luces nunca podrán superar el límite de blancos, ya que tendríamos las altas luces sobreexpuestas.
La luz base afecta a toda la escena por igual y aunque no tiene porqué ser siempre así, vamos a asumir esta premisa como cierta. Por tanto, la luz base es la que ilumina a todo el sujeto o la escena, la que nos da el contraste, la que determina el nivel de las sombras y la que condicionará la exposición en cámara.
Para medirla lo ideal sería utilizar un fotómetro de mano: es fácil de usar y preciso. Como soy consciente de que no es un elemento disponible por todos, explicaré cómo hacerlo con el fotómetro de la cámara.
Ejemplos de luz base:
- La que existe en una estancia, ya sea natural o proveniente de la iluminación artificial.
- La que existe en el exterior, independientemente de la hora, pero sin que el sol golpee directamente al sujeto.
- La que creamos con un foco haciendo que este ilumine por igual al sujeto, por ejemplo, un foco frontal o rebotado al techo.
La luz principal
Es la que aporta el carácter a la escena, con la que vamos a definir el tono de la piel iluminada. Además, es la que determina la dirección de la luz. Normalmente es la que aportaremos con el flash, aunque, nuevamente, no siempre tiene que ser así.
La ratio de contraste
Es habitual hablar de ratio de contraste en los retratos. Expresan la diferencia entre las luces y las sombras en la cara del retratado.
La ratio se expresa en proporciones o en pasos de luz de diferencia. Los más habituales son: 2:1, 1 paso de diferencia; 3:1, 1,5 pasos de diferencia; 4:1, 2 pasos de diferencia; 5:1, 2 pasos y un tercio de diferencia; 8:1, 3 pasos de diferencia y 16:1, 4 pasos de diferencia.
Así, si tenemos una ratio 2:1 sabemos que la zona iluminada por la luz principal recibe el doble de luz que la zona iluminada únicamente por la luz base. Como la luz se suma, basta con que el flash (que será nuestra luz principal) rinda la misma potencia que la luz base.
Veamos algún ejemplo
Supongamos que nuestro escenario es el interior de una habitación con luz ambiente proporcionada por una ventana orientada al norte (en mi pueblo del hemisferio norte no entra el sol a través de ella).
Puestos a suponer, suponemos que tenemos un modelo en el medio de la estancia y un flash con número guía 60 (podría ser 42, 54 o cualquier otro).
Además, también vamos a suponer que la luz base, medida en ambos lados de la cara de nuestro modelo, arroja una medición de ISO 800, f/2.8 y 1/125; medida con un fotómetro de mano que mide la luz disponible. Quiere esto decir que si configuramos estos mismos parámetros en cámara, la exposición estará perfecta; cada tono caerá donde le corresponde, ya que el fotómetro de mano indica la luz que recibe la escena, que es la misma para todos los tonos.
Si vais a utilizar el fotómetro de la cámara tendréis que: ponerlo en medición puntual y medir sobre un tono conocido que podáis exponer correctamente, es decir, que la exposición configurada en cámara coincida con la representación real del tono. Me explico: si realizas la medición sobre un papel blanco –que no es lo mismo que un folio en blanco- tendrás que ajustar –en Raw- la exposición en +2 pasos y 1/3. Lo más sencillo es decirle a vuestro modelo que sujete el papel al lado de su cara y midáis sobre él, corrigiendo la exposición en más dos pasos y 1/3 – aunque vamos a dejarlo en 2 para facilitar los cálculos que vienen a continuación. La exposición resultante será: ISO 3200, f/2.8 y 1/125 o, por reciprocidad, ISO 800, f/2,8 y 1/30. Si le quitamos dos pasos obtendremos la luz disponible para el tono medio, lo que midió el fotómetro de mano.
Ya sabemos cuál es la exposición de la luz disponible.
Exposición en cámara
Una cosa es la exposición que arroja la luz disponible y otra la que queremos en cámara que, como ya indique, pude obedecer a criterios diversos.
Supongamos que nuestro objetivo solo abre hasta f/5.6. Dos pasos de luz menos que la luz ambiente (ISO 800, f/2.8 y 1/125). Por la ley de reciprocidad podemos jugar con los parámetros para dejar la exposición final en cámara en ISO 1600, f/5.6 y 1/60. Pero claro, la ISO se nos dispara algo más de lo deseable y la velocidad es un poco baja para asegurar una imagen sin trepidación.
Lo cierto es que si no puedes incrementar el nivel de exposición de la luz base esta será limitante para tus pretensiones creativas.
Esto no ocurre si no usamos la luz ambiente, si podemos disponer de un flash adicional o si podemos añadir algún reflector –aunque estos últimos son más difíciles de controlar.
Ratio 2:1
El flash debe aportar la misma iluminación que la luz ambiente, es decir un diafragma 5.6, ¡ojo, con un ISO 1600!
Recordemos que el número guía es 60 a ISO 100, 1/1 de potencia, f/1 y 105 de zoom. Dividiendo el número guía entre la apertura en cámara obtenemos la distancia, en metros, a la que debemos situar el flash. 60/5.6 = 10,7 m, lo que parece un tanto excesivo para un interior. Por tanto, podemos reducir la potencia para acercar el flash: cada dos pasos de potencia reducimos la distancia a la mitad. Así, a ¼, lo situaremos a 5,35 m; a 1/16, lo situaremos a 2,67 m; y así sucesivamente hasta la potencia más baja.
Pero no nos podemos olvidar de que también estamos trabajando con valor ISO de 1600. A los efectos colaterales de una ISO elevada debemos de sumar el hecho de que la ISO también afecta a la exposición del flash. En consecuencia, por cada dos pasos de ISO duplicamos el alcance del flash.
Según los cálculos anteriores a 1/16 de potencia tenemos un número guía de 2,67 m para ISO 100, para ISO 1600 tendremos 10,68 m. Esto supone que todavía debemos bajar más la potencia.
Resumiendo
Primero decide el diafragma que quieres obtener en cámara.
En segundo lugar, decide el nivel de iluminación de las sombras: la ratio de contraste.
En tercer lugar, decide la exposición para las luces: tono medio o un paso por encima.
Y cuarto, y último, haz pruebas y más pruebas. Y cuando termines sigue probando. Ten en cuenta que ante un retrato a alguien desconocido el tiempo no es infinito y tendrás que resolver todo esto en minutos y ajustar la exposición con 2 o 3 disparos.