Seguro que te ha pasado más de una vez lo siguiente: tienes la cámara en las manos, se presenta la oportunidad de hacer una buena foto, y después de hacerla, o aún peor, cuando llegas a casa, compruebas horrorizado que la foto está mal tomada porque no tenías la cámara correctamente configurada.
En este artículo te damos una serie de sencillos consejos para que tu cámara esté siempre lista y no vuelvas a pasar por esta amarga situación.
No Te Pierdas el Momento
Como te decía en la introducción del artículo, son muchas las veces que hemos arruinado lo que podría haber sido una buena fotografía por no tener nuestra cámara lista o haber revisado los parámetros que tenía configurados antes de disparar la toma.
Piensa que cada vez que salimos a fotografiar con nuestra cámara trabajamos en un entorno concreto, con unas condiciones lumínicas específicas, que por norma general no suelen ser las mismas. Por ejemplo, imagina que sales una noche a practicar la fotografía nocturna. Necesitarás trabajar con largas exposiciones, ISOS altos y la apertura de diafragma más amplia que puedas. Si al día siguiente realizas una excursión en pleno día y te llevas la cámara también, si disparas sin cambiar los parámetros tus fotos saldrán totalmente blancas, porque con la configuración que tenías puesta la toma quedará totalmente quemada.
Puede que te de un poco de pereza reconfigurar tu cámara cada vez que la guardas, pero créeme en que si eres constante y aplicas los consejos que te ofreceré a continuación, lograrás salvar la mayoría de estas situaciones.
1. Baja la ISO al Mínimo
La ISO es uno de los tres pilares fundamentales que conforma el famoso triángulo de exposición, junto con la apertura de diafragma y la velocidad de obturación. Recuerda que cuando configuramos nuestra cámara con una sensibilidad ISO alta, se suele generar más ruido en la imagen. No por ello debemos dejar de subir este parámetro, para nada. Seguro que te enfrentarás a situaciones fotográficas que requerirán que hagas uso de una sensibilidad ISO alta, como es por ejemplo la fotografía nocturna.
Ya sabes que cuando estamos trabajando en un entorno en el que tenemos una luz escasa no solo nos bastará con abrir el diafragma y bajar la velocidad de obturación, sino que además tendremos que subir la sensibilidad ISO también, aunque ello implique la aparición de ruido en la imagen.
Pero si estás trabajando a plena luz del día, no te hará falta subir este valor. Como no sabemos a qué situación lumínica nos enfrentaremos en nuestra próxima sesión, lo recomendable es que ajustes la ISO a valores mínimos, ya que de lo contrario podrías acabar con una foto sobreexpuesta, o con ruido innecesario.
2. Pon a Cero el Ajuste de la Exposición
Puede que por algún motivo hayas variado el valor de la exposición para ajustar la medición de la luz, como ocurre cuando vamos a fotografiar en la nieve por ejemplo. Pero salvo en situaciones concretas en las que tengas identificado que tu cámara sobreexpone o subexpone por defecto y te guste hacer fotos con este control cambiado, vuelve a dejar el exposímetro en su posición original. De lo contrario, puede que te lleves una toma subexpuesta o sobreexpuesta.
3. Ajusta el Modo de Medición
Por defecto, las cámaras suelen traer un modo de medición matricial de la luz, aunque muchas de ellas disponen de distintos modos de medición.
Puede que para una sesión determinada hayas modificado el modo de medición de luz porque te venía mejor, como por ejemplo a modo de medición puntual. Pero este modo no siempre funciona igual de bien, por lo que es mejor que te asegures de dejar configurado en tu cámara el modo de medición con el que mejor trabajes y que se adecúe más a las diferentes situaciones a las que te puedas enfrentar.
4. Ajusta el Balance de Blancos
Al igual que ocurre con los modos de medición, las cámaras fotográficas cuentan con distintos modos de ajuste de la temperatura del color, lo que se conoce como balance de blancos. El balance de blancos es un control de la cámara que sirve para equilibrar los niveles de los colores básicos (rojo, verde y azul), con el objeto de que la parte más brillante de la imagen aparezca como color blanco, y la menos brillante como negra, sin que éstas tengan ninguna dominante de color.
Si estás disparando en JPEG, comprueba que el modo de balance de blancos queda en automático por si has estado trabajando con un modo de balance de blancos específico para días nublados, luz artificial, etc. Si eres de los que dispara en formato RAW, entonces esta configuración te dará un poco igual, porque puedes corregir el balance fácilmente y sin pérdida de calidad en el momento de la edición.
5. Ajusta el Modo de Calidad de la Imagen al que Utilices Siempre
Normalmente la mayoría de fotógrafos acostumbran a disparar en formato RAW, pero hay veces en las que se ha podido cambiar el tamaño de la imagen o su calidad sin darnos cuenta.
Da mucha rabia pensar que estás haciendo tus fotos en RAW y comprobar luego en casa que estábamos disparándolas todas en modo JPEG, o que creíamos estar haciendo las fotos a un tamaño y resultar que la resolución que habíamos elegido era menor. Así que antes de guardar la cámara después de una sesión, comprueba siempre que se el formato de imagen es el que quieres.
6. Desactiva el Modo Bracketing
Seguro que en alguna de tus escapadas fotográficas has probado la técnica del bracketing de exposición, para conseguir como resultado final una imagen HDR creada a partir de varias tomas idénticas en encuadre pero realizadas con diferentes exposiciones.
Si tu cámara tiene esta opción y la utilizas, recuerda desactivarla después de usarla, de lo contrario estarás multiplicando el número de tomas realizadas, y muchas de ellas te saldrán sin tener la exposición adecuada.
7. Fuera Temporizador
Son muchas las ocasiones en las que hemos podido necesitar utilizar el autodisparador de nuestra cámara, por ejemplo para realizar autorretratos, fotografías de grupo en las que nosotros también hemos salido o también en casos como la fotografía de larga exposición cuando se nos ha olvidado el disparador remoto y queremos evitar la trepidación causada al pulsar el botón de disparo.
La opción que nos ofrece la cámara de usar el temporizador es genial para estos casos, pero recuerda desactivarla tras finalizar la tomas en las que lo necesitabas. De lo contrario, al encender la cámara y disparar la toma en una nueva sesión o bien tendrás que esperar un tiempo innecesario antes de que se dispara la toma, o bien puede que te pierdas capturar el momento justo porque tenías que esperar 10 segundos tras pulsar el botón de disparo hasta que la toma se realizara.
8. Vuelca las Fotos al Ordenador y Formatea la Tarjeta de Memoria
Siempre que llegues a casa después de una sesión, acostúmbrate a pasar las fotos al ordenador y a formatear a continuación la tarjeta de memoria en la cámara. De este modo no solo tendrás a salvo el material que hayas hecho durante la sesión, sino que la próxima vez que salgas la memoria de la tarjeta estará completamente vacía para poder hacer todas las fotos que puedas.
De lo contrario, es probable que cuando te des cuenta de que la tarjeta no estaba vacía hayas hecho ya alguna foto y tengas luego que borrar las antiguas tomas una a una, siempre y cuando, eso si, las hubieras pasado previamente al ordenador.
9. Cambia la Batería
Acostúmbrate a comprobar el estado de tu batería tras acabar una sesión, y ponerla a cargar si fuera necesario. Lo idóneo es contar con una segunda batería y así asegurarnos de que siempre tenemos una de ellas cargada, pero si no es así, antes de guardar tu cámara tras una sesión sácale la batería y ponla a cargar. No querrá quedarte sin la foto que querías porque se te ha agotado la batería y no tenías otra de repuesto.
10. Y Sobre Todo, Conoce Tu Cámara
Es fundamental que conozcas tu cámara, ya que es la herramienta con la que vas a trabajar durante bastante tiempo y con la que conseguirás tus fotografías. Si quieres sacarle verdadero partido, lo mejor es que aprendas a manejarla.
Revisa los conceptos, entiende sus posibilidades, y aprende a ajustar los distintos parámetros de la cámara. Eso no solo te permitirá sacar todo el provecho de la máquina, sino que además enseguida te darás cuenta de cuando algo no está funcionando bien, de cuáles pueden ser los motivos, y cómo solucionarlo para que deje de ocurrir.
Así que ya lo sabes, descubre todo lo que puede ofrecerte tu compañera de aventuras, y mantenla siempre preparada para la que podría ser tu próxima fotografía espectacular. Nunca se sabe cuando puede surgir, lo que está claro es que una buena configuración y un manejo rápido de nuestra cámara nos ayudará a conseguirla.