La imágenes digitales pueden encontrarse en multitud de formatos, desde el conocido JPEG, pasando por RAW, TIFF hasta GIF, PNG, etc.
En este artículo haremos un recorrido entre los formatos más utilizados en fotografía digital, conociendo cuáles son las particularidades de cada uno y propondremos un flujo de trabajo donde no perdamos calidad en el imagen final durante el mismo.
Características de los formatos digitales
Antes de hablar de los diferentes formatos de imagen digital, cabe resaltar que estos se diferencias en dos características básicas:
- Compresión: si la imagen ha sufrido algún proceso mediante algoritmos para reducir su peso. Algunas compresiones llevan aparejadas pérdidas de calidad.
- Profundidad de color: el número máximo de colores que puede contener una imagen.
Formatos habituales en fotografía digital
En fotografía digital encontramos cuatro formatos predominantes:
RAW
Es un formato que contiene la totalidad de los datos de la imagen captada por el sensor digital de la cámara.
Para trabajar con estos archivos, es necesario disponer de un software adicional, ya sea uno ofrecido por los propios fabricantes de las cámaras o algunos tan conocidos como Lightroom, Aperture, etc. Y es por esto que se le conoce como el negativo digital.
Es un formato propietario, cada fabricante nos ofrece el suyo, y todavía iniciativas como OpenRAW (o DNG) que trata de homogeneizar el formato no han triunfado.
Es un formato pesado, a pesar de que en ocasiones se aplica algún tipo de compresión sin pérdidas y su profundidad de color alcanza los 48 bits. Las cámaras disparan normalmente a 12 o 14 bits.
Es el formato ideal a la hora de sacar nuestras fotografías, ya que en el revelado o postproceso siempre se puede retornar al original, y no sufre ningún tipo de pérdida de calidad en su manipulación.
TIFF
Es un formato de almacenamiento sin pérdidas, siendo un formato que ofrece mucha calidad. Admite trabajar con capas, una profundidad de color de hasta 64 bits (las cámaras disparan que disparan en TIFF, lo hacen normalmente a 8 bits) y son archivos muy pesados, pero ofrecen algoritmos de compresión sin pérdidas consigue reducir su nivel de espacio.
PSD
Se trata del formato nativo y propietario de Adobe, para trabajar con Photoshop. Se catalogan también dentro de los archivos sin pérdidas, permiten trabajar con capas, una profundidad de color de hasta 64 bits y nuevamente son archivos muy pesados, pero de muy alta calidad. En general, los archivo PSD y TIFF son indiferentes en su uso, ya que la calidad obtenido a través de los mismos es muy similar.
JPEG
Es el formato más popular tanto en Internet como para llevar nuestras fotos a imprimir. Es un formato con compresión con pérdida de calidad, pero los archivos finales ocupan muy poco espacio. El grado de compresión se puede elegir. La profundidad de color normalmente es de 8 bits.
Cualquier proceso que se realicé sobre un archivo JPEG y se almacene, degrada su calidad, por lo que su único uso debería ser como archivo de salida final, sin efectuar ninguna modificación sobre el mismo, en un proceso que busque calidad de imagen.
Video donde se abre y guarda un archivo JPEG en ciclos hasta 500 veces para ver su degradación.
Lo que debemos tener claro es que no hay que decantarse por usar un solo tipo de archivo todo el tiempo, sino que la mejor opción es complementarlos todos en un flujo de trabajo que nos garantice la mejor calidad de imagen en el archivo final.
Flujos de trabajo combinando formatos de imagen
A continuación les presento un ejemplo de flujo de trabajo, para que cada uno lo adapte o tome ideas para el suyo propio:
1) Caso de una fotografía sin procesado en Photoshop
Lo primero que haremos será sacar la fotografía en RAW, garantizando así el conseguir la mayor cantidad de datos posible.
El archivo RAW lo revelaremos usando el revelador que más nos guste, ya sea LightRoom, Aperture, etc. controlando el balance de blancos, la exposición, el contraste, etc. todo de manera no destructiva.
Una vez tengamos la foto final, exportaremos a JPEG para compartirla en Internet o llevarla a imprimir. También podremos llevarla a imprimir en TIFF o guardarla en esta extensión en nuestro disco duro. Personalmente prefiero guardarla en JPEG, ya que ocupa menos espacio, y si conservamos el RAW editado, siempre podremos exportar una nueva copia en TIFF si fuera necesario.
2) Caso de una fotografía con procesado en Photoshop
Volvemos a revelar el archivo RAW de manera no destructiva.
Si la fotografía necesita un retoque mas exhaustivo, con capas, retoque por zonas y grandes modificaciones, exportaremos el RAW retocado a Photoshop, y esté, una vez terminado lo guardaremos como TIFF/PSD.
Como último paso, volvemos a guardar nuestra fotografía en JPEG para compartirla.
En este caso y si queremos conservar los ajustes de las capas, deberemos conservar el TIFF/PSD, pero sabiendo que el archivo resultante será muy pesado, más si lo guardamos respetando cada una de las capas sin fusionar.
Conclusión
Con este artículo lo que se pretende es que tomemos conciencia de que si queremos alcanzar la máxima calidad en nuestras fotografías, deberemos crear un flujo de trabajo que lo permita.
Esto es, entender que cada formato de archivo tiene su función específica y sus características, lo que hace a cada uno de ellos perfecto para un determinado momento de la toma y procesado de nuestras fotos.