A casi todos nos encanta viajar. Vivir experiencias en lugares nuevos es un alivio para el estrés y la rutina, para algunos incluso una parte muy importante de su forma de vida, y estoy seguro de que todos los que leerán esto echan la cámara como parte fundamental del equipaje.
Pero, ¿qué clase de fotos hacemos durante estos viajes? ¿Estamos pensando directamente en las vacaciones familiares, en el hotel y la playa? Si es así, voy a intentar convencerte de que pienses en otro tipo de viaje. Un viaje sólo para ti y tu cámara.¿Me acompañas?
Es cierto, no todos tienen el tiempo ni la libertad para irse solos y dejar las responsabilidades de casa, pero tal vez, aunque no sean unos días, puedas escaparte unas horas en las que tendrás para ti toda la atención. Aunque sea como excusa para mejorar en tu pasión. Porque te aseguro que de un viaje así se vuelve siendo mejor persona y mejor fotógrafo. Y te explico por qué:
1. Sin prisas ni presiones
Esta vez no estás haciendo fotos para un cliente ni tienes que pensar en si le gustarán a alguien más. Ahora, durante este tiempo, vas a hacer fotos por y para ti. Sin las prisas de que el resto de la gente se vaya sin ti, de que tengas que terminar a cierta hora ni tienes que lidiar con los “enséñame cómo he salido en la foto”. Y al estar más relajado harás menos fotos, pero de mayor calidad. Justo como los grandes profesionales.
2. Concentrarte en trabajar tu ojo fotográfico
Sin distracciones ni la necesidad de estar pendiente de nada más, puedes centrarte en los detalles. Es algo que notas que mejora a medida que te vas metiendo en situación. Empiezas a fijarte en las formas geométricas de todo lo que te rodea, a buscar patrones, colores, puntos de luz, desconocidos, miradas… Elementos en los que no reparas hasta que te metes por fin en la piel de Robert Frank o Steve McCurry.
3. Ir a lugares diferentes
Con la libertad que te da poder moverte tú sólo no tienes las limitaciones que supone ir con más personas, en las que las decisiones tienen que ser al gusto de todos. Sitios que para otro tipo de turistas no tienen interés, desde el punto de vista fotográfico tienen un potencial increíble, y sólo alguien con la Fotografía en la sangre querría ir hasta allí. Quizás porque sea aburrido, incómodo o peligroso. Si la foto lo merece, a nosotros nos da igual.
4. Todo el tiempo del mundo para la foto que buscas
Nadie más entendería por qué te quedas agazapado en ese rincón durante 2 minutos, 15 minutos o una hora. Se aburrirían y desesperarían. Todo porque no entienden que la foto que tienes en la cabeza tiene que ser desde ese sitio, ese ángulo y que necesitas que pase alguien o algo de manera fortuita para conseguirla. Es lo que la volverá única. Y sólo tú, que conoces lo maravilloso del trabajo de Cartier-Bresson, lo entiendes.
5. Pasar desapercibido
Muy a menudo, para conseguir una buena foto hace falta esconderse o pasar muy desapercibido para no estropear el momento. Y si vas con más gente, y no digamos ya niños, no será nada fácil. Pero al ir solo podrás ser sigiloso cuando la foto lo requiera, podrás camuflarte entre la gente y acercarte lo suficiente para poder llevarte ese momento. Y no hablo sólo de fauna en la naturaleza, es casi más difícil robarle la foto a una persona que a un lince.
6. Relacionarte con gente nueva
Puede que para ésta parezca que no es requisito necesario viajar solo, pero puedo decir que sí es más fácil. Cuando viajamos sin nadie más es más fácil acabar entablando conversación con desconocidos y gente muy interesante, pues de manera subliminal cuando te ven caminando por ahí solo con tu cámara, transmites una sensación menos peligrosa y más curiosa que hace que te pregunten, se interesen y te inviten a conocer a sus amigos o su casa. Y ello puede ser el factor determinante entre conseguir una foto única de otra cultura o irte con sólo fotos a pie de calle.
7. Conocerte mejor, a ti y a tu cámara
Y quizás la más importante de todas: puedes aprender más sobre ti, sobre tus capacidades y sobre tu relación con tu cámara. Puedes probar todas esas cosas que sabes que se pueden hacer pero nunca intentaste antes por falta de un momento para ello. Pues bien, ahora es el momento. Tienes todo el viaje para probar todos los sabores de la Fotografía: callejera, paisaje, nocturna, retratos, conceptual, arquitectura… ¿De verdad has vuelto de tu viaje con sólo fotos de atardeceres?
Espero de corazón haber plantado en vosotros unas ganas irrefrenables de coger vuestra cámara y salir al mundo. Por éstos y por cualquier motivo más que nos podáis dar. Y por supuesto, dejadnos anécdotas o consejos que nos podáis contar de vuestros viajes, seguro que hay muchas historias que contar que van ocurriendo delante de vuestras cámaras.