Hoy en día la mayoría de las fotos respiran en un ámbito digital. Pero hay ocasiones en que es necesario que vean la realidad, más allá de la virtual. Que sepan lo que es vivir en papel.
Darle “piel de papel” a nuestros pixeles es un asunto que requiere un trabajo previo. Además, no es lo mismo hacerlo para una copia del último viaje de vacaciones que pensar en una copia de calidad máxima, con opciones incluso de ser expuesta en una galería de arte. Para llegar a esos muros de élite primero tendrás que ejecutar algunos pasos previos. ¿Quieres saber cuáles son?
Para comenzar con esto de calidad, en mi opinión y en la del mundo de las artes gráficas y en el ámbito de coleccionistas de arte, la mejor técnica de impresión es la que se conoce como Giclée o bien, Fine Art Giclee. Se trata de una técnica que rivaliza con los procesos de toda la vida, basados en gelatinas y haluros de plata.
Para lograr explotar su máxima expresión lo mejor es imprimir tus fotos sobre papeles Fine Art, totalmente fabricados con algodón, un tema que dota de alta calidad a la imagen y también nos asegura muchos años de existencia de la copia: se maneja la cantidad de 200 años. Existe una gran diversidad de papeles Fine Art, por lo que una buena opción es solicitar un muestrario a tu impresor con la idea de que puedas conocer sus distintos brillos, gramajes y texturas. Cada foto y/o concepto artístico requiere su propio papel.
Y no hay que olvidar el tema del plotter. Con estos papeles lo recomendable es utilizar aquellos de doce tintas pigmentadas. Vale la pena recordar que el sistema de impresión Giclée es el que la mayoría de museos y galerías acepta, pero todo este asunto de papeles finos requiere una máquina que imprima con gran fineza. Si te gustan los números, las impresoras que irán pintando el papel con tu arte trabajan con una precisión casi absoluta: cinco millones de gotas microscóspicas de tinta por segundo. Es decir, el detalle está más que asegurado.
Pero vamos a los pasos previos.
1. Realizar el archivo.
No tomes tus fotos en JPG si estás pensando en imprimir en gran calidad. Lo mejor es que bases tus trabajos en archivos RAW, los trabajes en tu ordenador y posteriormente guárdalos como tipo TIFF. También acostúmbrate a tener archivos 16bits. Con todo este proceso te aseguras calidad óptima tanto en tu trabajo en color como en blanco y negro. Y por supuesto, no olvides una resolución de entre 250 y 300 pixeles por pulgada (dpi). Y piensa de la misma manera si estas digitalizando tu foto a través de un scanner: máxima calidad en todo. El tamaño de la imagen, finalmente, deberá tener el mismo que el que deseas que tenga la impresión.
2. Trabajar en ordenador.
Muchos especialistas en impresión recomiendan establecer el blanco del monitor en una temperatura de 5000K. Es cierto, verás algo amarilla la imagen, pero ten en cuenta que la luz del monitor tienen dominante azul. El asunto se neutraliza, digamos.
En cuanto la forma de calibrar un monitor Javier Lucas escribió un artículo muy completo aquí mismo en Dzoom. Sigue sus instrucciones para asegurarte un trabajo final perfecto. Cuando tengas hecho este paso será importante que solicites a la persona que imprimirá tu trabajo un perfil ICC del papel en el que piensas imprimir tu trabajo para que lo incrustes en tu imagen y puedas ir viendo desde ese momento la forma en que se comportarán los colores o bien, la escala de grises. Es decir, podrás ir teniendo una idea “en vivo” de cómo quedará tu fotografía impresa en el papel que seleccionaste.
Esto parece una obviedad, pero no lo es. Si no cuidamos este detalle más adelante pueden venir muchas sorpresas, al no coincidir lo que veíamos en casa y lo que nos ha entregado el impresor. Además, recuerda que cada impresión significa un gasto. El ICC es un sistema creado para lograr una correcta transferencia de color entre tu ordenador, el trabajo de postproducción y la impresora. Es decir, que te ayuda a que aquellos colores que trabajaste en el ordenador queden fina y perfectamente expresados en el papel.
3. ¿Y cómo se inserta?
Esa pregunta seguramente ya te la estabas formulando. Existen perfiles ICC genéricos que vienen ya en el programa con el que procesas tus fotos u otros que podrás encontrar en Internet. Pero muchas veces los impresores cuentan con perfiles ya personalizados ajustados para el plotter y papeles con los que ellos trabajan. Por ello es importante que solicites ese perfil. En Mac (¡se agradece tu contribución en Windows!), que es donde yo trabajo, tendrás que introducir ese perfil en la carpeta Profiles de ColorSync (Libería/ColorSync/Profiles). Después en el menú de Photoshop (yo trabajo con este software pero podrás encontrar en otros la manera de insertarlo), con la foto abierta con la que estas trabajando, selecciona “Edicion/Asignar Perfil y posteriormente seleccionas el perfil en correspondiente.
4. Pruebas de color.
Antes de enviar tu archivo y esperar tu trabajo final, existe un paso previo. No cuesta mucho dinero aunque si alguna dosis de paciencia. Se trata momento de espera muy importante, donde se imprime tu archivo en el mismo papel pero en un tamaño menor. Con esto podrás ver si necesitas realizar alguna corrección en el color. Y bueno, a veces también es bueno ver la foto físicamente para ver si queremos realizar algún retoque a la propia foto. Además, seguir este apartado será bueno para la salud de tu bolsillo.
5. A imprimir.
Una vez que estés contento con lo que muestra la prueba de color, es momento de enviar el archivo a tu impresor y listo. Si has seguido estas instrucciones es muy seguro que lo que veas en tu papel sea casi igual a lo que veías en tu monitor. Una vez que tengas tu impresión procura utilizar guantes de algodón y todos aquellos elementos que requieras para el montaje y enmarcado piensa que sean también de algodón, con PH neutro o bien, ligeramente alcalino. Y si quieres que esa copia en papel viva dos siglos, aléjala del sol y por supuesto, del agua.
Espero vuestros comentarios o dudas. Si tenéis algún aporte que enriquezca este proceso es más que bienvenido.