En dzoom nos encanta todo lo que sirva para ahorrar. Somos los primeros que hemos sentido esa fiebre por tener todos los accesorios fotográficos del mundo para probar todo lo que se puede hacer con la luz y la fotografía, pero también hemos sufrido al ver el precio que tienen muchos de esos accesorios. Y es que ésta es una afición bastante cara.
Por eso, nos encanta echar mano de la imaginación e ingenio para conseguir moldear la luz a nuestro antojo con lo que tenemos alrededor, consiguiendo casi el mismo efecto que con material profesional. Y hoy quiero traeros una selección de los mejores trucos que he hecho a lo largo de los años, algunos porque los vi en Internet y otros porque se me ocurrieron sobre la marcha. De hecho, algunos aún los uso hoy día.
1. Parasol del coche como reflector
¿Alguna vez te ha pasado que, colocando el parasol del coche, éste que se pone debajo del parabrisas para que no se caliente mucho al sol (yo vivo en Sevilla, aquí hace un calor de muerte), te ha resultado extrañamente familiar? A mí sí, cada vez que desplegaba este parasol me recordaba inmediatamente a un reflector 5 en 1. Porque, además, da la casualidad de que el mío tiene reflectante dorado por una cara y plateado por la otra, ¡justo como la mayoría de reflectores! Y os aseguro que el efecto es prácticamente el mismo, es igual de ligero y lo tenéis en la guantera de vuestro coche.
2. Platos de plástico como beauty dish
Dos platos de plástico de cumpleaños, unos palillos de dientes y un minuto de manualidades son todo lo que necesitas para tener un auténtico beauty dish improvisado. A un plato recórtale un círculo de diámetro un poco más grande que la boca del flash, y al otro hazle un rectángulo de las mismas dimensiones que la cabeza del flash, para que entre con poca holgura. Cuanto más grandes sean los platos, mejor. Y, si quieres, el trozo circular puedes hacerlo doble para que sea más opaco.
3. Bote de patatas como snoot
Este famoso bote de patatas con forma de tubo con el interior reflectante es ideal para focalizar la luz de nuestro flash (snoot). Y ya no sólo por su forma, sino por su diámetro: tiene las dimensiones justas para que encaje casi sin holguras en la cabeza de un flash strobist o un flash de estudio. Hace tiempo le dediqué un artículo entero a todos los posibles usos que tiene este bote, así que si quieres ver más configuraciones échale un vistazo.
4. Tubo papel higiénico como tubo extensor
Éste requiere un poco más de manualidades, pero los resultados merecen la pena y sólo tardarás 15 minutos. La intención es alejar el objetivo de nuestro plano del sensor, de manera que la proyección de la imagen se agrande y la distancia de enfoque se reduzca. Y para canalizar la proyección de luz nos basta con un tubo opaco como el que tiramos tras gastar el papel higiénico.
Así, basta con unir la montura trasera de un objetivo a un lado del tubo y poner el otro extremo del tubo en la montura de nuestra cámara, como te muestra el vídeo. Así de sencillo. Las manualidades vienen si quieres formar un conjunto sólido, para lo que puedes usar cinta adhesiva para fijar el tubo al objetivo. Y para encajar bien el otro extremo del tubo a la montura de nuestra cámara y que no se mueva, podemos usar la tapa del cuerpo. A esta tapa, que poca gente la vuelve a usar desde que compra la cámara, basta con abrirle un agujero grande en el centro (al menos de un diámetro del tamaño de nuestro sensor), y unirla con más cinta adhesiva al conjunto. Y ya está, podemos montarlo en el cuerpo de la cámara consiguiendo grandísimas ampliaciones con un objetivo que, eso sí, es recomendable que tenga el diafragma manual para poder abrirlo o cerrarlo sin contacto con la cámara.
5. Celofán como gel de colores
Si tienes hijos o sobrinos pequeños seguro que tienes de este film de colores por algún lado. O quizás de restos de alguna manualidad que hiciste. El caso es que con él puedes conseguir exactamente el mismo efecto que con los llamados geles de colores, láminas de plástico de distintos tonos para poner delante de tu flash y conseguir iluminación colorida, y que pueden llegar a costar hasta 30€. En cambio, por apenas unos céntimos tienes esta solución igual de válida, que puedes combinar para conseguir distintas intensidades de color y que cabe en un bolsillo de la mochila.
6. Papel de regalo como fondo fotográfico
Puede que no sirva para fotos de cuerpo entero, pero desde luego sí para fotos de primer plano o bodegones. Un rollo de papel de regalo grande que sobró de las pasadas navidades y que tenga un color o motivo interesante, más una cuerda para colgarlo de la pared, es todo lo que necesitas para montar un pequeño fondo de estudio. Aunque el que pongo de ejemplo lo sea, ten cuidado con que no sea muy brillante o reflectante, ya que los reflejos en el fondo suele ser un efecto indeseado.
7. Folios en la ventana como caja de luz
Para conseguir un efecto de caja blanca hay algunos proyectos DIY por internet muy interesantes, pero requieren de bastante trabajo de manualidades. Lo que yo propongo sólo permite tener un fondo iluminado pero es realmente simple. Basta con pegar folios o cartulina blanca en una ventana al sol para conseguir una fuente de luz suave e intensa de fondo. Y si además la ventana es de dos puertas, podemos abrir una de ellas y pegar otra cartulina blanca de manera que haga de reflector lateral y aporte una luz suave desde otro lado. ¿O tal vez utilizar el parasol del coche que vimos en el punto 1? ?
8. Envase de plástico como difusor
Vale, con este último nos ahorramos poco dinero pues un caperuzón difusor de flash cuesta pocos euros, ¡pero es que esto no cuesta nada, y lo tenemos en casa! Un envase de plástico traslúcido de cualquier alimento de supermercado que hayamos consumido consigue el mismo efecto de rebotar la luz en todas direcciones. En mi caso, encontré uno de guacamole que además queda encajado perfectamente en mi flash strobist y no se cae, con lo que lo uso mucho para proyectos en casa. Efectivo y, además, sano.