Parece algo cada vez menos necesario. Teniendo tantas pantallas en el día a día actual, nuestras fotos sienten cada vez menos el olor y consistencia del papel fotográfico. El que fuera el soporte por excelencia de la fotografía durante casi 100 años ha dado paso al soporte digital, capaz de guardar en un bolsillo todas las fotos que relatan la historia de nuestra vida.
Sin embargo, hay fotos que no somos capaces de relegar a un puñado de bits y que queremos que vivan como siempre lo han hecho: en forma de químicos, encima de un papel bañado en haluros de plata y detrás de un cristal. Y para esas fotos especiales, os quiero dar una serie de consejos para conseguir el mejor resultado posible y que se mantengan vivas durante tantos años como las fotos de nuestros abuelos, sea en un álbum o presidiendo una habitación desde la pared.
1. En Papel... ¿Impresión por Sublimación o Química?
Con la fotografía digital y la impresión instantánea surgió la tecnología de sublimación (o, como lo llaman en algunos sitios, “impresión digital”), mediante la que la impresora hace distintas pasadas para los tres colores pigmento primarios CMYK (cyan, magenta, amarillo y una última de barniz para los negros). Permite una impresión más barata, rápida y con un equipo más pequeño, pero sin embargo no está a la altura de la durabilidad y calidad de la fotografía tradicional. Por ello, evitaremos esta opción si queremos una foto para toda la vida.
La impresión con minilab, esto es, con química tradicional, utiliza un láser sobre papel fotográfico. El mismo principio de luz excitando los químicos fotosensibles que se lleva usando un siglo. El resultado por tanto tiene una calidad contrastada, y debería ser el método de impresión que usaremos para nuestras fotos más especiales.
2. Elige un Laboratorio de Confianza
Ya se da casi por supuesto que el proceso para imprimir es llegar a una tienda con un kiosco digital y encargar
nosotros sobre una pantalla táctil la impresión automática. Sin embargo, deberíamos exigir que siempre haya un técnico profesional supervisando la impresión. Él nos podrá avisar de si va a haber algún problema, nos podrá aconsejar y se preocupará de que el resultado sea el que esperamos.
3. Lleva la Foto Dimensionada de Casa y en Espacio sRGB
Exportaremos la foto en JPG con poca compresión y en espacio de color sRGB pues, aunque a priori tiene menor gama de colores que AdobeRGB, hay muchas impresoras que no se entienden bien con éste último.
Y puesto que no hay nada más engorroso que tener que ajustar la foto en la pantalla del kiosco digital, debemos tener claro el tamaño al que vamos a imprimir y exportar la foto con esas proporciones. Por ejemplo, si vamos a imprimir a 10x15cm ó 20x30cm, nos aseguraremos de que los lados de nuestra foto cumplan la proporción (relación de aspecto) 2:3 y de que está encuadrada donde nosotros queremos. Si no, tendremos una foto recortada por donde el sistema haya decidido cortar.
4. En Mi Opinión, Al Menos 300ppp
También es importante tener en cuenta el tamaño de la imagen que llevamos en función del tamaño que vayamos a imprimir. Aquí es donde entran en juego todos los megapíxeles de nuestra cámara: si bien en una pantalla típica de ordenador no hace falta más que resolución FullHD (2 Mpix), al imprimir necesitaremos un tamaño de imagen que nos proporcione al menos 300 puntos por pulgada de densidad de píxeles. Cuanto más grande vayamos a imprimir, mayor tamaño de imagen tendremos que exportar.
A modo de guía te dejo aquí el tamaño necesario para obtener 300ppp si vas a imprimir a:
- 30x45cm: 3543 x 5315 pix (18.8Mpix)
- 20x30cm: 2362 x 3543 pix (8,4 Mpix)
- 10x15cm: 1181 x 1772 pix (2,1 Mpix)
Por norma general, lo mejor es generar la foto con todo su tamaño original, es decir, con todos los megapíxeles que nos genera la cámara. Si hacen falta menos, al imprimir ya se encargará el sistema de sólo usar los que necesita. Pero si vas a imprimir a gran tamaño y quieres asegurarte de poder tener la densidad adecuada, puedes controlar el tamaño de imagen en Photoshop en Imagen > Tamaño de Imagen.
5. ¿Mate o Brillo?
La eterna pregunta que no tiene respuesta clara. Al final, es cuestión de gustos y cada persona te podrá responder algo distinto. En mi opinión personal, el acabado brillo aporta unos colores más vivos y profundos, pero su brillo entorpece el visionado y queda especialmente mal detrás de un cristal. Por ello suelo preferir el acabado mate, que da unos colores naturales y al imprimir tamaños grandes no entorpecen la visión las luces reflejadas.
6. Mejor Con Passepartout
Este trabalenguas de origen francés que la RAE también permite escribir como paspartú designa a la orla, normalmente de cartón blanco, beige (la cosa va de francés) o negro, que se pone entre un marco y nuestra foto para centrarla y darle protagonismo. Pueden tener distinto ancho, bisel y alma, que elegiremos junto al color que mejor siente a nuestra foto.
Normalmente se compran en talleres de enmarcación, pero si no queremos gastar mucho dinero también podemos hacerlo nosotros mismo con una simple cartulina que recortaremos para adaptarla a nuestra foto y marco.
7. Un Marco Poco Llamativo y Secar el Cristal
Una vez tengamos nuestra foto y el passepartout elegido, buscaremos el marco adecuado. Yo recomiendo que sea lo más simple posible, de color liso y poco llamativo pues queremos que el centro de atención sea nuestra fotografía.
A la hora de poner la foto contra el cristal, es fundamental asegurarse de que, si lo hemos limpiado con un paño húmedo para quitar el polvo o restos de madera que suelen tener, luego lo sequemos muy bien. Si no, la humedad que quedará entre el cristal y la foto la estropeará con el tiempo.
Y ya está, tendremos una foto de la que sentirnos orgullosos cada vez que la veamos o que nos recuerde nuestros mejores momentos cada vez que pasemos por su lado. Es el mayor sentido de la Fotografía, aquello por lo que se inventó y para lo que seguimos haciendo práctica de este arte.