La sabiduría popular está llena de grandes consejos para todas las situaciones, pero demasiado a menudo este conocimiento del boca a boca se llena de errores por el camino. Y lo malo es que es muy difícil detener la propagación de estas falsas afirmaciones una vez que están en el aire.
Pero precisamente para eso vengo hoy, a frenar algunos de los mitos y errores comunes en boca de la gente que estoy seguro que habrás escuchado alguna vez, siempre intentando razonar su origen y el porqué de cada error. ¿Listo? ¡Vamos allá!
1. Un objetivo 50mm en una cámara Full Frame da el mismo campo de visión que el ojo humano
Esta afirmación, que tiene como argumento que éste es el objetivo que todos los fabricantes llaman “estándar”, se puede desmentir rápidamente en casa. Mirando hacia delante en una habitación, comprobando qué abanico abarcamos bien con la vista y haciendo una foto a 50mm (ó 35mm en cámaras APS-C), vemos que en la foto aparece una zona mucho más estrecha que lo que vemos con los ojos. Porque nuestro campo de visión tiene en realidad una amplitud equivalente a nada menos que un objetivo gran angular 12mm. Si bien la zona de máxima nitidez y atención de nuestro ojo, ésa con la que ahora mismo lees estas líneas, es muchísimo más reducida, equivalente a un teleobjetivo de distancia focal 1000mm.
La razón por la que el objetivo 50mm sea el objetivo estrella y considerado estándar tiene una razón simple y de simplicidad: es la distancia focal más sencilla (y por lo tanto barata) de fabricar para negativos y sensores de 35mm, ya que no requieren muchas lentes ni elementos asféricos ni de dispersión anómala, con lo que se convirtieron en los objetivos base para acompañar toda cámara réflex.
2. Lo primero que hay que hacer es poner un filtro para proteger el objetivo
Es una frase que toda persona que acabe de comprarse una cámara réflex escuchará por todos lados. Puede que a un amigo o puede que incluso al mismo vendedor de la tienda. Y el argumento de que sirve para proteger el objetivo en el caso de que se te caiga es válido, pero no me parece para nada la mejor opción ya que el filtro UV que le pones a tu cámara recién comprada para protegerla no es un filtro de cristal profesional de 100€, sino el más económico que te venden en la tienda, y con ello estás tirando por la borda todo el esmero con el que fabricaron las lentes de tu objetivo.
La calidad de imagen que obtienes se ve siempre limitada por la lente de peor calidad que tienes delante del sensor, y ésa es sin duda el filtro de 15€ hecho de plástico. Y por eso, en vez de proteger el objetivo de una posible caída con un filtro, yo veo mucho más eficaz y sensato hacerlo con un parasol. Cuesta tanto o menos que cualquier filtro, protege el cristal frontal de rayaduras y golpes y, no sólo no perjudica la calidad de imagen, ¡sino que la mejora! Un parasol mejora el contraste obtenido y evita los flares, además de que, en el caso de romperse por un golpe, puede arreglarse fácilmente. Todo ventajas.
3. Hay que apagar la cámara para cambiar el objetivo por la electricidad estática
Corre un mito por muchos rincones de internet que dice que el sensor de las cámaras se carga de electricidad estática y si no la apagas al cambiar de lentes, ésta atrae el polvo y se te ensucia el sensor enseguida, como si de un trapo atrapapolvo se tratase. Un mito que se desmiente conociendo el funcionamiento de una réflex y un poco de física. Y es que aunque es cierto que por la naturaleza del efecto fotovoltaico un sensor se puede cargar de electricidad estática, ésta no desaparece después de aplicar las cargas, precisamente por ser estática. Permanece aún después de apagar la cámara, y habría que descargarlo por contacto con una tierra. ¿Por qué no es preocupante entonces? Pues porque en las cámaras réflex el sensor está protegido por la cortinilla en todo momento excepto en el momento exacto de hacer la foto. Luego cambiando el objetivo, el sensor no está nunca expuesto al polvo.
¡Pero ojo! Este mito adquiere más sentido en las nuevas cámaras sin espejo, donde a menudo el obturador es electrónico y el sensor sí queda al contacto directo con el aire.
4. Más megapíxeles significa mejor cámara
Éste es un clásico que estoy seguro de que la mayoría de los que están leyendo esto saben de sobra que es falso, pero por si acaso lo reitero: los megapíxeles (que significa “millones de píxeles”) sólo indican el tamaño de la imagen digital obtenida. Además, aumentar el número de fotodiodos en el sensor va casi inevitablemente ligado a una menor calidad a ISOs altos al tener estos fotodiodos una superficie menor sobre la que recibir luz, por lo que tener una cámara con más megapíxeles de los que realmente necesitas puede ser hasta contraproducente. Con las resoluciones que manejamos hoy en día, por normal general es más relevante la calidad de imagen obtenida que el tamaño de dichas fotos.
5. Jamás hay que usar el flash integrado
Es cierto que la luz que da un flash integrado es considerada de mala calidad al venir completamente de frente, no crear volumen en los rostros y dar poca potencia, entre otros. Pero para nada ésta debería ser una regla insalvable. El flash integrado no deja de ser un recurso más que nos ofrece nuestra cámara, y está a nuestro criterio usarlo o no dependiendo de la situación. Porque es muy probable que alguna vez nos encontremos en la situación de no tener nada de luz, y es mejor una luz mala que ninguna. O puede que tengamos la creatividad para usarlo con modificadores de luz, para rebotar o para hacer saltar otro flash esclavo. No te prohíbas usar el flash integrado, ¡aprende a sacarle partido!.
6. Editar en Photoshop es falsear la foto, la fotografía analógica es la única pura
Es cierto que con la edición digital se pueden crear auténticas monstruosidades, pero los ajustes en el revelado de exposición, contraste, luces altas o bajas, colores, virados, corrección por zonas y un sinfín de variaciones que mucha gente considera “alteración photoshop” no son, ni mucho menos, algo nuevo de la fotografía digital. El revelado personalizado para conseguir hacer destacar nuestra foto se lleva haciendo desde que se tuvo medios e ingenio para no revelar todas las fotos igual. Muchísimas de las correcciones que se hacen hoy en día tienen su equivalente analógico, y lo hacían tanto los grandes maestros de mediados de siglo como los aficionados en sus cuartos de baño con luz roja.
7. Abrir y cerrar un JPEG muchas veces hace perder calidad
Es algo que he escuchado a más de una persona y creo que viene de un efecto “juego del teléfono” en el que se ha ido desvirtuando la afirmación inicial. Y es que abrir y cerrar un archivo, que sólo se lee y sobre el que no se hace ningún cambio, no puede hacer que pierda calidad.
Probablemente lo que quiso decir la persona que inició el teléfono es que editar una foto repetidas veces en un editor como Photoshop, y guardar cada una de esas veces haciendo una compresión JPEG, hará que se vaya perdiendo calidad paulatinamente. Es lógico: si cada vez que lo vuelves a guardar aplicas una compresión adicional, cada vez reduces más el archivo. Pero para nada esto ocurre sólo con abrir y cerrar el archivo con un visor de fotos.
8. El enfoque a infinito está al final del recorrido del enfoque
¡Mucho cuidado con esto! Cuando quieras enfocar al infinito para tomar fotos del horizonte o las estrellas, no gires el anillo de enfoque hasta el tope, porque el enfoque perfecto a infinito está un pelín antes de llegar al final del recorrido. En objetivos de gama alta es fácil intuirlo porque marcan en la ventana de enfoque el punto de infinito, dejando un cierto recorrido tras esta marca por la que aún puedes moverte.
¿Por qué lo hacen así? Pues bien, viene en casi todos los manuales de objetivos pero poca gente lo lee: la razón es que el enfoque a infinito depende de varios parámetros, como posibles variaciones de calibración o incluso la temperatura, por lo que el objetivo se diseña con un rango extra para compensar el enfoque a infinito cuando estas condiciones cambien. Por eso es siempre buena idea enfocar un punto muy lejano con la pantalla de la cámara y con magnificencia, para asegurarnos de que con las condiciones presentes se está enfocando al infinito.
9. Al hacer fotos de estrellas hay que cerrar mucho el diafragma para obtener mucha profundidad de campo
Otro error típico al querer enfocar el infinito. Y es que en la fotografía de naturaleza es, efectivamente, muy usual hacer fotos con diafragma cerrado para aumentar la profundidad de campo, pero únicamente porque se intenta que estén enfocados tanto los objetos cercanos como los del horizonte.
Al hacer fotos a montañas lejanas y estrellas, en las que apuntamos con la cámara hacia arriba, normalmente no sacamos ningún objeto cercano, por lo que la profundidad de campo no la necesitamos lo más amplia posible. De hecho, la mayoría de fotos nocturnas están hechas con diafragmas de f2.8 y menores, dado que es necesario para captar toda la luz posible de estrellas y la Vía Láctea. Lo óptimo sería enfocar a la distancia hiperfocal.
10. Hay que desactivar el estabilizador al usar trípode
Sí y no. La respuesta correcta es que no es una afirmación rotunda, sino que depende del objetivo o la cámara en cuestión. Hay estabilizadores que están preparados para desactivarse solos cuando detectan que están completamente estables en un trípode, y hay otros que al estar completamente quietos producen un indeseado efecto de trepidación inducida al intentar compensar un movimiento que no hay.
Por eso, hay que leer los manuales -¡esos desconocidos!- de nuestro objetivo o nuestra cámara, dependiendo de si hablamos de estabilizador en el objetivo o en el cuerpo, para saber si hace falta desactivarlo o no al usar un trípode.
11. La exposición perfecta es la que marca el exposímetro a 0
Los más avanzados sabrán que esto es totalmente falso, pero es un mito muy extendido entre las personas que se inician en la fotografía y están aprendiendo a manejar el exposímetro. Que el exposímetro marque cero significa que hay equivalencia en el número de píxeles con ponderaciones de luces altas y bajas. Es decir, que hay igual cantidad de partes claras que oscuras de manera que la mezcla sea un gris medio, y eso no tiene por qué ser lo correcto.
Pongamos el ejemplo de un retrato con fondo blanco: aquí queremos que el blanco se vea, efectivamente, blanco, con lo que sus píxeles habrán de tener todos exposición equivalente a casi +2. Los píxeles del rostro, dependiendo del tono de piel, se moverán entre -1 y +1, con lo que la media ponderada de todos estos píxeles nos daría una exposición correcta rondando el +1. Y el caso contrario sería el de una foto con muchas partes oscuras, donde querríamos una exposición por debajo de 0. Por lo tanto, siempre hemos de valorar razonadamente cuál es el valor correcto de exposímetro que requiere nuestra foto.
12. La máxima nitidez se consigue a f8
Es cierto que a f8 casi todos los objetivos trabajan en una zona de buena nitidez, pero no siempre será su punto de máxima nitidez o punto dulce. Por normal general, éste se alcanza unos 2 ó 3 pasos por debajo de su máxima apertura. Es decir, en un objetivo con apertura máxima f1.4, probablemente tengamos su punto dulce rondando el f4. Serían los objetivos con aperturas máximas de f3.5 ó f4 los que tendrían en torno a f8 su punto dulce.
Con ello no quiero decir que a f8 trabajen mal los objetivos de más apertura máxima, pues normalmente todo objetivo trabaja muy bien hasta aproximadamente f13. A partir de ahí sí suelen empezar a perder nitidez de nuevo hasta alcanzar su mínimo diafragma, entre f16 y f22.
13. Los objetivos macro sólo son realmente buenos en cortas distancias
Estos objetivos, que tienen la peculiaridad de poseer una arquitectura interna que les permite enfocar muy cerca, no están en absoluto limitados para trabajar como cualquier otro objetivo. Pueden enfocar hasta el infinito y además suelen tener una altísima nitidez, por lo que son tan válidos para hacer macrofotografía como retratos o paisaje.
Quizás la única desventaja para estos dos últimos usos es que al tener un mayor rango de distancias de enfoque entre las que moverse, el autofoco puede tardar más en acertar con el punto deseado.
Pero, para solucionarlo, en la mayoría de los objetivos macro está la posibilidad de avisarle si estamos trabajando en cortas o largas distancias, de manera que podemos acotar la zona de trabajo del enfoque para que éste sea más rápido y preciso.
14. La profundidad de campo se reparte 1/3 delante del objeto enfocado y 2/3 por detrás
Una afirmación bastante extendida que viene a decir, grosso modo, que por detrás del objeto enfocado hay bastante más zona enfocada que por delante, pero esto ni es siempre cierto ni en estas proporciones. Pensándolo un poco se desmiente en seguida este mito: si fuese cierto, no tendría sentido el concepto de la hiperfocal. El caso es que la profundidad de campo depende de cuatro parámetros: la distancia focal (d), el número de diafragma (f), el círculo de confusión (B) y la distancia de enfoque (L), y sus límites cercano y lejano de la zona enfocada tienen las expresiones matemáticas siguientes:
Es decir, vemos que el límite lejano -el punto enfocado más alejado-, va a crecer mucho más rápido que el límite cercano. Aplicando valores para un objetivo 50mm y f4 podemos ver esto mucho mejor:
Con esto podemos ver claramente cómo se reparte la profundidad de campo. En distancias de enfoque muy cercanas, el reparto de zona enfocada por delante y por detrás es prácticamente simétrico, y a medida que enfocamos zonas más lejanas este reparto se hace más desigual. La zona enfocada por detrás va creciendo más y más rápido hasta que llega una distancia de enfoque, la distancia hiperfocal, en que la zona enfocada por detrás llega hasta el infinito. Se ve, por lo tanto, que el reparto de aproximadamente 1/3 por delante y 2/3 por detrás sólo es válido cuando enfocamos a una distancia entre 4 y 8m.
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